Perdidos por la felicidad

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-Caracol.-

-Colada.-

-Mhh... ¡Apotesiósico!-

-Costoso.-

-Soplapollas.-

-¡Damien!- le riñó el rubio.

-¿Qué? Solo estaba jugando.- metió sus manos en sus bolsillos, mirando con atención la cara del inglés.

-El juego se volvió aburrido.- habló la rubia, mirando su teléfono al instante de escuchar el sonido de un mensaje

El día estaba siendo divertido. Todos hablaban con júbilo, sacando cualquier tonto tema de conversación donde a veces acababan peleando por los diferentes puntos de vista.

Podían ver los escaparates ya decorados con telarañas y calabazas de diferentes formas y con caras extrañas y "terroríficas".

No dejaron de andar en ningún momento, perdiéndose en el bosque sin preocuparse por ello.

Habían estado paseando durante una hora, y ahora se encontraban sentados en unas rocas que atravesaban el suelo como unas tijeras al papel.

Desde allí podían ver toda la ciudad en su esplendor. Las luces que iluminaban toda la ciudad y la gente paseaba por el lugar. Los arboles comenzaban a perder sus hojas cuando estas ya se vestían del color del atardecer, como aquel que estaban ellos viendo.

Podían ver mucha gente correr, niños divertirse, padres hablar y gente trabajando o tomando algo.

Aquella cabellera rubia que servía con paso atrevido y divertido las tazas de café mientras su pareja conversaba con él cuando aquel tenia un pequeño descanso. Aaquel rubio que se sentaba al lado del pelinegro, a veces teniendo suaves espasmos que llevaban a maldiciones sin ánimo de insultar.

O aquellos cinco chicos que charlaban felices en una cancha de baloncesto, abrigándose para no quedarse junto al frío.

Aquellas dulces chicas que paseaban, mirando con ganas las vitrinas que se podían ver desde la congelada calle y los escaparates que se adornaban con calabazas y murciélagos.

Niños comprando sus disfraces con alegría, felices porque quedaban pocos días para poder pedir aquellos ansiados dulces.

Y aquellos cuatro solo suspiraban felices. No hablaban. Miraban todo conmovidos.

Sí, a veces la vida te trata como basura. Pero debes aprender a apreciarla y a vivirla. Y eso estaban haciendo, porque mirar aquel sol esconderse mientras los demás paseaban por la ciudad con sus amigos, yendo de compras o simplemente disfrutando del lugar.

Y todo fue más hermoso cuando Pip tuvo la grandiosa idea de colocar una preciosa canción que comenzaba a derretir el corazón de aquel cuarteto, como chocolate en la hoguera.

Estaban siendo felices. Estaban conmovidos. Melancólicos. Estaban relajados y a la vez ardiendo en explosiones de sentimientos acumulados en su interior. Sentían en estrés salir como humo de sus cabezas. Porque no hay nada más agradable que contemplar el sol decir adiós para levantarse por la mañana.

La luna también saludaba al pueblo, y las estrellas comenzaban a brillar junto a las luces.

El cielo se derretía en una paleta de colores naranja, rosa, rojo y morado. Como si hubieras agarrado un pincel y hubiera machacado con colores un cincel sin mirar.

Y las nubes. Entorpecían unas con otras, tapándose como en una foto de clase. Unas delante de otras, de diferentes colores, haciendo que se notase la diferencia unas de otras. Sentías que más allá había más. Una escalera al cielo.

El rubio suspiró, haciendo que los demás hicieran lo mismo. La rubia se apoyó en el hombro del pelirrojo con total confianza. Este la miró con una sonrisa y siguió mirando al sol fundirse tras los montes.

Y ahí fue cuando el rubio agarró la mano del pelinegro, quien había estado embobado con aquella hermosa imagen.

Su sonrojo fue como aquellas nubes color sangre, tan rojas como el infierno mismo.

Pero él simplemente correspondió el agarre, acomodándose junto a él.

La canción sonaba. El tiempo temía acabar con aquel bello momento, pero la canción acabaría en cualquier momento, de no ser por pelirrojo que sin hacer ningún sonido pudo poner la canción en bucle.

Y a los segundos acabó, volviendo a empezar. Pero la chica no dejaría eso ahí. Comenzó a cantar con su dulce voz, en bajo pero aun se podía escuchar. Cerró los ojos y comenzó a columpiarse sobre su propio cuerpo, en un vaivén lento y tranquilo.

Una sonrisa se les escapó a todos.

Se habían "perdido" en aquel bosque, pero también se habían encontrado.

Porque podían pensar en todo lo que quisieran. Habían encontrado su lugar. Habían encontrado a aquellas personas que los entendían. A sus amigos. O al menos Damien había encontrado personas que parecía que cambiarían mucho su vida.

Pero entre todas destacaba él. El rubio de acento extraño que lo empezó a acompañar apenas un mes. Aquel que conseguía hacerlo realmente feliz con un simple silencio y una canción.

Porque recordaría la canción que estaba sonando por el resto de su vida.

El día que encontró que no todo en la vida era malo. Que hay gente que merece la pena. Que hay gente que estará contigo. Que no hay con quien mejor estar que contigo mismo. Una canción. Un paisaje. Tus pensamientos. La persona que amas.

Cualquier insignificante cosa te puede hacer feliz.

"Pip, me haces muy feliz. Gracias."

~•~•~•~•~•~•~

Capítulo corto, pero realmente estaba inspirada. Llevo dándole a repetir en Youtube más de diez veces.

Un capítulo un poco ñoño, pero enserio, probar a apagar cuestas luces y colocar cualquier luz de navidad, o mirar por la ventana o lo que sea y escuchar la canción o leer el capítulo mientras la escucháis.

Hoy me puse modo lofi y estoy bastante contenta.

Pero bueno, me estoy poniendo muy gei. Os quiero, muak.

Lenay~🌹

~La viva imagen de la maldad~/ Pip x Damien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora