Cambio de vida

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–Bueno, esta es nuestra parada.– habló el azabache, soltando la mano de "la chica".

–Sí...– se acercó a la puerta, viendo como el demonio metia las manos en sus bolsillos.– Bueno, muchas gracias Damien. ¡Nos vemos mañana!–

–Nos vemos... mañana...– vio al rubio entrar y cambio su semblante tranquilo a convertirse en un manojo de nervios, agarrándose del pelo y tirando de él, como si se tratase de Tweek.–¿¡Qué mierda me pasa!?–

Pateó una piedra, haciendo que esta se alejase varios metros hasta caer por una alcantarilla. Volvió a meter las manos en sus bolsillos y comenzó a andar al próximo portal.

Miró hacia el cielo nocturno. Las estrellas se marcaban un poco en el cielo. El pelinegro podía divisar algunas estrellas agrupadas, pero cuando miraba a ellas, las demás desaparecían.

Suspiró con fuerza.

–Hola, Damien.– saludó un chico, pasando delante de él.

–Oh, hola, eh... ¿Kendal?– el pelirrojo asintió, con una sonrisa. –¿Vas a casa de Pip?–

–Sí, vine a traerle unas prendas de ropa que se dejó en casa el otro día.– señaló una bolsa que llevaba en la mano, jugando con los aros, dándoles vueltas con los dedos. –¿Sabes si está en casa?–

–Acabo de dejarlo en casa.– señaló hacia atrás, mientras el pelirrojo sacaba una sonrisa picara.

–Uy, ¿dejarlo en casa~?–

–Sí, osea...– se sonrojó levemente, viéndose realmente nervioso. –Solo lo acompañé. Está bastante oscuro y, no quiero que le pase nada. Pero solo somos amigos.–

El pelirrojo asintió, sin creer lo de "solo amigos". Chocó la mano con el pelinegro y comenzó a andar, pero se paró un segundo, justo a su lado.

–Gracias por cuidar de mi primito.–

Kendal siguió andando, dejando al azabache sonrojado, mirando a la nada.

Agitó su cabeza tratando de sacar aquellos absurdos y gays pensamientos de su cabeza y siguió andando, hasta llegar al portal.

Mientras con el rubio, la madre no estaba en casa. Subió y se quitó toda esa ropa. Se metió a la ducha y fue a quitarse todo aquel maquillaje.

Echaba de menos ser él mismo. Sí, le gustaba ser Pearl. Pero se amaba. Y eso no estaba mal. No er narcisista, solo se quería tal y como era.

Ya estaba listo, el azul de su pelo ya se había ido, solo quedaba un poco de sombra azul, pero casi no se notaba.

Se puso su pijama, mirandose en el espejo.

Escuchó la puerta. Bajó y ahí estaba aquella mujer, con cara enfadada. Tendría mal día en el trabajo. Y ya sabemos con quien se descargaría.

–¡Pip!¡Ven aquí ahora mismo!–

El rubio bajó, asutado. La mujer lo miró con una sonrisa maquiavélica.

–¿Q-qué ocurre?–

Por fin vuelves a la normalidad.– se acercó a él, hostilmente. –Estoy realmente enfadada contigo, ¿sabes? No debiste contestarme así antes.–

–Yo no quería, yo solo-.–

Pero fue tarde para excusas. El niño cayó, adolorido. Había recibido un golpe en la mejilla por parte de la mujer, quien lo miraba enfadada.

~La viva imagen de la maldad~/ Pip x Damien Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang