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•Sian•

El olor de su perfume, ese olor, lo podía sentir, me encantaba esa fragancia y el tenerla tan cerca, prácticamente pegada a mi me hacía sentir lleno de gozo.

Su cabeza reposaba en mi hombro mientras la mia no dejaba de pensar en todo lo que había sucedido hoy, los pequeños besos que logre propinar en su cuello, su dulce aroma antes de despertar en la mañana, ese momento donde sus labios estuvieron a centímetros de los míos, ahora que estaba junto a mi y el momento donde di gracias el no haberme dejado llevar por mis instintos de hombre, el momento donde la ví con solo una toalla sobre su cuerpo, sus cabellos húmedos y sus mejillas rojizas, quize acercarme en ese preciso instante y acariciar su piel, llenarla de besos y grabar cada centímetro de su cuerpo en mi mente, pero no debía así que me controle antes de que fuera tarde y algo me impulsará a ir mucho más allá de mis instintos masculinos.

Su respiración era tranquila y pacífica, el ambiente tenía un ligero aire de calma y el sonido de la lluvia era lo único que se escuchaba en el lugar, no sabía cómo romper el silencio, solo me limitaba a sentir su calor y su respiración.

—tengo hambre—escuche que dijo, voltee la mirada y me encontre con sus ojos iluminados ligeramente con la luz del lugar.

—¿vas a ir por algo? —pregunte mientras presenciaba como se levantaba del sofá.

—así es, voy por algo para ambos ¿tu no tienes hambre? —pregunto mirándome extrañada con una leve sonrisa, en ese momento la cobija se resbaló cayendo casi al suelo pero en un rápido movimiento la tome y me la puse envolviendome todo aprovechando que ella no la tenía.

La mire para responder pero se había quedado mirándome hipnotizada, sus ojos reflejaban cierta confusión, su sonrisa desapareció para formar un semblante de sorpresa, no sabía que pasaba ni que era lo que había visto, pero me empezaba a preocupar.

—D-Dereck... —fue lo que titubeo con un susurro apenas audible por el sonido de la lluvia, en ese momento mi cara también cambio, me había recordado o eso quería creer.

—¿Me recuerdas? —pregunte sin quitar mis ojos de los suyos.

—yo... ¿Eres tú? —me pregunto, yo asenti y sonrei levemente con esperanza.

—Si. ¿me recuerdas Karen? ¿entonces si me recuerdas? —me levante para quedar frente a ella.

—no, no puede ser... Te fuiste, es decir el se fue hace mucho, no lo volví a ver ¿como se que eres tú? —dio un paso hacia atrás, entendía su reacción después de todo había pasado ya 17 años desde la última y primera vez que me vio.

—no estaré solo, el destino tendrá personas increíbles preparadas para mi, así como tu también tendrás tu destino—repetí aquellas palabras de mi pequeño yo, las mismas que le dije cuando me pidió el significado de aquel dije que aún conservaba con ella.

Ella se quedó mirándome sin decir nada, llevo una mano a su pecho empuñando el pequeño collar.

—Karen, si soy yo... ¿De que otra forma podría decirte lo mismo que dije hace 17 años? —me acerque a ella mientras hablaba.

—si eres tú—dio un paso hacia mi, levanto su mano y con las llemas de sus dedos empezó a recorrer mi rostro, su tacto era delicado tanto que deseaba en aquel momento que nunca dejara de tocarme, pose mi mano sobre la suya cuando acaracio mi mejilla, me miro fijamente de nuevo y se alejo dando ese mismo paso que había avanzado antes—¿como supiste donde estaba y que era yo ahora? —me pregunto un poco más calmada.

—te contaré todo te lo prometo... Pero antes siéntate y calmate, no te estoy diciendo mentiras—ella obedeció y se sentó, yo me quedé parado frente a ella para empezar a explicarle todo.

•DESTINO FUGAZ• (√COMPLETA√)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora