4. Mi llegada al hospital

37 3 0
                                    

23 de julio de 2012

El tiempo transcurría con lentitud. A pesar de que tenía mucho sueño, no pude evitar despertarme a la mitad de la noche. La tormenta había cesado, pero la oscuridad aún estaba presente. La luz era escasa, no podía observar lo que había más allá de mi cama; parecía que estaba perdida en lo más profundo de una cueva. Mi cuerpo anhelaba descansar, sin embargo, mis ojos no me lo permitían. Por ello, me los restregué un par de veces y encendí mi teléfono celular. El brillo de la pantalla estaba al cien por ciento, por lo que no pude evitar sentir un fuerte malestar en mis retinas.

—¡Maldita sea! Siempre olvido bajarle el brillo a este pedazo —mascullé.

Después de configurarlo, procedí a revisar mis redes sociales; cabe recalcar que no había nada interesante: publicidad estúpida y comentarios de gente cretina que cree saberlo todo, ya saben, lo típico. En ese momento, recibí un mensaje, eso me causó una gran confusión, porque nunca solía recibir mensajes de texto a altas horas de la noche. Mi curiosidad me martirizaba y por ende decidí abrirlo. Al instante, mis ojos entrecerrados se abrieron de una forma espeluznante, no podía creer lo que había visto: era un mensaje de Bryan. Mis manos temblaban como si tuviesen frío, ese hombre de verdad me hacía sentir nerviosa. El mensaje decía lo siguiente:



Bryan:

Hola, Viviana, ¿cómo estás? Sé que es extraño enviarte un mensaje a media noche y me disculpo por ello. No he podido dormir nada. Revisando mis notificaciones, casualmente, vi que estabas en línea en Facebook, por lo que no dudé en iniciar una conversación. ¿Te gustaría platicar un rato?



Después de concluir con la lectura, corrí a responderle.



Viviana:

¡Hola, Bryan! Yo estoy muy bien, ¿y tú? No te preocupes por el mensaje, déjame decirte que yo tampoco he podido dormir y pues, me encuentro algo aburrida.

Bryan:

Yo por mi parte me encuentro de maravilla, Viviana, gracias por preguntar. ¿En serio? Vaya, esta es una prueba más de que ambos estamos conectados. :)

Viviana:

Tienes razón, cada día compruebo que estamos hechos el uno para el otro.



Ya eran las dos de la madrugada. Había perdido por completo la noción del tiempo. Observé el reloj y sentí un escalofrío: sabía que levantarme para ir al hospital sería una tortura.



Bryan:

¡Discúlpame, Viviana! Mira la hora que es, te estoy quitando tus horas de sueño, soy un torpe. :(

Viviana:

¡Ay, Bryan, no pasa nada! De hecho, me quiero disculpar, ya que tú también tienes que amanecer descansado para acompañarnos al hospital.

Bryan:

No tienes por qué disculparte. Descansa, nos vemos mañana.

Viviana:

Una Vida FelizWhere stories live. Discover now