Capítulo veintinueve

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EMMA

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EMMA

—¡Emma, ve con cuidado!

—¿Cómo demonios hago eso? —grité de regreso.

Tenía los nervios a flor de piel y el corazón latiéndome con fuerza. Avanzaba por una calle vacía, una calle residencial que iba en bajada hacia la playa y sentía que un animal o niño podría atravesarse de pronto, entonces sería el final de su vida. Y de la mía.

—No pises tanto el acelerador —indicó Tyler.

Iba abrazado a su cinturón de seguridad y me observaba casi con pánico. En una situación distinta me habría provocado gracia, pero estaba tan asustada de matar a alguien que no podía permitirme siquiera reír.

—¿Cuál es el acelerador?

—El que estás presionando como si fueras suicida.

Quité mis pies de los pedales, ambos porque no entendía cuál era el freno y cuál el acelerador.

—Conduce tú —indiqué con toda la intención de quitarme el cinturón de seguridad.

—¡Pon el freno de mano, mujer! —chilló.

—¡No sé cuál es! —chillé también.

—No se te ocurra bajar, Emma Williams. Estamos en una pendiente y moriré aquí antes de que pueda llegar al freno.

Chasqueé la lengua, pero volví a posar los pies sobre los pedales. No presioné ninguno porque no sabía qué hacer, estaba en blanco.

—Tienes la palanca en "D" y debes presionar gentilmente tu pie derecho contra el pedal. ¿Bien?

Asentí e hice lo que me indicó. La velocidad comenzó a subir con rapidez y sus ojos se abrieron de par en par como quien veía a la muerte de cerca. Eso fue todo lo que necesité para quitar un poco de fuerza y el vehículo avanzó más lento. Dios, no podía estrellar el nuevo BMW de mi hermano porque no podría pagar los arreglos ni en un millón de años.

—¿Así? —pregunté cuando pasaron unos segundos sin que él gritara por su vida.

—Sí. Muy bien, Emma.

Uno y medioWhere stories live. Discover now