Capítulo 27- Ayúdame

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Después de una semana de ayudas, de paseos a ver a su niño, curándose poco a poco, acostumbrándose al hospital, y a su bebé. Noches de sacaleches, días de estar piel con piel, o solo mirándolo dormir. Una semana en la que parece que han estado en una burbuja, le dan el alta.

Luis la mira desde la cama recogiendo las últimas cosas, ella se viste en el baño con la puerta medio abierta. Se ha puesto un jersey ancho a modo de vestido, unas botas sin tacón y se ha arreglado el pelo. Pasa su mano por su barriga, aun inflamada, aunque muchísimo menos.

Pero la ve sonreír, y eso le tranquiliza. Y Luis por su parte esta muerto de miedo, por irse a su piso solo, por que ella vuelva a coger distancia. Han quedado que cada día la pasará a buscar a las nueve de la mañana y pasaran el día en el hospital, de nueve a nueve. Y lo que teme más aun es el momento en el que le den el alta a su pequeño.

-Ya estoy

-Que guapa

-Me siento bien, y con fuerzas, veremos cuando llegue a casa, y más a la hora de dormir

-Lo mismo digo
-Con Lucia fue más fácil
-Si, ¿te acuerdas el primer día en casa? Nos daba miedo todo, y el primer baño, igual medimos la temperatura del agua 3 veces

Aitana se ríe y después se muerde el labio.

-¿Que pasa?
-¿Me das un abrazo? Estoy aún más sensible que antes
-Uno y todos los que quieras

Al salir por la puerta se encuentran algún fotógrafo, la familia Cepeda siempre será una buena portada para programas del corazón, por mucho que no les guste.

En seguida llegan al coche y suspiran, han pasado lo más rápido posible y respondiendo lo justo y necesario.

-Si quieres ahora quédate a cenar, es tarde y estarán mis padres y Ester y Alex con los niños
-Bien, gracias

Llegan a casa y todo son abrazos. Y la verdad que ambos se encuentran bastante animados, al final su niño va mejorando y ella se encuentra bastante bien.

Se van yendo y sus padres recogen la cocina mientras Lucia ha subido a repasar un examen.

-Luis, ¿me haces un favor antes de irte?
-Si claro
-A ponerme el pijama, vestirme me ha costado pero bueno, me has acabado ayudando, pero si no se lo pido a mi madre, es porque quiero echarme ya y como están ocupados
-No te preocupes yo te ayudo

Suben y ella le enseña las fotos del espejo, aunque no sabe que el ya las ha visto.

La ayuda a quitarse el jersey y se queda mirando en el espejo.

-Es increíble como hace unos días lo tenía dentro y ahora mira, parece un moco de esos de colores de jugar
-¿El cubo de pedos?
-Eso
-Pues a mi me pareces una madre guapísima
-Qie gracioso
-No es una broma
-Coge una camiseta del vestidor, el tercer cajón, del que era tu lado
-¿De las mias que me robaste?
-Si, ahora me cabrán otra vez
-Voy

Le ayuda y le acaricia la mejilla al acabar.

-Cualquier cosa me llamas sin dudarlo, para lo que sea
-Espero poder peinarme ya sola
-No es broma Aiti, ¿te acuerdas de la cura de los puntos no? Que te la haga tú madre porque tú te marearas que te conozco
-Ya lo se, gracias por ayudarme tantísimo, como enfermero tendrías futuro
-Díselo a Mateo que le hago unos masajes que se queda de bien
-Veo que hay pacientes vip
-Hasta mañana Aitana
-Hasta mañana Luis

Se va y Aitana se tumba en la cama, la nota enorme en comparación con la del hospital. Y la cuna vacía al lado le pone un poco triste, sabe que está genial cuidado y todo, pero le duele como un puñal cada día cuando sale de esa sala y se va, más ahora, que no está ni el mismo edificio, y más al estar sola.
Y entre lágrimas consigue dormirse.

Luis por su parte está sentado en su pequeño balcón, fumando un cigarro y con una cerveza en la otra mano.

No hace nada de frío para ser febrero y la luna brilla más que nunca.

Coge su móvil y abre la galería. Parece un álbum de su Teo.
Bueno, de Teo y de Aitana con el, hay un vídeo que le hizo cuando lo fue a ver por primera vez, de cuando le empezó a subir la leche y su cara de emoción cuando por fin no le dolía tanto.
Cosas que la gente ve aburridas o insignificantes y para él son momentos que siempre guardará.

Y cundo se echa en la cama suspira, por fin duerme en una cama en condiciones, pero no cambiaria por nada esos días que ha dormido en un sofá, con la mano estirada agarrando la de Aitana, o acariciando su pelo. Momentos que no volverán, seguramente nunca.

Ahora mismo se siente un apoyo enhorme para Aitana, y ella para el, la cuida, ella se deja cuidar, pero nada más lejos de ese cariño y esa dedicación, se lo debe. Y no sabe si todo ese cariño sin nada más le pone feliz, poder tener una relación así con Aitana, o le asusta el que ambos dejen de sentir lo que sentían, que se dejen de querer como lo hacían. Ya no sabe ni él lo que siente como para saber lo que siente ella. Solo sabe que tiene que estar a su lado, tiene y quiere.


Holaaaa, aquí os dejo un par de capítulos, esta semana maratón, y será guay os lo aseguro, os leo.
Por cierto, se acerca el final, ¡pero aún quedan bastantes capítulos!


Y tengo otra pregunta, ¿si escribiera otra novela con otros personajes los leeríais?
La verdad que con esto he descubierto que me encanta escribir y la imaginación que tengo, pero cada vez me siento más rara escribiendo sobre unos personajes que en menor o mayor medida se acaban relacionando con la vida real, quizás usaría los mismos nombres, o el mismo físico si así lo queréis, pero igual pruebo suerte, eso sí mientras querraís novelas aiteda las tendréis.

El día en el que la lluvia dejó de arderWhere stories live. Discover now