19 - Melly

164 19 0
                                    

A veces, estar con una persona resulta demasiado fácil.

Por ejemplo ahora, mientras me encuentro en el sofá junto a Bradley, con una copa de vino en una mano y una porción de pizza en la otra, señalando a la pantalla de mi televisión porque no puedo contener una nueva crítica hacia la película que estamos viendo. Película de la cual ya no recuerdo el nombre, pero ese no es el punto, porque estoy segura de que la reacción obvia a un perro rabioso medio zombie sería comenzar a correr, pero al parecer los protagonistas de esta película no piensan igual que yo.

Suele suceder.

Mis críticas constantes parecen ser del agrado de Bradley, ya que no ha dejado de reír desde que la pusimos y estoy bastante segura de que sus ojos han estado sobre mí en casi todo ese tiempo. No me molesta, para ser sincera, pero las mariposas en mi estómago no se han calmado ni un poco desde su beso.

Si es que son mariposas, porque a estas alturas comienzo a dudarlo. No me entra en la cabeza que un bicho tan lindo a la vista pueda ser tan molesto. Es mucho más probable que algo haya ido mal conmigo y que mis mariposas sean en realidad avispas que están intentando asesinarme.

O quizás sólo se trate de un efecto secundario de todo el café que estuve tomando a lo largo de la tarde. Porque alguien debía probarlos para comprobar qué tal estaban, ¿verdad? No estaban bien. Ninguno de ellos estaba bien.

Al menos estoy despierta y probablemente así me quede durante el resto de la noche, porque quizás tampoco debería haber mezclado ese medicamento con el vino que estoy tomando.

O tal vez sólo sea Bradley.

Me llevo la pizza a la boca una vez más justo cuando uno de los idiotas de la película finalmente saca un bate de baseball –porque nunca puede faltar el bate- para asesinar al perro que en realidad ya está muerto y termino soltando un gruñido hacia el techo. Claro que con la boca llena me termino ahogando, y no puedo hacer mucho al respecto teniendo ambas manos ocupadas, por lo que Bradley –sin dejar de reír- me saca la porción de pizza a medio comer y la deja encima de la mesa.

Con una mano libre me las arreglo para dar unas palmaditas en mi pecho hasta que la pizza sigue su camino y, para ayudarla, vuelvo a tomar un trago de vino.

Cuando siento que no voy a morir atragantada pero sí de pura humillación, me giro hacia Bradley con las mejillas al rojo vivo. Él simplemente me sonríe.

-Lo siento, soy un desastre.

Finalmente, suelta una carcajada.

-No puedo discutir con esa lógica.

Suelto un largo suspiro y señalo hacia la televisión.

-Pero mira, no es mi culpa que ellos sean unos completos idiotas.

-Tu elegiste la película, Amelia.

-Sí, porque pensé que me iba a hacer reír, no a generar puro odio.

-Podemos elegir otra.

-¿Y quedarnos con la duda de cómo termina? –suelto un bufido y me acerco a él, acurrucándome a su lado como si fuera lo más normal del mundo y llevando la copa a mis labios una vez más-. Ni hablar, Bradley Page. Ahora nos toca sufrir en silencio.

-¿Prometes que será en silencio?

Le doy un ligero codazo que lo hace reír y trato de volver a concentrarme en la película, claro que es algo imposible porque cometí el error de apoyarme contra su cuerpo y creo que después de cómo aquel beso me hizo sentir debería estar sentada a unos tres metros de distancia.

Me aferro a mi copa de vino, como para asegurarme de tener las manos ocupadas, y trato de recordar el pensamiento de que a veces estar con una persona puede resultar demasiado fácil. Aunque puede que ese sea el problema en este caso, porque estar con Bradley se siente como algo que ya he hecho unas mil veces y que quiero hacer otras mil veces más.

El Juego Termina Contigo [ GAME OVER #1 ]Onde histórias criam vida. Descubra agora