Capítulo 3

2.7K 330 45
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


“Todo el mundo es como la luna. Tiene un lado oscuro que no muestra a nadie”
Mark Twain.

Para mis padres siempre fui una niña normal. Siempre intentaban ayudarme con mis pesadillas y con mi problema de ansiedad. Hacían lo imposible para que pudiera acoplarme al mundo que me rodeaba pero era inútil cuando prácticamente era “la rara”  “la intrusa”

Desde pequeña veía sombras. A veces las veía mientras intentaba dormir, otras cuando comía o simplemente cuando jugaba. Para ese entonces era una simple niña, pensaba que eran mis compañeros, los únicos que estaban junto a mi y no me discriminaban.

Pero todo cambió desde ese día.

Era navidad, si mal no recuerdo tendría diez años. En esos tiempos amaba dibujar, sobre todo animales y paisajes. Fue entonces que mis padres me regalaron un libro, uno que a simple vista dirías que era viejo, que estaba desgastado, pero sencillamente yo lo amaba. 

Sus hojas estaban vacías al comienzo pero eso cambió cuando los primeros días empecé a llenarlas con dibujos. Algo normal para mis padres al principio pero después fue distinto.

Pasé de dibujar paisajes, personas, objetos... a símbolos extraños.

Lo más raro de todo era que aquellas sombras que llegué a creer que eran mis amigos intentaban lastimarme. Uno de ellos llenó de finos cortes mi brazo izquierdo. Muchas veces intentaban hacerlo de nuevo pero no sucedía, no cuando dibujaba aquellos símbolos. 

— Triqueta...—su respiración acariciaba mi cuello— También llamado nudo de la trinidad, ¿Qué hace una jovencita como tú dibujando eso? 

Estaba tan perdida en mis pensamientos que no me di cuenta de qué alguien estaba detrás de mi y de que, como siempre estaba dibujando aquellos símbolos sin sentido.

Pero ahora que recuerdo...

—¿Eres muda acaso?

Me di la vuelta para mirarlo.

Era Dylan, el chico más arrogante de la universidad y él que me causaba más intriga y desesperación.

—¿No me piensas responder?

No lo hice. Dylan observaba cada uno de mis movimientos y expresiones, sin perderse de nada cómo si en realidad buscara algo. Su vista iba de mi rostro hasta mi libro haciendo que inevitablemente mi mejillas ardieran.

—Te pongo nerviosa, ¿Verdad?—aquellas palabras mencionadas con esa sonrisa torcida solo hacía que mi corazón latiera a mil por hora, además de que hacía imposible poder pronunciar una palabra. 

—N-No...

Su sonrisa se ensancho.

—Tu tartamudez y lo tímida que eres me da entender otra cosa.

Alyssa ©Where stories live. Discover now