Último tiempo de paz

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Caminaba por los caminos olvidados llenos de polvo, sin ningún guerrero para pararlo a la vista, extraño, fue lo que pensó al principio y percibió residuos de cosmo alrededor de aquellos lugares abandonados incluso desde lejos. Una de sus estúpidas guerras santas de seguro.

Le enojaba que todo lo que sé supone que habían construido se viniera abajo por nada. Nadie le detendría y eso le agradaba y a la vez aburría bastante. Los espectros habían desaparecido, las almas de los pecadores apenas seguían el curso impuesto por el transe en el que eran sumidos tras la muerte hacía sus propias condenas, lo único bueno que esos inútiles dioses podían haber hecho y no quería saber ni siquiera él estado que tendría la tierra de los humanos ahora, le asqueaba.

Los espectros de Hades, muertos de seguro y gracias a eso podía pasearse por el inframundo como si fuera el jardín de su antiguo templo, pasaba por las prisiones hasta el río aqueronte y después hasta la última de ellas donde se supone que Hades debería de estar presente normalmente al pendiente de su propio infierno de mortales. Patético.

Busco durante un tiempo algo que le sirviera a sus propósitos pero no encontró nada más que un viejo y a la vez reciente recuerdo de una batalla bastante grande que recreaba cada vez que podía y se aburría. Athena. Esa diosa contra su propio tío Hades, y no parecía haber duda de quien salió victorioso, el inframundo estaba en ruinas, no había cosmo alguno que levantara las piedras para ponerlas en su lugar ni que tampoco borrara las huellas que el enfrentamiento dejo a su paso con una excepción. El muro de los lamentos que se había cerrado tras su paso porque su prisión estaba oculta entre el muro y el camino de los dioses que llevaba a los campos Elíseos y que encontró sellado, cuando daba un paso lejos de ese lugar sólo guiado por el único camino lógico que había y al salir el muro se cerró.

Pedazos y astillas de sapuris fue lo único que encontró así que en su aburrimiento y frustración se quedó sentado durante largo rato en mismo trono que le perteneceria al dios del inframundo con tal de recordar viejos tiempos y tener otra perspectiva de la situación. No estaría sólo por mucho tiempo, su cosmo en aquel descuidado impulso llamaría la atención de todos los que fueran capaces de sentir o de detectar el cosmo incluso en lugares como el Olimpo.

Sus ojos azules vieron las columnas carentes totalmente de cualquier decoración que le diera alguna pista de que hacer, aunque de haber es seguro que estaría todo destrozado, varias columnas estaban en el suelo rasgado también. Paso sus pálidas manos por los detalles de esa silla parecida a un trono. Detalló cada uno de los grabados en la madera casi inmortal, y la tela que había para dar comodidad antes de sentarse, sin joyas, solamente esos grabados sin forma alguna pero elegantes y finos con detalles azules, al igual que las alas de murciélago a cada lado algo decente en ese abandonado campo de batalla.

- vaya, vaya, ¿Qué tenemos aquí?

Se levantó y dio una vuelta alrededor de esa silla mientras una sonrisa se mantenía tranquila y serena.

- ¿no te aburrira un salón tan vacío? Es de mal gusto pasar la eternidad en un lugar así de desprovisto Hades.

El pelinegro sonrió y aquellos ojos más claros que los suyos parecieron brillar bañados en gracia.

- ¿te parece aburrido? Puedes aportar algo si eso te complace.

Tiro la silla una vez se levantó, hacía las escaleras produciendo un ruido fuerte en aquella sala totalmente sumida en el silencio al caer por las escaleras que aún permanecían casi intactas.

un viaje al pasadoWhere stories live. Discover now