Cena familiar

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Habían decidido volver a casa.

Está bien pasar tiempo con tus amigos divirtiéndote, pero no hay nada mejor que estar en casa.

Entró al piso, dándose cuenta de que sus primos aun no estaban en allí. La cena no estaba preparada, sabia que ellos estarían trabajando.

No tenía tarea. No tenía nada que hacer. Prendió la TV buscando la zona de YouTube donde siempre que una veían alguna película o veían vídeos de cualquier cosa. Colocó un poco de música relajante y se dirigió a la cocina para comenzar a preparar la cena.

Después de unos pocos minutos el timbre sonó. Se dirigió hacia la puerta, limpiándose las manos en el delantal. Y él que quería darle una sorpresa a sus primos.

–Hola, Pip.– saludó un chico tras la puerta.

–¿Damien?¿Qué haces aquí?– se vio realmente extrañado.

–Toma.– apartó la mirada y le acercó una bufanda roja que distinguió rápidamente.– Te la dejaste en las piedras de la puesta de sol. Kyle la encontró y me la dio.–

Agarró la bufanda y sonrió.

–Gracias, Dami.– miró hacia su cocina y luego hacia él. –¿Quieres pasar?–

El pelinegro lo miró dudoso, pero aceptó.

Entró quitándose los zapatos igual que Pip había hecho al entrar. La casa olía realmente bien. El olor a flores y comida recién hecha lo embriagaba. Hasta que sus tripas sonaron, avergonzándole de sobremanera.

–¿Tienes hambre?– preguntó el rubio, acercándose a él con una sonrisa.

–¿A ti qué te parece?– preguntó burlón, pero sonriendo igual que él.

–Pfff. ¿Quieres quedarte a cenar?–

–No quiero molestar.–

–No te preocupes, estoy seguro de que a Emmaline y Kendal no les importa.– el rubio volvió a la cocina abierta, cortando algunos ingredientes.

El azabache lo siguió, poniéndose al otro lado de la barra, mirándolo cortar tranquilamente.

Le gustaba mirar a aquellos profundos ojos azules. Le embriagaban de alguna manera.

–Si quieres puedes poner algún canal en la tele.– habló el rubio sin dejar de cortar.

–No, no te preocupes, me gusta escuchar la música. Es muy...– cerró los ojos y exhaló.– relajante.–

–Me alegro de que te guste.– agarró los tomates que había cortado y los dejó en una bandeja para luego comenzar a rebuscar en la nevera. –Puedes agarrar mi nintendo que está ahí. Te dejaría la Switch, pero es de mis primos y no quiero cogerla sin permiso.–

–No te preocupes.– exclamó en voz alta el pelinegro, mientras agarraba la consola y se sentaba en el sofá.

Prendió el aparato, fijándose en los juegos que había. Los típicos Flipnote y un Cooking mama. Y después el de la tarjeta que era un simple juego de cuidar perros y gatos. Entró al juego sin ninguna expectativa.

Allí se encontraban dos perros y un gato. Archie, Vodka y Natalie. Rio un poco por el segundo nombre h comenzó a jugar. Y fíjate que el juego era entretenido.

–¿Qué tipo de pelo es el de Vodka?– habló el pelinegro en alto, mientras el rubio lo miraba sonriendo.

–Corto.–

Comenzó a cepillar al animal virtual con felicidad. Siendo sinceros, se estaba divirtiendo bastante. Nunca creyó que un juego de cuidar perros y gatos le haría sentirse así.

Les cuidaba con ganas. Los sacaba a pasear. Los acariciaba. Les daba de comer. Jugaba con ellos. Los bañaba. Era realmente entretenido cuidar de aquellos animalitos de píxeles.

–Ay.–

Se giró para mirar a Pip, que sostenía su dedo.

–Sangre.– habló aun agarrando su dedo.

El pelinegro se levantó rápidamente para mirar que ocurría, viendo como el dedo de Pip sangraba como un manantial.

Agarró el cuerpo casi desmayado de Pip, que temía al ver aquel líquido rojo. Lo cargó y lo echó en el sofá.

–Oh, mierda. Yo te curaré.– corrió hacia la cocina para agarrar un paño y lo colocó en su dedo para que la sangre dejase de salir y de mojar el suelo. Le dio suaves palmaditas a la cara del inglés para que este no se desmayase.– Vamos, Pip, resiste.–

La herida había dejado de sangrar mucho. Y el rubio se encontraba mejor, aunque un poco mareado.

El azabache comenzó a buscar desesperadamente el botiquín, por fin encontrándolo en un mueble después de una ardua búsqueda.

Curó con sumo cuidado la herida del de cabellos dorados, que lo miraba sin apartar su mirada, aun mareado.

–Gracias, Dami.– le abrazó con cariño, a lo que el otro quedó en un ligero shock antes de corresponder.

Pero el momento debía de ser roto.

–Hola, Pip, ya estamos en ca-.– miraron aquella escena con loa boca abierta. La chica agarró del brazo al pelirrojo y se dirigió a su cuarto.– P-perdón, os dejamos solos...–

Ambos se sonrojaron y les gritaron que esperaran. La pareja volvió donde loa niños, que ya se habían separado.

–La cena está casi lista. ¿Se puede quedar Damien a cenar?–

La pelinegra y el pelirrojo se miraron entre si y sonrieron.

–Claro.–

La cena ya había sido servida y todos comían tranquilamente. Charlaban felizmente sobre cualquier cosa.

–Y vosotros vais a clase juntos, ¿no?– preguntó su primo, metiéndose una rodaja de tomate en la boca.

–Sí.– respondió rápidamente el azabache.– Llevamos unos dos o tres años yendo a la misma clase.–

La pareja se miró sonriendo, para luego mirar a los dos niños con cara de inocencia. Las cosas habían ido bien en la cena.

El pelinegro se despidió, dejando solos a los tres chicos.

–Uuh~ cenita con tu crush.– habló Kendal, sonriendo pícaramente.

–¡Él no es mi crush!– gritó sonrojado, recordando como se habían abrazado hacia una hora. –Me voy a dormir, adiós.–

Comenzó a andar a su cuarto, mientras que los dos chicos reían cómplices en bajito.

El rubio se colocó su pijama y se echó en su cama, tapándose y mirando hacia el techo.

No podía gustarle Damien. Él y y Damien eran solo amigos.

Solo amigos.

~•~•~•~•~•~•~

Ola.

Perdón por tardarme siempre un chingo, PERO ENSERIO EL INSTITUTO DA ASCOOO.

Tremendas ganas de ver vídeos de Eternal Youth en Minecraft.

/huye virtualmente.

Lenay~🌹






~La viva imagen de la maldad~/ Pip x Damien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora