𝐋𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐬𝐚 𝐒𝐚𝐧𝐠𝐫𝐢𝐞𝐧𝐭𝐚

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La condesa Sangrienta 

Su nombre auténtico era Erzsébet (Isabel, en castellano) Báthory, pero la historia la conoce como La Condesa Sangrienta, por su afición a secuestrar y torturar a muchachas de los alrededores, cuya sangre se bebía para conservar la eterna juventud.  

Según la leyenda, Erzsébet Báthory (Isabel, en castellano), fue una cruel Asesina en serie obsesionada por la Belleza la cual utilizaba la sangre de sus jóvenes sirvientas y pupilas para mantenerse joven en una época en que una mujer de 44 años se acercaba peligrosamente a la ancianidad. La leyenda cuenta que Isabel vio a su paso por un pueblo a una anciana decrépita y se burló de ella, y la anciana, ante su burla, la maldijo diciéndole que la noble también envejecería y se vería como ella algún día.

Según el testimonio del Conde Palatino Jorge Thurzó (primo y enemigo de la condesa, nombrado investigador general  Por El Rey. Cuando su hueste llegó al castillo el 30 de Diciembre de 1610 no halló oposición, ni a nadie para recibirles. Lo primero que vieron fue a una sirvienta en el cepo del patio, en estado agónico debido a una paliza que le había fracturado todos los huesos de la cadera. Esto era práctica corriente y no les llamó la atención, pero al acceder al interior se encontraron a una chica desangrada en el salón, y otra que aún estaba viva aunque le habían agujereado el cuerpo. En la mazmorra encontraron a una docena que todavía respiraban, algunas de las cuales habían sido perforadas y cortadas en varias ocasiones a lo largo de las últimas semanas. De debajo del castillo exhumaron los cuerpos de 50 muchachas más. Y el diario de Isabel contaba día por día sus víctimas, con todo lujo de detalles, hasta sumar un total de 612 jóvenes torturadas y asesinadas a lo largo de seis años. Por todas partes había toneladas de ceniza y serrín, usados para secar la sangre que se vertía tan pródigamente en aquel lugar. Debido a esto, todo el castillo estaba cubierto de manchas oscuras y despedía un tenue olor a putrefacción. Se decía que mientras su esposo estaba fuera, ella mantenía relaciones sexuales con sirvientes de ambos sexos, y se rumoreaba que cuando tenía acceso carnal con chicas no era raro que las mordiese salvajemente.

Todo empezó en en 1604 poco después de la muerte de su marido. Una de sus sirvientas adolescente e dio un involuntario tirón de pelos mientras la estaba peinando, lo que atrajo un fuerte bofetón de la condesa que hizo sangrar por la nariz a la doncella (la cual hasta este punto habría sido afortunada, ya lo normal entre la nobleza eslava de la época habría sido sacarla al patio para recibir cien bastonazos por aquel descuido). Pero cuando la sangre salpicó la piel de Isabel , a esta le pareció que allá donde había caído desaparecían las arrugas y su piel recuperaba la lozanía juvenil. La condesa, fascinada, pensó que había encontrado la solución a la vejez, y que siempre podría conservarse bella y joven de esta manera. Tras consultar a sus y , y con la ayuda del mayordomo Thorko   y la corpulenta  Dorottya , desnudaron a la muchacha, la degollaron y llenaron un barreño con su sangre. Isabel se bañó en la sangre, o al menos se embadurnó con ella todo el cuerpo, y probablemente la bebió, para recuperar la juventud.

Entre  1604 y 1610 los agentes de Isabel se dedicaron a proveerla de jóvenes entre 9 y 16 años para sus rituales sangrientos. En un intento de mantener las apariencias, habría convencido al pastor protestante local para que sus víctimas tuviesen entierros cristianos respetables. Cuando la cifra comenzó a subir, éste comenzó a manifestar sus dudas: morían demasiadas chicas por "causas misteriosas y desconocidas", así es que ella le amenazó para que callase y comenzó a enterrar en secreto los cuerpos desangrados. Esta es, al menos, la versión de este pastor, que fue quien la denunció "oficialmente"al rey Matias II de Hungría a través de la  Curia Clerical 

Más adelante, en la época en la que los errores de Gábor la pusieron en una delicada situación política, tomó la costumbre de quemar los genitales a algunas sirvientas con velas, carbones y hierros al rojo vivo por pura diversión. También generalizó su práctica de beber la sangre directamente mediante mordiscos en las mejillas, los hombros o los pechos. Para estas cuestiones privadas se apoyaba en la fuerza física de Dorotty  que aunque ya mayor, seguía siendo muy capaz de inmovilizar a cualquier joven en la posición requerida. Esto ocurrió mientras estuvo en .Viena 

En 1609 Isabel, por la falta de sirvientas en la zona como consecuencia de tantos crímenes que ya hacían desconfiar a la gente humilde, cometió el error que acabaría con ella: utilizando sus contactos, comenzó a tomar a niñas y adolescentes de buenas familias para educarlas y que le hicieran compañía. Algunas de ellas comenzaron a morirse pronto por las mismas causas misteriosas, lo cual no era raro en aquella época, con sus elevadísimas tasas de infantil y juvenil, pero en el "internado" el número de fallecimientos era demasiado alto. Ahora las víctimas eran hijas de la menor, por lo que sus muertes eran consideradas importantes. La Anna Darvulia le habría prevenido que nunca tomara nobles, pero esta anciana había fallecido algún tiempo atrás. Fue su amiga Erzi viuda de un  rico granjero

Hacia el final, muchos cuerpos se ocultaron en lugares peligrosamente insensatos, como campos cercanos, silos de grano, el río que corría bajo el castillo, el jardín de verduras de la cocina... Finalmente, una de las víctimas logró escapar antes de que la matasen e informó a las autoridades religiosas. Esto era algo que había ocurrido varias veces en el pasado, con sirvientas; por ejemplo, en el otoño de  1609

".Una joven de doce años llamada Pola logró escapar del castillo de algún modo y buscó ayuda en una villa cercana. Pero Dorka y Helena se enteraron de dónde estaba por los alguaciles, y tomándola por sorpresa en el ayuntamiento, se la llevaron de vuelta al  castillo por la fuerza escondida en un carro de harina. Vestida sólo con una larga túnica blanca, la condesa Erzsébet le dio la bienvenida de vuelta al hogar con amabilidad, pero llamaradas de furia salían de sus ojos; la pobre ni se imaginaba lo que le esperaba. Con la ayuda de Piroska, Ficzko y Helena arrancó las ropas de la doceañera y la metieron en una especie de jaula. Esta particular jaula estaba construida como una esfera, demasiado estrecha para sentarse y demasiado baja para estar de pie. Por su [cara] interior, estaba forrada de cuchillas del tamaño de un dedo pulgar. Una vez que la muchacha estuvo en el interior, levantaron bruscamente la jaula con la ayuda de una polea. Pola intentó evitar cortarse con las cuchillas, pero Ficzko manipulaba las cuerdas de tal modo que la jaula se balancease de lado a lado, mientras que desde abajo Piroska la punzaba con un largo pincho para que se retorciera de dolor. Un testigo afirmó que Piroska y Ficzko se dieron al trato carnal durante la noche, acostados sobre las cuerdas, para obtener un malsano placer del tormento que con cada movimiento padecía la desdichada. El tormento terminó al día siguiente, cuando las carnes de Pola estuvieron despedazadas por el suelo.

Esta descripción tiene su parecido con otro artilugio de tortura utilizado por Báthory, llamado la DONCELLA DE HIERRO el cual era una especie de sarcófago que reflejaba la silueta de una mujer y que por dentro tenía afilados pinchos. Este artilugio se abría para introducir a la víctima y luego encerrarla para que los pinchos se incrustaran en su cuerpo.

Es imposible saber, hoy en día, qué sucedió realmente. Desde el punto de vista Psicólogos Isabel Báthory sería una anomalía que se sale del patrón común de todos los asesinos en serie conocidos. En la Europa del Este de la época era común castigar cruelmente a siervos y pupilos, y ejecutar incluso a pequeños delincuentes de las maneras más espantosas. Quizás fuera  Sádica y en consecuencia se aplicara especialmente a la hora de imponer disciplina, o incluso obligara a sus sirvientas a tomar parte en prácticas Sadomasoquista  más o menos extremas, ninguna novedad para la nobleza de su tiempo, cuya impunidad y poder legal les permitía tratar a la servidumbre como quisieran. Es muy probable que a todo eso se le añadiese una campaña de difamación debido a su apoyo a Gábor I Báthory en la guerra contra los alemanes, la propaganda de este estilo para desestabilizar el poder de un noble no estaba fuera de lo normal en aquella época y era bastante común en esa zona geográfica. O quizás fue realmente una Torturadora y asesina en serie amparada en su estatus, que sólo se perdió cuando por falta de nuevas víctimas entre la plebe recurrió a las hijas que formaban parte de la nobleza menor.

El caso de la condesa de Báthory ha inspirado numerosas historias desde el siglo XVIII hasta la actualidad. El motivo más común de esto fue que la condesa se bañaba en la sangre de sus víctimas para conservar la juventud. Esta leyenda apareció por primera vez en un grabado del libro Trágica Historia de 1729, del erudito Jesuita László Turóczi, que es también la primera narración escrita de la historia de Báthory.​ Su leyenda reapareció en 1817, cuando se publicaron los relatos de los testigos aparecidos décadas antes, en 1765. En estos no se incluía ninguna mención a los baños de sangre.​ En su libro Hungary and Transylvania, publicado en 1850, John Paget describe el supuesto origen de los baños sangrientos de la condesa, aunque su versión parece ser un relato ficticio de la tradición oral de la zona.​ Es difícil saber hasta qué punto son verídicos estos eventos. El placer sádica   se considera el motivo más plausible para los crímenes de Erzsébet Báthory.​

"𝑶𝒔𝒄𝒖𝒓𝒐𝒔 𝑺𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕𝒐𝒔"Where stories live. Discover now