『Capítulo XVI: Jason』

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Dekka despierta tres días después del incidente con Night en la enfermería del cuartel. Después de haber expulsado esas lágrimas llenas de compasión por él perdió la conciencia, no entendía con exactitud el porqué sentía lástima por Night que por aquellos que asesinó con su propia mano. La puerta se abre, su comandante entra viéndola sin expresión en el rostro. Dekka recuerda lo que vio en los recuerdos de Night, viendo una cara de él que le había asustado, la posibilidad de que Arian sea el asesino de Luna y Star.

—Has estado tres días inconsciente —le informa tomando asiento en la silla frente a la cama—. Tu cuerpo llegó a su límite y tenías que recuperar la energía gastada —Dekka no puede sentir plena confianza en Arian, él se da cuenta de que algo le ocurre por la manera en la que lo ve.

—¿Cómo están los demás? —pregunta Dekka sentándose con dificultad en la cama, ya que tiene el brazo izquierdo inmovilizado por las vendas en su hombro.

—Johan y Ekai tuvieron heridas insignificantes, Nathan está bien aunque seguirá en reposo —murmura Arian desenvolviendo una paleta—. El enemigo con el don gelatinoso logró escapar.

—Comandante Arian, ¿sabe algo al respecto sobre las gemas de sangre? —pregunta curiosa jugando con los dedos cabizbaja. Dekka al no ser supersticiosa duda que sus ojos sean una maldición.

—No mucho en realidad, esa información es casi nula, la mayoría son mitos que pasaron de generación en generación, están exagerados como cualquier otro —se encoge de hombros—. No creo que te sirva de ayuda.

—Quiero saberlo —levanta los ojos a él—. Por favor, comandante —Arian suelta una bocanada de aire.

—No se sabe exactamente si es mito o leyenda, pero se dice que hace unos siete u ocho siglos existía una tribu con gemas de sangre, tenían un don que solo pertenecía a ellos y solo se podía llevar a cabo con los ojos escarlata, eran violentos y su promedio de vida bajo, asesinaban y peleaban por placer, incluso se dice que estaban malditos por el Ente de la venganza, llenandolos de una sed de sangre injustificada y obviamente por una sed de venganza descomunal —Dekka abraza sus piernas con la mano derecha ante las palabras de Arian—. Quien posee esos ojos solo vive y muere por la sangre, incluso se dice que otras tribus intervinieron haciendo una cacería de brujas contra ellos ya que eran un peligro, y que esa es la razón por la que los ojos escarlata son tan extravagantes hoy en día —Dekka aprieta los labios asimilando la información—. Los portadores de esos ojos cargan con la maldición de morir jóvenes y vivir por y para la sangre —finaliza Arian, viendo la tristeza reflejada en el semblante de Dekka.

—Es algo tonto creer en eso —susurra bajando la cabeza, dudando de las palabras dichas.

—Esos ojos cargan con maldiciones inventadas por gente ignorante...

—¿Y si fuera real? —Dekka sonríe triste, desconcertando a Arian.

—Es imposible que sea verdad, creí que eras más lógica —se cruza de brazos decepcionado.

—No soy supersticiosa, comandante, sin embargo solo quiero una excusa a sus muertes prematuras, aunque sea ilógica...

—Dekka...

—Dos de mis primos con ojos escarlata fueron asesinados en la masacre del 14 de junio, junto a otros dos y mi hermano, aunque ellos no poseían las gemas de sangre —sus ojos escarlata se cristalizan—. Después asesinaron a mi hermano con ojos escarlata frente a mí, yo estuve... —se detiene incapaz de proseguir ante aquel desgarrador recuerdo.

Era una noche normal y tranquila, Dekka veía la TV junto a Jason, su hermano mayor, el primogénito de sus padres, él tenía diez y ella cuatro. Fue a principios de noviembre, el aire frío anunciando el invierno entraba por el balcón abierto, Janka había salido a comprar las cosas faltantes para la cena y de paso iría por Dante a la carpintería como todos los días. Jason siempre le hablaba de Dan a Dekka, quien era dos años menor que Jason y había sido víctima de la masacre del 14 de junio del 1302 junto a cuatro de sus primos, como era muy pequeña Dekka no recuerda nada de él, lo conoció por fotos que Jason le mostró, Jason solía contarle de Dan con tristeza ya que se sentía culpable por su muerte, por no haberlo acompañado ese día como prometió.
Jason estaba decidido a ser militar pese a que sus padres lo odiaran, él deseaba cumplir el sueño de Dan, aunque también deseaba encontrar a los responsables de su muerte y hacer justicia.

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