18. La caída de la quinta rosa

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17 de enero de 2013

Sentí que regresé al punto de partida. Al principio estaba sola, después llegaron mis amigas y lograron ayudarme a salir de la oscuridad en la que vivía, pero ahora, la mayoría de ellas han fallecido. La única persona que me queda es Raquel, sin embargo, a ella tampoco le queda mucho tiempo de vida y eso me deprime en gran manera.

Como recordarán, Raquel presentaba un serio caso de cáncer pulmonar y le quedaban cinco meses de vida. Durante mucho tiempo, se intentó contrarrestar los efectos más destructivos de la enfermedad para poder así alargar un poco más su vida, no obstante, ningún tratamiento dio buenos resultados. Lamentablemente, solo le quedan tres días de vida. Ella siempre pasa sonriendo y trata de no transmitir tristeza. Me impresiona el hecho de que ella ya está lista para dejar este mundo. Yo también sonrío junto a mi amiga para que no se sienta sola. Ambas estamos muy alegres.

Las camillas de Francini, Fiorella, Sharon y Teresa, ya no están; en la habitación se escucha algo de eco.

—¿Te sientes mejor, Raquel? —le pregunté en voz baja.

—Bueno, si te soy sincera, me siento inútil.

Reímos juntas.

—Me alegra haberlas conocido —agregó la mujer.

—Ya somos dos —respondí mientras contemplaba el deslumbrante atardecer.

—Me pegaste la maña de mirar el cielo.

—Sí, te lo dije, es maravilloso y relajante.

—Estoy totalmente de acuerdo contigo. Este es un fenómeno incomparable. —Raquel abrió sus ojos como platos y chasqueó los dedos—. Oye, ¿por qué no vamos a la cafetería que fuimos la última vez?

—Oh, no, Raquel, ¿estás loca? La última vez que fuimos allá casi no regresamos. Además, en nuestro estado no creo que soportemos estar tanto de pie —respondí, triste.

—Pero, sabes que esta será la última vez, ¿verdad?

Me levanté de la silla y corrí hacia ella, la abracé con todas mis fuerzas y le dije:

—¡Por favor, no me dejes sola! —sollocé.

—Tú nunca estarás sola, Vivi...

Ambas lloramos por varios minutos, ninguna de las dos quería irse de este mundo. Este ha sido uno de los momentos más sentimentales de mi vida. Me siento feliz de que Raquel me propusiera ese magnífico plan; estaba ansiosa por ir de nuevo a esa extraordinaria cafetería, porque sé que esta será la última vez que visitaremos dicho lugar.

18 de enero de 2013

El día de hoy estábamos un poco débiles, tratamos de no tomarle mucha importancia; sin embargo, por cada paso que dábamos, sentíamos que un clavo caliente penetraba nuestros pies. Me levanté de mi camilla y me lavé la cara. Al observarme en el espejo, pude notar que tenía unas ojeras gigantescas, mi tez estaba algo pálida y las venas del cuerpo se me remarcaban en la piel.

—Vaya, me veo acabada... —reí.

Al salir del baño, noté que Raquel estaba realizando el plan: camuflaba las almohadas con las sábanas y acomodaba todo para evitar sospechas. Instantáneamente le dije:

—Es muy temprano, ¿no crees?

—Lo sé, pero lo hago desde ya porque sé que se me va a olvidar. —Soltó una risilla—. ¿Te gustaría ir al jardín?

—De acuerdo —contesté, esbozando una sonrisa.

Horas más tarde

Yo sé que lo he mencionado varias veces, pero debo recalcarlo cuantas veces sea necesario: no puedo escribir todo lo que pasa en un día. Es algo imposible.

Una Vida FelizWhere stories live. Discover now