El capítulo en el que Pip ya no está tan solito

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El rubio entró antes de que su madre y los demás entrasen.

Sus tripas rugían con fuerza. No había comido nada desde la mañana. Y realmente sabía que su madre no lo dejaría cenar.

Corrió hacia la nevera y buscó algo que poder llevarse a la boca. Encontró un bol de cerezas y comenzó a comer unas pocas con rapidez.

–¡¿Qué estás haciendo?!– llegó tarde.

La mujer se acercó hostilmente hacia él, mientras el rubio cerraba la nevera nervioso.

–Yo... perdón...– habló realmente nervioso, mientras una lágrima de terror se le escapaba.

–¡Idiota!¡¿Como se te ocurre ponerte a comer con esas asquerosas manazas?!– agarró de ambas manos al chico, que suplicaba que lo soltase.

Agarró del pelo al chico y comenzó a tirar de él con fuerza, arrastrándolo hacia el salón.

–¡¿Comes como un animal?!¿¡Eres un animal!?– se acercó a la zona donde su perro tenia los cuencos de comida y empujó la cabeza del chico hasta posicionar su boca en el cuenco, lleno de pienso.– ¡Pues comerás como uno!¡Come!–

–M-madre, ¡por favor!¡Déjame!– suplicaba llorando.

–¡Come!– empujó su cabeza hacia el cuenco, casi ahogándolo. El inglés sacó su lengua con asco y comió un poco de aquel asquerosa alimento.

La madre le soltó mientras este escupía la comida con repugnancia.

–Y ahora vete a la cama. Me da asco solo de verte.–

El rubio salió corriendo hacia el piso de arriba, llorando.

Entró al baño y bebió agua del grifo, escupiéndola, asqueado.

Se lavó los dientes con fuerza, tratando de quitar el sabor. Se limpió la cara al acabar y entró a su cuarto, con tristeza.

Quería hablar con Damien. Realmente quería decirle algo.

Llevó su mano al bolsillo, pero, oh oh. Su teléfono lo tenia Kenny. Suspiró y se sentó en la cama. Se quitó la ropa y se echó en la cama, con tristeza.

Abrazó su almohada, realmente abatido.

El sol comenzó a golpearle en la cara con sus rayos, gritándole que despertase. Bostezó y sonrió débilmente.

Se vistió, esta vez sin aquella ropa que sus primos le habían dado.

Agarró unos vaqueros negros y una sudadera rosa. No le iba mucho aquella ropa que le habían dado. Pero las tiritas y pendientes le encantaban.

Se colocó algún accesorio y bajó.

Pero para su mala suerte, ahí estaba aquella mujer. Se encontraba en la cocina, cortando algunos ingredientes.

–Buenos días, Philip.– dijo sin siquiera mirarle.– ¿Prefieres cereales o la cena de ayer?–

Soltó una risotada, mientras el joven la veía con asco.

El timbre sonó. Se acercó a la puerta y la abrió, encontrándose con quien menos esperaba.

–¿Estella?–

La chica le abrazó con fuerza, para después separarse y darle una suave patada en la rodilla.

–Maldito marica, ¿sabes lo mucho que me preocupaste? Eres una jodida rata de alcantarilla llena de pus, ¡te odio!–

El rubio sonrió, débilmente. Sabía que la chica lo decía con amor, aunque sonase tan hostil.

–¿Qué haces aquí?¿No deberías estar en tu instituto?–

–No.– entró a la casa y saludó a la mujer, quien se encontraba cocinando. Esta le respondió dulcemente, mientras que la rubia no se fiaba un pelo.– Me he mudado. Como no me fio de ti y tengo que estar todo el día detrás tuyo como su fuera tu vieja he decidido que voy a vivir en este pueblucho.–

Se sentó en la mesa, robando una fruta y comenzando a comerla.

–¿Mudarte?¿De un día para otro?–

–Mis padres dicen que está bien. Hoy iré al instituto contigo, mientras mis padres colocan algunas cosas en la casa.–

El chico sonrió. ¡Ya no estaría solo!

–Pocket también vendrá, pero para eso falta una semanita.–

Ahora sus ojos brillaban de felicidad. Su vida estaba cambiando a mejor de repente.

–Bienvenida al pueblo, Estella.–

La chica metió dos manzanas en su mochila sin ser vista y agarró la mano de Pip para salir de la casa.

–Como sea.–

Ambos salieron.

Las tripas del rubio rugían.

–Toma.– le dió una manzana. Este sonrió y la devoró hambriento.– Tienes muchas cosas que explicarme.–

El inglés solo la miró, mientras masticaba.

–Explícame ese gracioso chiste del que tu madre se rio hace un par de minutos.–

El rubio casi se atraganta de la impresión.

–¿¡Como te diste cuenta de eso!?–

–Una maga nunca revela sus trucos.– se cruzó de brazos, mirándolo.

Pip suspiró.

–Ayer robé unas cuantas cerezas y me pilló.– enredaba sus dedos, nervioso.– Me llamó animal y me hizo comer del cuenco de Dipper.–

–Esa zorra...– apretó sus puños y sus dientes con ira.– Algún día de estos la mataré.–

–¡Oh, cielos, no!– sabía que la chica realmente era capaz y no quería que su mejor amiga fuera a la cárcel.

–Debilucho.– y antes de lo esperado, ya estaban en el instituto.

Entraron juntos. Las miradas se diriguian hacia la rubia, quien andan cruzada de brazos, mirándolos a todos con desprecio.

–¡Pip!– un rubio corrió hacia el chico y pasó su brazo por su espalda.– Wow, ¿y ella?¿Es tu novia? Jo, creí que el Damien x Pip era real...–

El rubio se sonrojó y gritó un "No".

Ow, mi pequeño niñito gay no me había dicho que tenia novio.– la rubia miró con picardía hací el inglés, quien se tapaba la cara con vergüenza.

–¡No es mi novio!¡Es mi amigo!–

La rubia y el de parka se miraron y luego miraron hacia el inglés.

–Que gay.– dijeron a la vez.

–Wow, ¿reunión de rubios?– escuela varón la voz de un chico llegar.

–Hola, Stan. Hola, Heidi.– saludó el inmortal.

Ambos le saludaron, felices.

Estuvieron unos minutos hablando entre ellos, hasta que una pelinegra llegó, corriendo.

–¡Heidi!– gritó, moviendo su brazo, saludando.

Hola, Wendy.– dijo con una sonrisa.

Todo era normal, hablaban, reían, se presentaban a Estella. Y todo estaba bien, hasta que ella llegó.

–Hola, chicos.– dijo con una sonrisa la chica.

Y ahí fue cuando la rubia se perdió de la conversación.

–Hola, Rebecca.–

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Capítulo ultra mega corto porque me voy a jugar Garry's mod, bais.

¿Quién vota por matar a la madre de Pip?

Yo jalo.



~La viva imagen de la maldad~/ Pip x Damien Where stories live. Discover now