El chico que juraba no creer en el amor, se ha enamorado y el resultado ha sido un terrible corazón roto.
El joven escritor Tyler Murphy ha caído perdidamente enamorado por su mejor amiga Genesis, pero su historia no ha tenido un "felices para siemp...
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EMMA
Besé a Tyler.
Besé a Tyler Murphy.
¿Cómo en el mundo terminé besando a Tyler Murphy?
Bueno, la historia era corta y no tan complicada como podría parecer viniendo de mí: vi a Chad Krugman, enloquecí, quise escapar, pero mi compañero de habitación no me lo permitió, Chad me vio y busqué una salida fácil para pasar desapercibida. Sí, había sido una idea malísima, tan mala que podría ingresar a los record Guinness sin ningún inconveniente. Quizás hasta recibía un poco de dinero por mi estupidez.
Mucho más complicado fue zafarme de la situación que le seguió a ese beso. Tenía que darle una explicación a Tyler porque, aunque quisiera correr como una cobarde, tarde o temprano él y yo nos encontraríamos cara a cara. No existía una excusa que fuera lo suficientemente buena como para que él me creyera, incluso la verdad parecía absurda.
Podría haberle dicho que era un ex novio, pero tal vez querría saber nuestra historia y eso suponía seguir mintiendo. Podría haberle dicho que lo había besado porque me gustaba, solo que él no era estúpido y se daría cuenta de que eso no era cierto rápidamente. Podría haber alegado demencia temporaria, aunque luego debería soportar sus burlas. En definitiva, la mentira siempre ha tenido y tendrá patas cortas
—¿Qué demonios, Emma? —soltó finalmente, cuando se recuperó del asombro.
Llevé las manos hacia mi cabello y de manera tonta observé las puntas mientras daba un paso atrás. Necesitaba un corte y una buena hidratación, probablemente reducir el estrés de mi vida; sin embargo, nada de eso importaba en ese momento. Quería huir y esconderme, a la vez quería aclarar la situación.
—¿No tienes hambre? Yo tengo muchas ganas de comprarte la cena.
Pude sentir que se inclinó hacia mí y de manera nada brusca tomó mi mentón para obligarme a mirarlo a los ojos. Tenía el ceño ligeramente fruncido y una expresión de total confusión en el rostro.
—Mira, nunca me he quejado porque alguien me bese de improvisto y no comenzaré a hacerlo ahora, pero tengo muchas dudas en este momento. ¿Por qué hiciste eso?
