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─ Recuerda, marca tu acento para que los demás puedan entenderte bien. ─ Dijo mi papá. Mi primer idioma no era el inglés por lo tanto mi acento no era muy bueno, pero lo iba practicando.
─ Si, papá, ¿ahora puedo subir al tren? ─ Pregunté cansada. No paraba de recordarme lo que tenía que hacer y lo que no.
─ Richard, deja de molestarla. ─ Ordenó mi mamá. Me sonrió y besó mis mejillas. ─ Pórtate bien, por favor, no queremos que Dumbledore se enoje ¿o si?
Ni siquiera sabía quién era ese viejo, pero de igual forma dije que sí, me despedí de ellos luego de unos minutos hablando sobre cuánto me extrañarían y bla bla bla.
Cuando por fin me subí al tren, me arrepentí completamente, no era común para mí ver a tantas personas de mi edad o un poco más, por lo cual me puse nerviosa.
Dos chicos pelirrojos me ayudaron a cargar mis maletas, era obvio que eran familia ya que eran como dos gotas de agua. ─ Soy Fred, por cierto. ─ Se presentó uno.
─ Abril, un gusto. ─ Contesté.
─ ¿Eres de por aquí? ─ Preguntó con el ceño fruncido.
─ Oh, no, soy de Argentina, pero me mudé aquí hace un par de años. ─ Contesté.
─ ¿Dónde queda Argentina? ─ Pregunto el otro clon de Fred.
─ Latinoamérica. ─ Contesté, ¿Cómo no iban a saber dónde quedaba?
─ ¡¿Puedes hablar latín?! ─ Preguntó con sorpresa.
¿Que carajo?
─ No, puedo hablar español. ─ Contesté.
─ Cool. ─ Dijo Fred. ─ George, debemos irnos o perderemos nuestro lugar. ─ Le hablo a su hermano. Los dos se despidieron de mi con una sonrisa y se fueron. — ¿Crees que ella quede en Gryffindor? — Escuche que dijo, pero no pude escuchar la respuesta del otro chico ya que alguien me empujo.
— ¡Lo siento! — Se disculpó el niño sonrojándose. — No quise empujarte, ¿Estas bien? — Pregunto preocupado.
— Si, está todo piola. — Contesté y él asintió.
— De casualidad, ¿No viste a Trevor? — Lo mire confundida, no conocía a nadie que se llamase Trevor. — Lo siento, ¿No haz visto a un sapo por aquí? — Aclaro.
¿Quien le pone Trevor a su sapo? — No, pero si lo veo te avisaré. — Conteste.
— ¡Muchas gracias! — Agradeció y se fue.
— Pucha que son raros eh. — Murmuré. Empecé a caminar y me metí a un compartimiento del tren, no había nadie aca así que me senté del lado de la ventana y mire hacia afuera.
