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— Asegúrate de que coma esto. — George extendió un pastelito y yo lo agarré.
— ¿Qué hará esto? — Pregunté, aunque Draco sea un dolor de huevos, no quería causar algo grave y que le pase algo. No quería ser expulsada.
— Le hará cambiar la voz. — Contestó Fred.
— Volubilis... — Susurré. — Buenísimo. — Dije sonriendo, la gente a mi alrededor se había acostumbrado a que tire palabras en español así que ya no me veían tan raro, al principio me miraban raro y con asco pero ya no.
Lo único bueno es que puedo insultarlos y ellos no se dan cuenta, menos Dumbledore, él lee la mente y por esa razón no trato de pensar cosas estúpidas cuando estoy con el.
— Nosotros iremos al Gran comedor, nos vemos pequeña. — George despeinó mi pelo y me sonrió, Fred me sonrió y guiñó un ojo antes de irse.
¿Por qué tienen que ser tan malditamente lindos?
Caminé hacia la biblioteca ya que sabía que Draco iba a estar allí. En el camino empecé a recrear varias escenas de cómo podría salir esto. Uno, Draco por alguna estupida razon comería el pastelito y su voz cambiaria. Dos, que me mande a cagar a penas le diga hola. Tres, que termine tirando el pastelito y mi broma fracase.
Cuando llegué a la biblioteca revisé el lugar con la mirada, había una chica de Ravenclaw durmiendo en una punta y luego estaba Draco mirando un libro con asco. Tenía una mano agarrando el libro viejo y la otra enyesada. Me acerqué con mi precioso muy despacio y antes de que me viera, me deje caer en la silla frente a él.
El rubio se asustó por el ruido y me miró con los ojos muy abiertos, al darse cuenta que era yo bufó y siguió mirando hacia el libro. — Draco.
— ¿Que quieres? — Preguntó cortamente.
— Traje algo para ti. — Comenté y él me miró, pude ver que sus cachetes estaban un poco colorados. — Robe esto de la cocina para ti. — Le dije dándole el pastelito con una sonrisa.
— ¿Por mi? ¿Para qué querría algo de ti, traidora? — Preguntó arrugando su nariz. Si Draco no fuera tan idiota podría llegar a creer que es lindo, pero su personalidad le quita lo atractivo según yo.
— Quería disculparme por lo de ayer... — Mentí, no me arrepentia de desafiarlo.
— En serio Malfoy, quiero disculparme por insultarte y todo eso. — Contesté. — Empecemos de cero, ¿Si? Como en primer año.
Él seguía frunciendo el ceño, pero después de unos segundos su rostro se relajo y me miró con una pequeña sonrisa.
Ya casi...
— Esta bien. — Aceptó, ¡Listo! — Pero no voy a presentarme y toda esa mierda.
Me arrancó el pastelito de mis manos, lo miró por unos segundos antes de encogerse de hombros y darle una mordida.
Gracias, Fred y George.
Cuando terminó de comérselo me miró. — Espero que te haya gustado, Malfoy.
— Tengo que ad... — Se calló al escuchar su propia voz, quise reír en ese momento pero tenía que fingir. La voz del rubio era mucho más fina e irritante. — ¿Que?
No pude aguantar más y me reí fuertemente. Draco se paró rápidamente de su lugar y me miro molesto. — ¿Que era eso?
Me reí aun más fuerte al escuchar su voz molesta y finita. — Volubilis. — Contesté entrecortadamente.
— ¡Eres una mentirosa! ¡Traidora! — Exclamó juntando rápidamente sus cosas. — Eres tan estúpida.
— Si, lo que digas ardillita. — Deje de reír para mirarlo por última vez. — Espero que con esto dejes de molestarme. — Me levanté yo también y me fui casi corriendo de la biblioteca. Draco era capaz de lanzarme un anteoculatia como venganza.
— ¡Searls, ven aquí!
[...]
Bueno, no fue como pensé que iba a ser.
Draco tomó esa broma como si fuera una invitación a joderme todos los días, no paraba de molestarme.
Cómo ahora mismo.
— A veces pienso que eres sorda, ¿Acaso no escuchas que te hablo? — El rubio se interpuso en mi camino, ya se le estaba haciendo costumbre eso.
— A veces pienso que eres ciego, ¿Acaso no ves que te estoy ignorando? — Ya me estaba hartando la voz de Draco, creo que prefiero la voz de ardilla del otro día.
— Cuídate Abril, te estaré vigilando y cuando menos lo esperes, te hare sufrir. — Esas fueron las últimas palabras de Malfoy antes de caminar hacia la clase de pociones.