Castigo

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Neville se quedó en la cama a pesar de que sabía que dentro de pocos minutos todos sus compañeros se levantarían y que era mejor ponerse en camino al baño para tomar una ducha antes de que todos los demás se abalanzasen y estuviesen discutiendo por quién iba a ir primero. Sin embargo, no era capaz de hacerlo. Estaba demasiado enfrascado en sus pensamientos. La noche anterior se había ido a acostar con tantas preguntas que se había quedado un buen rato meditando sobre el asunto antes de caer dormido.

En estos momentos, al fin, había llegado a una conclusión: las mujeres eran seres complicados de entender.

Al menos para él, porque aún era incapaz de comprender cómo era posible que su prometida hubiese estado todo el día evitándolo, lanzándole sólo un saludo lejano y algo forzado para luego, durante la fiesta de Slughorn, tratarlo como si no se quisiese despegar de él, como si no hubiese sucedido nada raro durante todo el día. Había pasado la mayor parte de tiempo pensando en qué había hecho mal durante la cita que tuvieron, sobre cuáles habían sido los errores que había cometido, hasta que al final Hermione le había explicado antes de la fiesta que Alessia no estaba para nada molesta con él, que su estado de ánimo había sido ocasionado por otra cosa... Pero entonces, si él no tenía la culpa, ¿por qué había actuado así? ¿Por qué había sido fría y distante?

Le hubiese gustado haber podido preguntárselo. Había estado pensando durante toda la velada las palabras correctas que utilizaría para hacerlo antes de que se despidiesen pero cuando llegó el momento ella avanzó y le dio otro beso en la mejilla y... ¡Eso fue todo! Su mente se había quedado en blanco y no había sentido nada más que un cosquilleo que se extendía desde el punto en que sus labios lo habían tocado hasta los dedos de sus pies.

Era un tonto, lo sabía, se sentía irremediablemente atraído hacia Alessia y cada vez que ella lo tocaba todo su cuerpo parecía volverse loco. No ayudaba ni un poco saber que, aunque aún no podía hacerlo, algún día sería capaz de besarla en los labios, tocar su cabello, acariciarla para sentir si su piel era tan suave como parecía...

Se levantó de la cama de un brinco. Su mente había comenzado a conjurar imágenes ficticias que era mejor no tener por el momento, no cuando sus compañeros iban a levantarse pronto. No quería avergonzarse a sí mismo.

...

Lessi intentó que la indiferencia de Draco hacia ella no la afectara. Fue imposible, pero de todos modos actuó como si así fuera y cuando fue a desayunar, su hermano y ella se sentaron junto a las hermanas Greengrass. Varios pares de ojos notaron esto pero sus compañeros de casa fueron prudentes y no abrieron la boca para decir absolutamente nada. Sólo Pansy con su séquito de ineptas la miraron y luego se voltearon a cuchichear entre ellas para reír después por lo bajo. Alessia no era precisamente una persona vengativa o violenta pero en ese instante sintió un gran deseo de enterrar en rostro de Pansy en su tazón de cereal que estaba comiendo... o quizás debía de usar algo que marchara algo más su lustroso uniforme.

Pero se contuvo porque no quería meterse en problemas. Posiblemente Snape no le dijera nada pero en ese momento en la mesa de profesores se encontraba McGonagall y conocía lo suficientemente bien a la mujer como para saber que ella no la liberaría de un castigo, incluso si el ataque no había sido a uno de los alumnos de la casa de los leones.

Esta vez, cuando se encontró con la mirada de Neville, lo saludó con una sonrisa enorme a través de la sala, para que no tuviera duda alguna que estaba dirigida a él. El chico se la devolvió aunque con más timidez y a su lado, Seamus y Dean lo codearon sin disimulo y le dijeron algo que ella fue incapaz de oír pero que causó que Neville se volviera tan rojo como un tomate maduro. Se preguntó qué le habían dicho, si había sido alguna idea sucia que le había hecho pensar a su prometido en ellos en esa situación. Aunque no pensaba acostarse con él, la idea de que la deseara no le desagradaba; por el contrario, la emocionaba.

Flores del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora