capítulo 32

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Naruto sabía que la intención de Hermione había sido buena, pero eso no le impidió enfadarse un poco con ella. Era el propietario de la mejor escoba del mundo y, por culpa de Hermione, pudo haberle sido quitada


Ron también estaba enfadado con Hermione. En su opinión, desmontar una Saeta de Fuego completamente nueva era un crimen (Ron le había contado que la profesora McGonagall planeaba desmontar la escoba). Hermione, que seguía convencida de que había hecho lo que debía, comenzó a evitar la sala común.


Harry, naruto y Ron supusieron que se había refugiado en la biblioteca y no intentaron persuadirla de que saliera de allí. Se alegraron de que el resto del colegio regresara poco después de Año Nuevo y la torre de Gryffindor volviera a estar abarrotada de gente y de bullicio.

Wood buscó a naruto la noche anterior al comienzo de las clases.

-¿Qué tal las Navidades? -preguntó. Y luego, sin esperar respuesta, se sentó, bajó la voz y dijo-: He estado meditando durante las vacaciones, naruto. Después del último partido, ¿sabes? Si los dementores acuden al siguiente... no nos podemos permitir que tú... bueno...

Wood se quedó callado, con cara de sentirse incómodo.

-El profesor Lupin me dijo que me daría unas clases para ahuyentar a los dementores. Comenzaremos esta semana-dijo naruto rápidamente

-Ya -dijo Wood. Su rostro se animó-. Bueno, en ese caso... Realmente no quería perderte como buscador; naruto. ¿Has comprado ya otra escoba?

-Le regalaron una Saeta de Fuego en Navidad -dijo Ron.

-¿Una Saeta de Fuego? ¡No! ¿En serio? ¿Una Saeta de Fuego de verdad?

Naruto asintió. Subió por la escoba y cuando bajó escucho a Wood dar un gritito de emoción

-¡increíble! ¡las nimbus 2001 de Slytherin palidecen a su lado! ¡tenemos el partido en el bolsillo!



Las clases comenzaron al día siguiente. Lo último que deseaba nadie una mañana de enero era pasar dos horas en una fila en el patio, pero Hagrid había encendido una hoguera de salamandras, para su propio disfrute, y pasaron una clase inusualmente agradable recogiendo leña seca y hojarasca para mantener vivo el fuego, mientras las salamandras, a las que les gustaban las llamas, correteaban de un lado para otro de los troncos incandescentes que se iban
desmoronando.

La primera clase de Adivinación del nuevo trimestre fue mucho menos divertida. La profesora Trelawney les enseñaba ahora quiromancia y se apresuró a informar a Harry de que tenía la línea de la vida más corta que había visto nunca.

A la que naruto tenía ganas de acudir era a la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Después de la conversación con Wood, quería comenzar las clases contra los dementores tan pronto como fuera posible.

-Ah, sí -dijo Lupin, cuando naruto le recordó su promesa al final de la clase-. Veamos... ¿qué te parece el jueves a las ocho de la tarde? El aula de Historia de la Magia será bastante grande... Tendré que pensar detenidamente en esto... No podemos traer a un dementor de verdad al castillo para practicar...

-Aún parece enfermo, ¿verdad? -dijo Ron por el pasillo, camino del Gran Comedor-. ¿Qué crees que le pasa?

Oyeron un «chist» de impaciencia detrás de ellos. Era Hermione, que había estado sentada a los pies de una armadura, ordenando la mochila, tan llena de libros que no se cerraba.

-¿Por qué nos chistas? -le preguntó Ron irritado.

-Por nada -dijo Hermione con altivez, echándose la mochila al hombro.

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