CAPÍTULO I

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- Harry, Harry, ayúdame. Te necesito conmigo... - Esa voz que no podía salir de la cabeza de Styles desde el día uno. Su larga y rizada cabellera se mecía con el movimiento del camión blindado que trasladaba a los pacientes del manicomio de Doncaster hacia el hospital Wahnsinn. Sus harapos blancos, que ya no se veían tan blancos por el desgaste dejaban notar su increíble musculatura, la cuál no había desaparecido pese a los años que llevaba en el recinto. Harry no hablaba con nadie, era serio, reservado, pero cuando su medicamento terminaba, los traumas y las alucinaciones comenzaban - ¿Harry? ¿Volviste? Tienes que ayudarme...

- ¡CÁLLATE CÁLLATE! - gritó empuñando sus ojos esmeralda con fuerza mientras se tomaba de los cabellos. Unas lágrimas rodaron por sus mejillas y se puso en posición fetal encima de dos asientos. La enfermera que acompañaba específicamente a Harry se acercó a él, pero él, al notar el acercamiento lanzó una patada para separarla - ¡NO ERES ELLA!

- Harry, sólo déjeme darle esto, ella se irá, se lo prometo - la enfermera tomó una jeringa y se la atascó en el brazo a Harry, haciendo que este durmiera el resto del trayecto hasta el hospital.

Finalmente el camión ingresó al complejo. Las finas y elegantes puertas color carmesí del hospital se abrieron con elegancia con la ayuda de dos enfermeros para dar paso al transporte. Con el duro movimiento del camión, Styles abrió los ojos y pegó un brinco para observar el lugar al cual se dirigía. Sus ojos se abrieron con asombro al ver el gigantesco jardín y el enorme edificio, parecía como un castillo medieval, pero con un toque ochentero. El tic nervioso de Harry de rascarse la nariz con su dedo índice nunca paraba, lo hacía a cada minuto, pero ahora parecía que incrementaba más al estar en un ambiente totalmente nuevo, sus sentidos no estaban del todo alertas, se sentía a la deriva y su corazón palpitaba cada vez más rápido. La noción del tiempo para Harry era incierta, ¿Cuánto tiempo llevaba encerrado en el manicomio? ¿Días? ¿Meses? ¿Años? Todo era muy confuso para el ojiverde, sólo cabía una persona en su cabeza y esa persona ya no estaba.

La penumbra de la noche abrazaba con lujuria aquel transporte, del cuál sólo se podían escuchar risas, gritos y sollozos ensordecedores por parte de los cutres pacientes que dormirían en las camas del Wahnsinn esta noche. Harry miró hacia arriba del edificio, donde una lámpara alumbraba un cuarto. Él pudo observar una figura. Un hombre. Su postura lo hacía ver poderoso y misterioso, pensó entonces, que era el dueño del sitio.

Los enfermeros y trabajadores del hospital bajaron cuidadosamente a todos los pacientes, dejando como último a Harry, el cuál bajó con su propia enfermera - Lo siento señora, usted no puede entrar, déjemelo a mi - Liam se acercó temeroso a la mujer que tomaba del brazo a Harry, el cuál se movía con lentitud por la fuerte inyección que le habían proporcionado, caminaba un poco jorobado, como siempre lo hacía y con su mirada perdida.

- El señor Styles sólo es acompañado por la persona que él desee. Mire, llévele esta carta al señor Tomlinson, he escuchado que es muy meticuloso con sus pacientes, así que lo mejor es que lea la carta que nos proporcionó la familia Styles tres años atrás, cuando Harry ingresó con nosotros.

La adulta mujer toma con delicadeza un sobre de su bolsillo sin soltar a Harry, el cuál miraba expectante cada minúscula parte de la entrada mientras se rascaba la nariz una y otra vez moviendo ansiosamente su pierna izquierda. La enfermera le pasa el sobre a Liam, se veía desgastado por el tiempo, pero se notaba que había sido cuidado para que no se rompiera por el desgaste. Liam se lo coloca en un bolsillo de su uniforme y mira hacia afuera del hospital, justo en la calle - Está la policía afuera, ¿verdad?

- Nunca lo dejarán solo, pero créame cuando le digo que el señor Styles no es un criminal - la mujer se veía melancólica y triste, tomaba el brazo de Harry con fuerza, no quería soltarlo. Harry en cambio no decía nada, no sentía nada. Vio al hombre que tenía en frente, su complexión era musculosa, un poco más que la suya, con el cabello ondulado y una semibarba casi afeitada. Liam sólo tragó saliva al sentir la penetrante mirada de Harry sobre él, pero no mostró miedo alguno ante él, debía comportarse como un enfermero hacia su paciente, por lo que le proporcionó una sonrisa y acercó su mano hacia Harry, pero el rizado al darse cuenta de las intenciones de Payne se alejó bruscamente - Lo siento cariño, no te ha elegido a ti, guíeme hacia la habitación de Harry y yo lo llevo para no causar problemas, mañana cuando el señor Tomlinson lea la carta ya sabrá que hacer con él - dijo la mujer sin separarse ni un milímetro de Harry.

9 REGLAS (L. S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora