Los secretos no siempre permanecen escondidos

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Las olas golpeaban con fuerza las rocas de la orilla y la arena blanca que permanecía casi intacta al contacto de seres humanos, haciendo que el sonido provocado le relajara, era natural que así fuera, el océano era su dominio y territorio.

En esa playa virgen podía sentir algo inquietante y poco usual, un cosmo que estaba seguro de que nadie más podría sentir que lo llamaba. Conocía a lo que se enfrentaría porque esa presencia era inquietante, poco usual pero no por ello desconocida.

El lugar que estaba pisando era uno que no se encontraba a la vista de los seres humanos pero que contenía algo muy importante, demasiado para esperar, en cuanto lo supo se encargó de dejar un mensaje para el resto de los dioses a una de sus pocas sirenas sobrevivientes y partió de inmediato.

Aquella isla con gran extensión de tierra, oculta por el cosmo imperceptible de los dioses tenía algo que aquel ser recién liberado no debía de siquiera tocar, estarían en problemas si lo hiciera.

Sus pasos lo guiaron hasta un templo oculto en lo profundo de la isla entre árboles con un estilo diferente al que estaba acostumbrado, las columnas no eran de un estilo griego ni tenía el tipo de decoración ni estilo, más bien eran de otro tipo.

Piedra café tallada con esmero y cuidado pero descuidado en cuanto a los detalles estéticos, siendo contrarrestado con las estatuas de la misma piedra, serpientes adornadas con plumas, varias de ellas alrededor del templo y una gigante que parecía custodiar desde el techo del templo el lugar. Abandonado pero no tan destruido por el tiempo como debería de estar.

Al estar en el interior un escalofrío paso por todo su cuerpo humano y al instante las antorchas que permanecían apagadas a los lados de los muros de la entrada y muros que iban en una dirección fija que no dudo en seguir.

Una cámara única dentro de aquel templo, y un altar que parecía congelado en piedra, en cuyo centro se notaba con extrema facilidad un ave gigante mucho más detallada, de cuerpo pequeño y frágil, alas lo suficientemente grandes para su pequeño cuerpo con plumas de cola más grandes que todo su cuerpo, el doble, casi el triple de largo.

Frente al ave, sentado de manera tranquila y cepillando su rojizo cabello largo con un simple peine de madera en colores llamativos, fuertes y vivaces, estaba a quien menos quería ver en ese lugar que era el que menos deseaba visitar en un momento totalmente inapropiado.

- No pareces contento de verme.

Ambos tonos de azul chocaron al encontrarse, azul entre morado de las dos almas que permanecían en ese cuerpo humano, y el azul como el cielo y océano del dios de los mares, Poseidón. Un par de miradas que no expresaban más que desagrado mutuo.

Poseidón- por supuesto que no, quizás hubo un tiempo en el que me hubiese gustado verte, pero esos tiempos están en el olvido para ambos.

El aire hostil que se percibía tan solo en el aire era bastante pesado, mientras que Poseidón simplemente veía el lugar donde él estaba sentado <demasiado cerca> era lo único que pensaba y trataba de encontrar una manera en la que pudiera alejarlo de aquel lugar lo suficiente para no dañar nada.

Azael- sabes lo que hay en este lugar.- señaló con sus manos todo el templo de manera casi exagerada- y sabes lo que es esto...- señaló está vez al ave de piedra con una mano de forma elegante.- ¿me equívoco?

Poseidón- dejate de juegos, ¿qué haces aquí? Estoy seguro de que no llegaste de casualidad a este lugar.

Sintió diversión al escuchar esas palabras, tan agresivas que podía darse cuenta a pesar del tono pasivo que uso, tan común en él. Sabía que Poseidón aún enojado usaba siempre un tono tranquilo según recordaba, hay cosas que nunca cambian.

un viaje al pasadoWhere stories live. Discover now