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—¿Piensas ignorarlo para siempre? —le preguntó Borja, encontrándose tres pasos atrás de Raúl, pues esté se lo había ordenado así.

—No para siempre —respondió el más bajo, quitándose al fin su gran disfraz, el cual consistía de ponerse la capucha de su abrigo y unos lentes de sol—, solo voy a ignorarlo hasta que se largue, después de eso ni siquiera tendré que volver a verlo.

—No quiero sonar como un viejo gruñón el cual intenta decirte que hacer y que no... —comentó. No podía ver la mirada de Raúl, pero estaba seguro que lo veía molesto— tal vez, solo tal vez; deberías hablar con Rubén, preguntarle porque no te dijo que se iría, ver si es una buena o mala razón y seguir con tu vida.

—Luzu, no tienes ni la más puta idea de cómo funciona la vida —fue lo único que le respondió Raúl, antes de apresurar su paso y dejar a su amigo atrás.

—¡Solo era una sugerencia! —aclaró Borja, desde la distancia. No pensaba seguir detrás de Raúl e intentar explicarle algo que era obvió.

A Raúl nunca se le había complicado ignorar a una persona. Jamás. Pero ese día había sido una tortura. Todo el día Rubén lo estuvo buscando, preguntó por él a varios de sus compañeros, incluso a sus profesores, se veía realmente preocupado por verlo.

Tuvo demasiada suerte, pues ese día no tenía que reunirse en el teatro, ya que de lo contrario, seguramente Rubén hubiera pasado toda la hora tratando de hablarle, y como tenía una cierta debilidad cuando de ese chaval se trataba; seguro y le hubiese hablando.

Ahora se encontraba escapando, corriendo lo más rápido posible por el pasillo hacia la salida, rogando por que su madre se encontrará afuera para poder irse en cuanto saliera del lugar.

Pensó que salir corriendo era la mejor idea para no ser visto por Rubén, pero justo a la mitad de su huida, esté se encontraba de camino a la salida, y lo vio, haciendo que una clase de persecución comenzará.

Raúl podía escuchar a sus espaldas los gritos del más alto, los cuales cada vez se escuchaban más cercanos. Sentía que ya lo tenía justo atrás, pero en cuanto salió, se topo con el auto de su madre. Dio gracias a quien fuese causante de ese milagro y se dirigió hacia allá, poco le importo tener que aventar algunas personas para apartarlas de su camino. 

—¡Arranca ya! —le pidió Raúl a su madre, una vez que entro al auto. Mirando como Rubén esperaba impaciente a que un autobús pasará para poder cruzar la calle.

—¿Que te crees? ¿Que soy tu puto chófer? —cuestionó la mayor, mirando lo lindas que se veían sus pestañas por un pequeño espejo.

—¡¿Que te cuesta hacer algo que te pido por solo una vez?! —cuestionó completamente desesperado. Rubén ya se encontraba cruzando la calle.

—Mi orgullo como madre —contestó la mujer, sin darle mucha importancia al comportamiento de su hijo. Esté siempre parecía estar molesto o histérico, así que no iba a estarle prestando atención a todos los berrinches que hiciera.

Raúl iba a decir algo más, pero se escucharon unos pequeños golpecitos en la ventana. No quería voltear, sabía perfectamente quien era. Se giro a ver a su madre, rogándole con la mirada para que se fueran ya.

—¿Necesitas que te lleven? —le preguntó la mayor a Rubén, quitándole los seguros a las puertas— Vamos muchacho, entra, que no te de pena.

Rubén abrió la puerta trasera, con algo de pena. No necesitaba que lo llevarán a casa, solo quería hablar con Raúl, pero le daba demasiada vergüenza decirlo frente la madre de esté, así que solo tomo asiento, sacando su teléfono móvil para mandarle un mensaje a su madre y no fuera por él.

"The drama club" 🌼 rubiusplayWhere stories live. Discover now