8 - Melly

146 25 4
                                    

Mis manos tiemblan. Me gustaría decir que es algo normal y que forma parte de algún tonto ritual que sucede en la previa de grabar cada uno de mis videos. Pero no es así y me siento demasiado estúpida de que esté sucediendo.

Estoy nerviosa.

Estoy demasiado nerviosa.

El problema ni siquiera son sólo mis manos, sino que tengo un nudo en el estómago que está logrando que hasta tragar se convierta en algo parecido a un deporte olímpico.

Mientras intento no morir, dejando que mi corazón sucumba ante el estrés, cruzada de piernas en uno de los sillones frente a la televisión y con la mirada fija en la nada misma, Parker no deja de dar vueltas por mi apartamento, riendo como si la situación en la que me encuentro fuera lo mejor que le pasó en la vida.

Si a estas alturas de mi vida no supiera lo difícil que es conseguir nuevos amigos, creo que haría campaña para conseguirme todo un grupo de ellos. O al menos un par para tenerlos como repuesto en situaciones extremas, como por ejemplo esta, dado que estoy a punto de mandar a mi mejor amigo al lugar de donde vino al mundo.

Bueno, no... no realmente. Los buenos modales inculcados por mis padres, me guste o no, siguen ahí presentes, así que jamás haría nada como eso a menos que esté realmente enojada (creo). Y no es como que no esté acostumbrada a que mis amigos se rían de mí.

Por eso mismo decido que lo mejor es tomar una profunda inspiración e intentar ordenar mis chakras. Donde sea que se encuentren. Incluso cierro mis ojos, esperando con eso tener un mejor resultado.

Unos trescientos sesenta y cinco segundos más tarde escucho a alguien aclararse la garganta frente a mí y al abrir los ojos me encuentro con Parks sonriéndome. La diversión aún está en su mirada, pero al menos está conteniendo sus risas.

-Las luces están ya acomodadas, al igual que las dos cámaras que me pediste. La tercera quedó en tu escritorio. Todas tienen la batería llena y la memoria completamente disponible. Incluso están balanceadas. Todo está perfecto para comenzar a usarse, ¿sí?

Sólo asiento.

Un tiempo atrás ninguno de los dos tenía idea de cómo balancear una cámara. Ni siquiera sabíamos cómo colocarla en un trípode sin que el mundo se nos viniera abajo. La mayoría de las cosas las fuimos aprendiendo a prueba y error, y a base de un millón de tutoriales de Internet. No digo que seamos expertos en esto, porque no lo somos, pero sí estoy convencida de que hacemos un buen trabajo para que todo nos salga lo mejor posible.

El pensar en eso hace que le muestre a mi amigo mi primera sonrisa del día.

-Gracias, Parks.

Él se encoge de hombros y me devuelve la sonrisa, antes de sentarse a mi lado.

-No hay problema –aun sosteniéndome la mirada se estira hasta tomar mis manos-. ¿Estás bien? –asiento-. ¿Estás segura de que quieres hacer esto? –muchos más asentimientos y entonces hace la pregunta del siglo-. ¿Por qué demonios estás tan nerviosa?

Esta vez no puedo evitar suspirar. Él me suelta las manos y yo las pongo debajo de mis piernas, sólo porque tengo miedo de comenzar a comerme las uñas, un hábito que mi madre me obligó a abandonar cuando tenía entre ocho y nueve años.

Antes de contestar pienso en la pregunta de Parks, realmente lo hago. Sobre todo, porque también me estuve preguntando lo mismo desde que abrí los ojos esta mañana y vi que tenía un nuevo mensaje de Bradley confirmándome la hora en la que más o menos llegaría. Hora para la que no falta necesariamente mucho.

Aunque, para ser sincera, los nervios no comenzaron esta mañana, sino el pasado martes por la noche, cuando después de sólo un día de haber estado molestándolo el chef decidió aceptar mi propuesta.

El Juego Termina Contigo [ GAME OVER #1 ]Where stories live. Discover now