Capítulo 37

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Harry

A partir de hoy mi vida sería ni más ni menos que una mierda. Giré mi cuerpo, entre las sábanas blancas, con la esperanza de que cuando volteé me encuentre con el rostro de Maia. Resoplé cuando no lo hice, como si de verdad creyera que había una posibilidad de que suceda. Nada de lo que estaba sucediendo estaba bien, sin embargo, la culpa era nuevamente mía. "¿Harry?" Escuché la voz de mi madre del otro lado de la habitación y aunque sabía que tenía que responderle, no lo hice, cruzando los dedos para que piense que aún estoy dormido. Hoy vendría el padre de Maia, a quién íbamos a recoger juntos, en nuestro coche, en el aeropuerto, a quién se suponía que íbamos a mostrarle nuestro nuevo apartamento, una vez más, juntos. Le insistí a Maia para que se quede aquí, mientras que yo podía vivir en el apartamento de Alex hasta encontrar algún apartamento para mi, no me respondió el mensaje, así que intenté nuevamente, pidiéndole que aunque sea acepte el coche como lo que era: un regalo de mi hacia ella. Tampoco respondió. Quería ir a su apartamento antiguo, quería caminar todas las calles en busca de ella, quería ir al hotel en busca de Ema para pedirle ayuda, sin embargo no lo hice, tanto Patrick, como Alex, me hicieron entender que Maia iba a estar cabreada, mucho más de lo que yo podía imaginar y obligarla a aguantar que yo le esté pidiendo perdón continuamente, agotando su espacio, no funcionaría de nada, por lo menos no funcionaría para bien, sino para peor. Escuché la puerta principal del apartamento abrir y cerrarse, indicándome que probablemente mi madre había salido. Froté las palmas de mis manos en mi rostro mientras que con la yema de mis dedos índices quitaba las pequeñas lagañas formadas en los ángulos internos de mis ojos. Sentía que en este momento no necesitaba ni a Alex, ni a Patrick, necesitaba a River, quién sé que me acompañaría a buscar a Maia, me ayudaría a hacer las cosas que yo quería hacer y las que me prohibían mis amigos, sin embargo River ya se había ido de Nueva York. Lo cuál me daba a entender que quizás era por algo, quizás si debía escuchar a Patrick y Alex, continuando en la senda en la que me encontraba. Dejando que Maia tenga su tiempo, su espacio, de mi. Por mucho que me duela tener que repetírmelo. Aproveché este momento, en que mi madre ya no estaba en el apartamento para salir de mi cama, vestirme y perderme una vez más en las calles de Nueva York, aunque esta vez tenía un destino programado. Me resultaba ilógico estar aquí, un lugar con el cual nunca me sentí identificado, un lugar que detestaba sólo por el simple hecho de que había quitado a Maia de mi lado, y aunque este último tiempo me encontré aquí con ella a mi lado nunca pude superar las ganas de vivir en cualquier lugar menos aquí. Este podría ser el momento, es decir, Maia ya no debe considerarme su novio, por lo tanto era el momento perfecto para irme de aquí, ¿Verdad? Pues no, este era el momento perfecto para quedarme. Para aguantar los días que podría llegar a pasar sólo y estar aquí para cuando Maia me perdone, no sería lo ideal que ella lo haga y yo esté en Inglaterra, podría perder mi oportunidad.

"Alex, soy yo," Respondí cuando escuché la voz de mi mejor amigo a través de la pequeña placa plateada que se encontraba pegada a la pared de su edificio, marcando todos los números de los apartamentos que se encontraban aquí dentro.

Alex no tardó más de cinco minutos en abrir la puerta y pude observar como en su rostro se dibujaba una mueca, mientras alzaba las cejas, "¿Has muerto y luego resucitado?" Puse mis ojos en blanco.

Pasé a su lado y caminé hasta el ascensor, que aún permanecía con las puertas abiertas, "Estoy al borde de perder a la única mujer que de verdad quiero a mi lado, si no es que ya la he perdido, ¿Qué esperabas? ¿A Brad Pitt?" El rió negando con la cabeza, aunque yo no estaba bromeando, "Lamento desilusionarte."

"Cálmate hermano, era sólo una broma," Apoyé mi espalda en el espejo dentro del ascensor y Alex presionó el pequeño botón a mi lado, marcando el numero ocho, "He finalizado la videollamada con Mitchell para atenderte, así que valorarme un poco."

Me encogí de hombros, "¿Le contaste lo que sucedió?" Asintió lentamente, "¿Por qué? Va odiarme," Resoplé.

"Es verdad, podría no habérselo contado, total, va a decírselo Maia," Soltó sus brazos en el aire cuando las puertas se volvieron a abrir de par en par, "¿Por qué has venido?"

Fruncí mi ceño, "¿Ahora no puedo venir?"

"Si que puedes idiota," Luego de adentrar sus llaves doradas dentro de la cerradura, abrió la puerta, permitiéndonos entrar a su apartamento, "Es sólo que me sorprende, con la tristeza que emanaste desde que viste a Maia en el hotel creí que nunca saldrías de tu habitación."

"No sé por qué mierda se lo dije," Me frustré ante mis acciones.

Alex se encogió de hombros mientras me dejaba caer en el sofá color ladrillo, "¿Porque es la verdad?"

"No tenía relevancia, Alex," El soltó aire por los orificios de su nariz y se sentó en el pequeño sofá de un sólo cuerpo que se encontraba a mi derecha, "Fue algo que no me importó, que no me cambió, que ni siquiera recuerdo," Quería continuar explicándome pero escuché una puerta del apartamento sonar, como si la hubieran cerrado y levanté mi mirada, pasando de Alex, "Sofia."

Daylight [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora