capitulo 30

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La señora Pomfrey insistió en que naruto se quedara en la enfermería el fin de semana. El muchacho no se quejó, pero no le permitió que tirara los restos de la Nimbus 2.000. Sabía que era una tontería y que la Nimbus no podía repararse, pero naruto no podía evitarlo. Era como perder a uno de sus mejores amigos.

Lo visitó gente sin parar; todos con la intención de infundirle ánimos. Hagrid le envió unas flores llenas de tijeretas y que parecían coles amarillas, Ginny Weasley, su novia, lo visitaba cada vez que podía y alegraba su mañana, tarde o noche.

El equipo de Gryffindor volvió a visitarlo el domingo por la mañana, esta vez con Wood, que aseguró a naruto con voz de ultratumba que no lo culpaba en absoluto. Ron, Harry y Hermione no se iban hasta que llegaba la noche. Pero nada de cuanto dijera o hiciese nadie podía aliviar a naruto, porque los demás sólo conocían la mitad de lo que le preocupaba.

No había dicho nada a nadie acerca del perro negro que vio, ni siquiera a Harry, Ron y a Hermione, porque sabía que Ron y Harry se asustarían y Hermione se burlaría.

Y luego estaban los dementores. Naruto se sentía muy humillado cada vez que pensaba en ellos. Todo el mundo decía que los dementores eran espantosos, pero nadie se desmayaba al verlos... Nadie más oía en su cabeza el eco de los gritos de la madre de su mejor amigo antes de morir.

Porque naruto sabía ya de quién era aquella voz que gritaba. En la enfermería, desvelado durante la noche, contemplando las rayas que la luz de la luna dibujaba en el techo, oía sus palabras una y otra vez. Cuando se le acercaban los dementores, oía los últimos gritos de la madre de Harry, su afán por protegerlo a él, y a Harry de lord Voldemort, y las carcajadas de lord Voldemort antes de matarla... naruto dormía irregularmente, sumergiéndose en sueños plagados de manos corruptas y viscosas y de gritos de terror, y se despertaba sobresaltado para volver a oír los gritos

Fue un alivio regresar el lunes al bullicio del colegio, donde estaba obligado a pensar en otras cosas, aunque tuviera que soportar las burlas de Draco Malfoy.

Malfoy no cabía en sí de gozo por la derrota de Gryffindor. Por fin se había quitado las vendas y lo había celebrado parodiando la caída de Harry. La mayor parte de la siguiente clase de Pociones la pasó Malfoy imitando por toda la mazmorra a los dementores.

Llegó un momento en que Ron no pudo
soportarlo más y le arrojó un corazón de cocodrilo grande y viscoso. Le dio en la cara y consiguió que Snape le quitara cincuenta puntos a Gryffindor.

-Si Snape vuelve a dar la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, me pondré enfermo -explicó Ron, mientras se dirigían al aula de Lupin, tras el almuerzo-. Mira a ver quién está, Hermione.

Hermione se asomó al aula.

-¡Estupendo!

El profesor Lupin había vuelto al aula. Ciertamente, tenía aspecto de convaleciente. Las togas de siempre le quedaban grandes y tenía ojeras. Sin
embargo, sonrió a los alumnos mientras se sentaban, y ellos prorrumpieron inmediatamente en quejas sobre el comportamiento de Snape durante la
enfermedad de Lupin.

-No es justo. Sólo estaba haciendo una sustitución ¿Por qué tenía que mandarnos trabajo?

-No sabemos nada sobre los hombres lobo...

-¡... dos pergaminos!

-¿Le dijeron al profesor Snape que todavía no habíamos llegado ahí? -
preguntó el profesor Lupin, frunciendo un poco el entrecejo. Volvió a producirse un barullo.

-Si, pero dijo que íbamos muy atrasados...

-... no nos escuchó...

-¡... dos pergaminos!

El HerederoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon