Sᴇᴠᴇɴᴛʜ "Rᴇᴍᴇᴍʙᴇʀ ᴍᴇ"

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Ese rostro le era tan familiar, una nariz pequeñita y los felinos ojos ya los había visto antes, algunos recuerdos vinieron a la mente del mayor.

Caminaba entre las desgastadas hojas, era bastante pequeño... Apenas y había cumplido sus cuatro años, pero el vagar en el bosque era lo que más le gustaba.

Pero aquel paso en falso lo hizo caer a aquella parte que jamás nadie había visto, las personas de apariencia extraña le miraban desconcertados, por su mente solo paso un 'tienen orejitas'.

"Un humano"

"¿Será el único? ¿Vienen más de los suyos?"

"Debemos matarlo"

Aquellos seres sacaron sus garras y colmillos, el pequeño Jay miro aterrorizado, eso hasta que el potente gruñido de la mujer del líder se hizo presente, los demás no tuvieron opción más que abrirse para darle paso, arrodillándose ante ella.

"Que tenemos aquí..." Dijo la mujer tocando la cabeza del pequeño. "Un cachorro humano." La mirada intimidante y potente de la mujer haría que cualquiera temblará, pero Jay de alguna forma lograba sostenerla, una sonrisa apareció en su rostro.

"S-Sus orejitas son bonitas" dijo el pequeño.

"Gracias pequeño." De alguna forma aquella frase inocente había calmado la situación, la mujer le interrogó. "¿Llegaste aquí solo? ¿Como llegaste?"

"Estaba solito, me gusta mucho caminar por el bosque, pero me tropecé y llegué aquí." La mujer lo miro confundida, el llegar a esa parte oculta requería de múltiples cosas de por medio, arqueo las cejas y lo miro... No había un rastro de magia en ese niño.

"El bosque te trajo" dijo con voz baja, el niño no tenía ni idea de cómo había llegado ahí, pero había una razón para ello y la tribu le era fiel a la palabra del bosque.

Aquella felina le acogió en su casa y cuido, Jay amaba el bosque al igual que ella y eso hizo que lo amara como a su propio hijo.

Aveces sin querer llegaba a ese lugar, la noticia de que la mujer estaba esperando un cachorro le hacía feliz aunque ya fuera vieja, y aquel día que nació no pudo sentirse mejor.

Sus pequeñas orejitas blancas se asomaban por su cabecita, una abundante cabellera rubia provenía de su cabeza, su piel era blanca como la nieve y su carita serena le hacía un pequeño niño adorable.

"Es... Es un milagro" dijo la mujer mirando al pequeño. "ha pasado más de un siglo desde que no había un platinado en la familia de los líderes." La mujer miro al pequeño, el fue una señal de que cosas grandes venían.

Pero un día simplemente no pudo volver a la aldea, la reina cayó en una profunda tristeza que solo era aveces remplazada por la risa de su bebé.

Jay había ido a la gran ciudad, tantas veces que intento volver peor no pudo hacerlo... Aquel día que entró al bosque y busco la aldea no había nadie, todo estaba en llamas, entro a las casas pero estaban vacías. Corrió hasta el hogar de la familia real y solo encontró a la moribunda mujer del líder tumbada apunto de decir sus últimas palabras.

"Madre..." Le llamo, ella Siempre le insistía en que la llamara así.

"Pequeño, te extrañe... Has llegado justo a tiempo, antes de que de mi último aliento." Acarició su mejilla. "Por favor, cuida a mi bebé... Cuídalo de todo peligro por mí, busca el libro, el libro de cuentos y secretos del bosque." Jay intentaba hablar, pero simplemente ella cerró sus ojos, a los segundos su mano cayó.

"Jay, ¡Jay! ¿Por qué no hablas?" Reclamó Sunoo.

"Oh, no, no es nada." Sonrió.

''Al fin te encontré, 'hermanito'...''

░❝Kɪᴛᴛɪᴇ❞ ✿ Sunki ༄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora