Revelaciónes

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La mañana había llegado y el tiempo de espera e incertidumbre por lo que posiblemente pasaría con la nueva amenaza había terminado y tendrían de seguro respuestas pronto. El día parecía prometedor, tranquilo y hermoso, el sol brillaba con intensidad sobre un cielo despejado en su totalidad, el viento era ligero y suave junto a los trinos de algunas aves.

Todos estaban allí, despidiéndose de Seiya y de Saori que estaban apunto de partir de Japón para poder ir a Grecia hasta el santuario y de allí directamente al Olimpo. El viaje que solía hacer Saori de un lado para otro duraba al menos dos días tomando en cuenta que se irían en uno de los jets privados más rápidos con los que Saori contaba.

Les había dicho a ellos que se mantuvieran tranquilos y que siguieran con los planes que tenían para aquel día, aunque todos parecían totalmente concentrados en lo que pasaría por lo que en realidad ninguno tenía planes que llevar a cabo. Aome había ayudado bastante el día anterior a despejar un poco las inquietudes de sus amigos, conocerla había encantado a los chicos y ni que decir de Saori, ella había acaparado a la azabache para cosas que ellas definieron de chicas, y Aome al conocerla a ella también se sintió bastante afortunada. Agradeció en ese momento que ella hubiera aparecido, quizás no fue a la época antigua con ella pero se la pasaron bien.

Le había ayudado un poco en otras cosas como el avanzar en los estudios tanto de ella como de él. A diferencia de Aome él no iba a ninguna escuela ni colegio, estudiaba de manera individual con ayuda de uno que otro maestro particular que Saori le otorgaba tanto a él como a sus amigos.

Pensó en ir con Aome nuevamente a la era feudal para ayudar un poco mientras aprovechaba para distraerse de todo, no sabía si podría seguir visitandola después, estaba seguro de que le tendría que limitar sus visitas en un futuro cercano para mantenerla a salvo, las disputas entre los dioses y seres que tengan que ver con ellos no eran precisamente la definición de algo seguro, y estaba seguro de que el peligro era mayor que el de los demonios a los que su amiga se enfrentaba.

Pensaba que era algo egoísta. Ella le mostraba abiertamente su mundo, le confiaba su secreto y él no se atrevía a decirle quien era en realidad, no debía por ningún motivo si es que quería mantenerla a salvo, estaba dispuesto a decírselo antes del regreso de su diosa muy a pesar de que estaba consciente de que eso acabaría con la amistad que tenían y eso le hacía sentir un malestar que le lastimaba.

Podría ser que fueron egoístas al pensar siquiera que sus problemas se acabarían con Hades, le parecía que al final su esfuerzo no valió lo necesario, ante este nuevo enemigo tendrían que revivir uno viejo que le seguía atormentado en sueños y que habría preferido olvidar, porque está vez no sabía si podía perdonar aunque quisiera.

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El viaje desde Japón no tardaría más que unas horas y solamente estaban ellos dos, Saori se había quedado en uno de los asientos delanteros mientras que Seiya se mantuvo en unos de los de atrás que tenían una forma un poco más cómoda para viajes largos con algo de comida que le habían ofrecido una de las dos jovencitas que estaban también para acompañar y servir a cualquiera de los dos.

El silencio era lo que más predominaba con excepción de una de las televisiones de plasma que estaban instaladas para el entretenimiento de los pasajeros, no había nada interesante y sólo la habían mantenido prendida para tener algo de ruido que los distrajera de la tensión que ambos sentían.

Seiya se acerco a su diosa cuando terminó lo que tenía en su plato para tratar de saber si podía de alguna manera mejorar sus ánimos, aunque ella parecía más concentrada en otras cosas, se distraía con unos cuantos papeles de la fundación que parecían importantes y que no sabía de que trataban en específico, en esa clase de temas Shun era mejor para consultar, era el único de ellos que se enteraba de esos asuntos.

un viaje al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora