『Capítulo IV: Ola de viento』

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El escuadrón 20-20 bajo el mando de Ekai lleva 5 horas seguidas escoltando a la princesa Nikka, Dekka ha estado a su lado desde entonces por petición de la princesa, soportando comentarios despectivos respecto a su vestimenta por lo “vulgar” que le resulta, después de todo Nikka fue educada de una manera conservadora y se le prohíbe exhibir demasiada piel, debía proteger su imagen al ser una futura emperatriz.

—Lo corto suele ser sensual —vuelve a sacar el tema Nikka, paseando por el local de ropa—, pero en exceso termina siendo vulgar —se queja tomando asiento en un sillón—. Necesitas más color para destacar y algo que te cubra mejor.

—Princesa Nikka, no necesito destacar...

—Nada de “majestad” o “princesa”, llámame Nikka —insiste por quinta vez—. Y una chica siempre necesita destacar —la escruta rápidamente—. Voy a regalarte un cambio de “look”.

—Prin..., Nikka, me niego a aceptarlo...

—Es una petición simple de una princesa, ¿vas a negarte, Dekka? —una sonrisa torcida se dibuja en sus labios, usando su poder para doblegarla.

—En serio... —Dekka no sabe que más decir, parte de las ordenes era aceptar cada una de sus peticiones.

—Siéntate a mi lado, buscaré algo bueno para ti —le guiña el ojo, tomando la tablet y buscando en ella algo de su agrado.

Quince minutos después Dekka y Nikka siguen discutiendo el color y estilo del atuendo, donde Nikka se niega a ceder el poder.

—No quiero un color considerado como de una niña —le reclama la ordinaria quitando la vista de ella.

—¿Cuántos años crees que tienes?, ¿en que época crees que estamos? —en la mente de Dekka pasan fugazmente las burlas de sus compañeras, ya que fue clasificada como “fea” y no merecía usar algo lindo, colorido y llamativo.

—Nunca me gustó un color considerado como de niña porque las demás me molestaban en la academia cuando lo hacía —confiesa apretando los dientes—, al parecer era demasiado llamativo y no lo merecía, inconscientemente dejé de usarlo —la ordinaria sonríe con un ápice de tristeza, Nikka quita la sonrisa de sus labios por las lamentables palabras de Dekka—. No soy tan prejuiciosa como para odiar un color por los estereotipos —susurra, aún con la vista en el suelo.

—Lo siento...

Nikka sabe lo que es ser privada de usar un tipo de vestimenta, aunque ella por obligación y la etiqueta de su familia, aunque eso dejó de molestarle a los once años, cuando empezó a usarlo a su favor, creando un estilo diferente y haciéndolo suyo. Dekka nunca le prestó atención a su vestimenta, creció sin la atención de sus padres y la gran libertad que era abrumadoramente solitaria. Pese a los insultos referentes a su físico nunca ha tenido una autoestima baja, aunque si le intimidan los genes de los dotados, ya que estos les dan un aspecto más llamativo, más único y por obvias razones más aceptadas por la sociedad dotada.

• • •

Dekka se siente avergonzada por la nueva ropa que cubre su cuerpo, Nikka utilizó a Dekka para jugar con los colores y accesorios, sintiendo que hacía una amiga por merito propio y no por su dinero u obligación. La vestimenta que Nikka eligió terminó siendo una blusa negra con cuello halter, un short plateado de un largo adecuado, unas pantimedias de rejilla negras, calzado blanco y una sudadera azul con blanco, todo de la mejor calidad que el dinero de Nikka pudo comprar.
Ahora mismo pasean por las afueras de la ciudad, a la princesa le gusta caminar y ver su exterior el mayor tiempo posible, ya que normalmente permanece encerrada en el castillo por su propia protección, ser una princesa le resulta asfixiante por todas las reglas y protocolos a seguir, sin contar el encierro y la poca libertad.

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