~La viva imagen de la maldad~/ Pip x Damien

Feliz semana de Halloween inexistente

[Aclaracioneeeees.
Aquí voy a poner las cosas que se pudieron conocer en el anterior capítulo, para que los que no lo leyeron puedan enterarse un poco.

Se conoce que Damien en realidad quiere mucho a su padre y aparte está enamorado de Pip.

Tweek y Damien son amigos gracias a Pip.

Pip suele ser una persona muy educada y uno de los primeros de la clase.

Tweek tendrá un fuerte impacto en próximos episodios.]

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El joven pelinegro aun no podía dejar de pensar en aquello. En la imagen de su mejor amigo colgando del techo como una lampara. Le dolía tanto el pecho y su tripa se revolvía solo al pensar en aquello.

Agarró la mano del rubio con fuerza sin darse cuenta, mientras seguía torturándose con la imagen del chico muerto.

–¿Damien?–

Despertó de su extraño sueños de ojos abiertos y miró al inglés, que lo miraba confundido. Luego miró hacia abajo y vio como sus manos estaban agarradas.

–¡Perdón!– separó su mano del agarre rapidamente. Se veía extremadamente sonrojado.

Pip solo rio levemente enternecido.

–Oh~, la parejita feliz.–

–¿Tenias que llegar?¡No somos una pareja!– gritó con enfado el pelinegro.

–Hola, Kenny.– el rubio sonrió y saludó con la mano al de parka.

El azabache y el rubio cenizo simplemente chocaron los puños.

–Hey, dentro de unos días haremos una súper mega batalla de rol, ¿quereis venir?–

Al inglés le brillaron los ojos.

–Pff, que niñeria.– el pelinegro rodó los ojos aburrido.

–Yo sí, claro que sí.– habló dando saltitos con felicidad. Nunca había participado en una que no fuera la que hizo una vez con Jimmy, Timmy y Kevin, y le hacia bastante ilusión participar.

–Aunque, parece divertido...– se corrigió, mirando al inglés que se veía realmente contento con la idea del juego.

El de parka naranja solo rio con fuerza al darse cuenta del cambio de opinión en un segundo de Damien.

–Oye, Pip, ¿podría robarte a Damien un momentito?–

–Oh, claro.– mostró una sonrisa y dejó que se llevara al pelinegro a rastras.

Llegaron a esconderse en los baños que tenían al lado.

–¿Qué carajo quieres?– preguntó enfadado. –Estaba muy bien con Pip.–

–De eso mismo te quería hablar.– cerró la puerta, vigilando que no hubiera nadie los cubículos. –¿Tienes un lío con Pip?–

–¿¡QUÉ!? OSEA, ¡¿QUÉ DEMONIOS?!– casi se le para el corazón de la impresión. Miró con terror al rubio, que solo sonreía pícaramente.

–Tampoco suena tan descabellado.– se miró al espejo y giñó el ojo, cepillándose el pelo con las manos.

–Eso... ¡Eso es demencial!–

–¿De qué mierda hablas? Estamos hablando de que te guste Pip, no una rana.– 

Lo miró extrañado. No era nada raro.
¿Por qué lo sería?