Año nuevo

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Alessia no estaba segura de qué esperar de Dumbledore cuando le confesara que había estado siguiendo las órdenes de un Mortífago todo este tiempo y por más que recreaba en su mente múltiples escenarios de cómo se desarrollaría la conversación, no dejaba de pensar que uno era más absurdo que otro.

Era 31 de diciembre y aún faltaban tres días para tomar el tren que los regresara al colegio... lo cual era toda una eternidad teniendo en cuenta la clara tensión que había entre ella y Neville. Desde la charla que había tenido con su hermano le resultaba muy incómodo estar en su presencia y era obvio que algo había cambiado no sólo para el chico sino también para toda su familia. La misma Enid le había pedido la tarde anterior que la acompañase a caminar por el jardín y había aprovechado para interrogarla. Al parecer la mujer mayor tenía el temor y la sospecha de que Neville se había comportado mal hacia ella, lo que había generado el distanciamiento. Alessia se apresuró a aclararle que no había sido así. Se sentía demasiado mal por todo como para tener que añadirle el permitir que los familiares del chico pensaran mal de él.

Sin embargo, dado que ese era el último día del año, la situación no podía seguir así. Cuando se encontraron por primera vez le había pedido que hicieran algo juntos y él había aceptado. Aunque no había sido una promesa propiamente dicha, había dado su palabra y no iba a faltar a ella.

—Necesito que esta noche entretengas a Augusta—le pidió a su hermano.

Theo, que apartó perezosamente la mirada del libro que leía, la contempló fijamente.

— ¿Finalmente te decidiste a dormir con él?

Lessi jadeó e hizo una seña con su dedo para que guardara silencio. Estaban en el salón, sólo ellos dos, pero nunca se sabía cuándo alguien de la familia Longbottom podría entrar.

— ¡Claro que no!—exclamó entre dientes, acercándose a él para sentarse a su lado en el sillón—Y no entiendo tu obsesión con el tema. Cualquiera que te escuche y sepa que somos hermanos pensará que eres un enfermo...

Theo rodó los ojos.

—Realmente me importa poco qué decidas hacer con tu cuerpo—le aseguró, hablándole en voz baja—, basta que sea decisión tuya.

—Entonces, deja de preguntar—le rogó—. No es un tema que me sienta cómoda charlando contigo.

Theo sonrió burlonamente.

—Ahí está mi placer. Es tan divertido verte molesta.

— ¡Qué maduro de tu parte!—exclamó— Estoy hablando seriamente. Necesito que mantengas ocupada a Augusta. No haremos nada indebido, sólo ver florecer una planta.

—No entiendo porqué tanto empeño en mantener alejada a la anciana, entonces. Sólo verán una flor.

—Exactamente por eso—le explicó entre susurros— No aprecia la Herbología y no hace más que humillar a Neville.

— ¿Es esa planta ridícula que siempre cuidabas? ¿La que te regaló?—le preguntó.

—Es una planta increíblemente rara—lo corrigió con molestia—, no es ridícula.

—Si tú dices...—suspiró—. No te preocupes, yo me encargaré de entretener a la anciana. Tú ve con tu noviecito.

Esa noche la cena estuvo tan deliciosa como la de Nochebuena y el almuerzo de Navidad. Al llegar el postre, Algie sacó una botella de champagne dulce con aroma a arándanos que sirvió a todos. Brindaron pero a la hora de beber Neville supo apartar disimuladamente su copa. Theodore aprovechó y rápidamente la cambió por la que Augusta dejaba vacía. Lessi le lanzó una mirada significativa. Ella quería que la distrajera, no que la emborrachara.

Flores del malWhere stories live. Discover now