Mizuki, la hija de InuYasha

InuYasha y Mizuki son espías por un día

atención lectores sé que no escribo cositas aparte, pero creo que es buen momento para agradecerles todo lo que me han apoyado y han seguido esta historia. Les confieso que me siento muy agradecida de que les guste y ustedes me dan las ganas y la energía de seguir escribiendo tanto en esta historia y la otra que aún no la publico, pero trata de Kagome que es adolescente y tiene el poder de controlar el hielo, algo así como Elsa de frozen, Jack Frost, Snow Quinn, Icemen de x-Men me inspiré mucho en ellos es que me encanta el poder que tienen, desde pequeña que me fascina.
volviendo a la historia, este capítulo tiene Lemmon, contenido sexual como quieran llamarle así que si eres pequeñ@ no quiero pervertirte y Antonella no leas esto hermanita aún eres pequeña!
bueno disfruten... creo que hablo mucho

Eran las siete con treinta minutos de la mañana y en la ducha de la casa de los Higurashi una chica se daba un baño media dormida. Aburrida de tener tanto sueño que cerró el agua caliente y sólo dejó correr el agua fría por su cuerpo. Con ese remedio despertó por fin, salió del baño, se vistió y alistó para la escuela y bajó a desayunar

-Hola nana, buenos días- algo enérgica

-Buenos días mi niña, últimamente te encuentro muy extraña… como si estuvieras demasiado agotada- dijo preocupada

-Tranquila nana, no es nada sólo que debe ser donde tengo demasiadas evaluaciones  y he tenido que estudiar- mintió

Naomi no creyó ni una sola palabra que dijo su nieta, ya la había visto varias noches salir de su habitación a escondidas y aunque al inicio no creía que era Mizuki porque simplemente veía a una persona con un largo cabello siendo que la chica tenía el cabello corto, pero esa persona se dirigía al pozo y luego no volvía a aparecer. Sólo dos personas sabían acerca de la existencia de ese pozo y desaparecían: Mizuki y Kagome.

-Bueno está bien… ahora yo que tú me apresuro, porque tienes exactamente- mirando su reloj- ocho minutos para no llegar tarde

-¿¡Qué!?- escupiendo todo- no puede ser llegaré tarde, ¡demonios!- corriendo por la casa- adiós nana, te quiero- salió corriendo de la casa

Apresurada tomó el camino de la escuela y corrió en su dirección, no veía nada más que el camino y la hora, faltaban cuatro minutos para entrar y llevaba menos de la mitad… quería morir, si no entraba llamarían a su madre, si llamaban a Kagome ella comenzaría a sospechar de su cansancio, si sospechaba de su cansancio la empezaría a vigilar, si empezaba a vigilarla no podría salir en la madrugada a entrenar, si no podía salir a entrenar InuYasha no volvería a ser su maestro nunca más y si no era su maestro moriría… ahora sí, su vida corría peligro. Tan concentrada que estaba en sus pensamientos que lo único que quería era llegar lo antes posible

-Oigan si no quieren que los asesine ¡muévanse que llevo prisa!- gritó al ver un grupo de estudiantes de otra escuela- ¿Qué no me escucharon? Que se muevan- volvió a gritar más enojada

Ante esos gritos se movieron y la quedaron mirando como bicho raro, pero hubo un chico con grandes gafas negras que no se movió ni un centímetro, Mizuki chocó con él y cayó al piso

-¡Oye tarado te dije que te movieras que no ves que llevo prisa!- poniéndose de pie y retomando el camino- ¡eres un idiota!- le gritó mientras se iba

"Creo que al fin te encontré Mizuki". Pensó el chico mientras veía que la chica se iba y se perdía entre la gente.

Cuando al fin llegó a la escuela estaban a punto de cerrar las puertas faltaban tan sólo un minuto o quizás menos. Ingresó al salón donde la maestra estaba acomodando sus cosas para empezar la clase, la chica se acomodó en su puesto y sin darse cuenta comenzó a dormir, realmente estaba cansada. Nuevamente comenzó a tener un sueño, el sueño de hace varias noches atrás; sus ojos eran rojos, tenía una cara que daba miedo, había sangre humana en sus manos y repetía que quería matar. De pronto un hombre de expresión fría, largo cabello plateado y ojos dorados, la tomaba del cuello y la abofeteaba hasta que ella pudiera volver a la ser normal