13 - Melly

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Voy a matar a Parker.

Nos conocemos desde hace varios años y durante todo ese tiempo hubo muchas situaciones en las que hemos estado en desacuerdo. Lo que es normal, porque si bien somos buenos amigos tenemos distintas personalidades y distintas formas de hacer las cosas. Algunas de esas diferencias terminaron en discusiones, muy pocas en gritos, muchas menos en intentos de asesinato.

Hoy, sin embargo, estoy bastante convencida de que es el día.

Quizás, si no fuera porque llegó a mi casa a las seis de la mañana y comenzó a golpear la puerta como si el mundo se estuviera terminando, las cosas no tendrían que llegar a algo tan extremo. Quizás, si él no se hubiera olvidado de decirme que teníamos planes para casi todo el día yo no estaría sosteniendo este cuchillo ya pensando en cuál sería la mejor forma de clavarlo en su espalda. Quizás, si yo no estuviera en mis días, no tendría ahora lágrimas en mis ojos sólo por pensar en que no puedo matar a Parker en mi apartamento, porque luego sería yo quien tendría que limpiar la sangre.

-Lo siento, Amy –repite mi amigo como por quinta vez desde que atravesó la puerta de mi apartamento hace unos quince minutos, mientras me saca el cuchillo de la mantequilla de la mano y comienza a prepararse su propia tostada-. Estaba seguro que habíamos hablado de todo esto, pero supongo que no.

-¿Tú crees?

Se encoge de hombros, totalmente ajeno a que me encuentro al borde de las lágrimas y se lleva la tostada a la boca. Sus siguientes palabras tengo que adivinarlas mientras habla sin dejar de masticar.

-Llamaron el miércoles para confirmar el horario. Quieren que estemos ahí temprano para probar todo, cosa de no encontrarnos con ninguna sorpresa. Los ganadores llegarán a eso del mediodía y calculo que estaremos ahí hasta cerca de las cinco, con suerte.

Realmente quiero llorar.

-¿Y tiene que ser hoy?

Frunce el ceño, pero no alza la vista para observarme.

-¿A qué te refieres con si tiene que ser hoy? Confirmaron la fecha hace semanas, Melly. Por supuesto que tiene que ser hoy.

Y ahí es cuando la primera lágrima comienza a caer.

-¡Deberías habérmelo dicho antes!

Mi amigo finalmente alza la mirada, les da un rápido vistazo a mis ojos llorosos y se lleva lo que queda de su tostada a la boca. Esta vez, al menos, no vuelve a hablar hasta que termina de masticar.

-Primero, ¿cuál es tu problema? Segundo, no tendría que habértelo dicho antes porque fuiste tú quien aceptó hacer lo de este sorteo y quien, semanas atrás, confirmó la fecha con los organizadores. Tercero... ¿cuál es tu problema?

Quiero gritarle que él es mi problema, que las seis de la mañana son mi maldito problema, que tener ocupado todo este domingo en particular es definitivamente mi problema. Pero justo cuando una nueva lágrima está a punto de caer comienzo a recordarlo.

Casi un mes atrás, un local de juegos arcade se comunicó conmigo con una de esas propuestas que no se oyen todos los días. Estaban renovando su negocio y buscando una buena forma de hacerle publicidad, entonces decidieron hacer un sorteo. Habían oído de mi hacía poco y les pareció buena idea preguntarme si no quería ser, algo así, como el gran premio.

Ellos se encargarían de promocionar el concurso, en el que los participantes –cualquier persona entre trece y veinticinco años- podían anotarse a través de internet y podían ser seleccionados para pasar varias horas en su local, jugando videojuegos gratis y conmigo.

Me pareció una idea genial. No sólo porque amo los juegos de arcade, sino porque realmente me gusta pasar el rato con gente que los ama tanto como yo. Además, me permitirían filmar toda la experiencia, lo que podría transformarse en un buen video para mi canal.

El Juego Termina Contigo [ GAME OVER #1 ]Where stories live. Discover now