Helena y Briseida se conocen desde pequeñas, unidas por la pesadilla de muchas personas; la muerte. Una es callada, la otra habla hasta por los codos. A una le gusta escribir, a la restante se le concedió el don de la pintura. La rubia ofrece ayuda y su cariño a cualquiera que lo necesite, la castaña deberá aprender a abrirse. Junto a un chico que se coló a su fiesta y otro jóven que intentó asaltarlas, formarán una peculiar amistad. Pero el destino es tan dramático que se lleva a uno de ellos consigo. Años más tarde, con una reaparición y un secreto oscuro, tres de ese inusual grupo aprenderán que no son tan distintos como pensaban, e, incluso, parecen complementarse.