capitulo 33

1.4K 100 22
                                    

En la torre de Gryffindor nadie pudo dormir aquella noche. Sabían que el castillo estaba volviendo a ser rastreado y todo el colegio permaneció despierto en la sala común, esperando a saber si habían atrapado a Black o no. Naruto estuvo abrazando toda la noche a Ginny que, asustada, no se separó de él toda la noche, hasta que la profesora McGonagall volvió al amanecer para decir que se había vuelto a escapar.

Por cualquier sitio por el que pasaran al día siguiente encontraban medidas de seguridad más rigurosas. El profesor Flitwick instruía a las puertas principales para que reconocieran una foto de Sirius Black. Filch iba por los pasillos, tapándolo todo con tablas, desde las pequeñas grietas de las paredes hasta las ratoneras.

Sir Cadogan fue despedido. Lo devolvieron al solitario descansillo del piso séptimo y lo reemplazó la señora gorda. Había sido
restaurada magistralmente, pero continuaba muy nerviosa, y accedió a regresar a su trabajo sólo si contaba con protección. Contrataron a un grupo de hoscos troles de seguridad para protegerla.

Recorrían el pasillo formando un grupo amenazador; hablando entre gruñidos y comparando el tamaño de sus porras.
Naruto no pudo dejar de notar que la estatua de la bruja tuerta del tercer piso seguía sin protección y despejada. Parecía que Fred y George estaban en lo cierto al pensar que ellos, y ahora naruto, Harry, Ron y Hermione, eran los únicos que sabían que allí estaba la entrada de un pasadizo secreto.

-¿Crees que deberíamos decírselo a alguien? -preguntó Harry a naruto y a Ron

-Sabemos que no entra por Honeydukes -dijo Ron-. Si hubieran forzado la entrada de la tienda, lo habríamos oído.

Naruto se alivió de que Ron lo viera así. Si la bruja tuerta se tapara también con tablas, ya no podría volver a Hogsmeade.
Ron se convirtió de repente en una celebridad. Por primera vez, la gente le
prestaba más atención a él que a Harry o a naruto, y era evidente que a Ron le complacía.

Aunque seguía asustado por lo de aquella noche, le encantaba contarle a todo el mundo los pormenores de lo ocurrido.

-Estaba dormido y oí rasgar las cortinas, pero creí que ocurría en un sueño. Entonces sentí una corriente... Me desperté y vi que una de las cortinas de mi cama estaba caída... Me di la vuelta y lo vi ante mí, como un esqueleto, con toneladas de pelo muy sucio... empuñando un cuchillo largo y tremendo, debía de medir treinta centímetros, me miraba, lo miré, entonces grité y salió huyendo.

-Pero ¿por qué se fue? -preguntó Ron a naruto cuando se marcharon las chicas de segundo que lo habían estado escuchando.
Naruto se preguntaba lo mismo. ¿Por qué Black, que se había equivocado de cama, no había decidido silenciar a Ron y luego dirigirse hacia la de Harry o la de naruto?

Black había demostrado doce años antes que no le importaba matar a personas inocentes, y en aquella ocasión se enfrentaba a cinco chicos indefensos (aunque, con un puto Sharingan, no se que tan indefenso eres), cuatro de los cuales estaban dormidos.

-Quizá se diera cuenta de que le iba a costar salir del castillo cuando gritaste y despertaste a los demás -dijo Harry pensativamente-. Habría tenido que matar a todo el colegio para salir a través del retrato... Y entonces se habría encontrado con los profesores...

Neville había caído en desgracia. La profesora McGonagall estaba tan furiosa con él que le había suprimido las futuras visitas a Hogsmeade, le había impuesto un castigo y había prohibido a los demás que le dieran la contraseña para entrar en la torre. El pobre Neville se veía obligado a esperar cada noche la llegada de alguien con quien entrar, mientras los troles de seguridad lo miraban burlona y desagradablemente.

Ninguno de aquellos castigos, sin embargo, era ni sombra del que su abuela le reservaba; dos días después de la intrusión de Black, envió a Neville lo peor que un alumno de Hogwarts podía recibir durante el desayuno: un vociferador.

El HerederoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant