Ser sinceros

2.6K 590 191
                                    

Luego de instalarse cómodamente, Feng Xin fue el primero en hablar.

— ¿Está este lugar bien? — preguntó el dios de forma insegura.

A Mu Qing le pareció totalmente tonta e innecesaria esta pregunta.

— Oh no, hubiese preferido algún palacio donde fuese recibido con fanfarrias. — ironizó Mu Qing.

— ¡Tú...! — comenzó a quejarse Feng Xin, sin embargo su retahíla fue interrumpida por la suave risa de Mu Qing, lo que hizo olvidar a Feng Xin la mitad de su vocabulario.

— Si no preguntases cosas tan estúpidas entonces yo no te respondería de esa forma. — comentó el dios de la belleza entre risas, amaba molestar a Feng Xin.

Feng Xin sintió el calor acumularse en su rostro. Tal vez sí había sido una pregunta estúpida.

Feng Xin suspiró.

— Entonces... ¿Quieres comer? — sugirió Feng Xin.

Mu Qing asintió y el otro dios tomó la pequeña canasta para comenzar a desempacar una gran variedad de bocadillos hechos a base de ambrosía.

El dios de la belleza estaba algo asombrado, los postres lucían espectaculares, realmente dignos de dioses y a la vez, realmente simples, nada sobrecargado ni de mal gusto.

— ¿De dónde los has sacado? — preguntó Mu Qing lleno de curiosidad mientras tomaba uno de ellos para dar la primera mordida.

No solo lucían espectacular, también tenían un sabor maravilloso.

— Los he preparado yo. — murmuró Feng Xin algo apenado, desviando su vista para no encontrarse con la de Mu Qing.

En estos dos días el dios de la arquería no había escatimado en esfuerzos. Yendo de un lado para el otro en su misión de preparar el lugar, reemplazando las flores del claro por las favoritas de Mu Qing con la ayuda de Xie Lian, indicando a las musas el tipo de música que prefería el dios de la belleza después de que fueron convencidas por el carismático Shi Qingxuan, pidiendo a Pei Su su asistencia para el acto de las aves, trabajando con He Xuan para mover el arroyo de las nayades a ese claro (dado que inicialmente no había un arroyo ahí y Feng Xin sabe que Mu Qing le gusta el sonido del agua) y además rogando a Yushi Huang por conocimientos culinarios.

La madre del Olimpo había estado sorprendida por su petición, los dioses en realidad no necesitaban alimentos, por lo cual saber prepararlos era más un gusto que cualquier otra cosa.  Sin embargo, después de escuchar la explicación de Feng Xin, la diosa estaba enternecida por la resolución del dios de la arquería en ser él mismo quien preparase los bocadillos para su cita, alegando que si a Mu Qing le gustaba alguno él querría seguir preparándolo para el dios de la belleza.

Así, en estos dos días, Feng Xin no solo había revoloteado por el Olimpo pidiendo la asistencia de otros dioses para lograr que todos los preparativos estuviesen de acuerdo a su plan, sino que también había aprendido a cocinar de la mano de la incomparable diosa de la lluvia.

Feng Xin realmente estaba decidido a demostrarle a Mu Qing que iba en serio con cada detalle.

Y lo estaba logrando.

Mu Qing sintió como una ola de felicidad se extendía desde lo más profundo de su corazón hacia el resto de su cuerpo. Feng Xin, quien era tan terriblemente tosco para muchas cosas, había preparado para él bocadillos tan delicados en todos los sentidos.

¿Cuánto esmero había puesto el otro dios en esto? Mu Qing no podría medirlo.

— Feng Xin, ¿Por qué estás escondiendote, imbécil? — lo molestó Mu Qing al ver cómo éste se rehusaba a verlo directamente.

Feng Xin no sabía si insultarlo de regreso o ponerse a llorar.

¿Había hecho demasiado y ahora Mu Qing saldría corriendo pensando que era muy intenso? O ¿Tal vez no le habían gustado los bocadillos?

Entonces un hipnotizante olor ya conocido se coló por las fosas nasales de Feng Xin y sintió como su cuerpo se relajaba.

— Feng Xin, ven aquí. — ordenó Mu Qing con una sonrisa.

Mu Qing jamás le diría a Feng Xin que en estos dos días descubrió que la forma más simple de utilizar este poder era pensando en él.

Feng Xin hizo como se le ordenó y no solo se giró hacía a Mu Qing sino que también se sentó justo a su lado.

Cuando Mu Qing retiró el efecto de su poder y Feng Xin pudo volver a pensar claramente, se sintió especialmente timado, Mu Qing siempre jugaba sucio.

Feng Xin ya había abierto su boca para reclamar cuando dos brazos se envolvieron a su alrededor en un cálido abrazo.

— Gracias. — susurró Mu Qing cariñosamente en su oído y Feng Xin se dió por satisfecho, si fuese un mortal podría morir ahora mismo sin ningún pesar.

Después de eso ambos dioses comieron el resto de bocadillos juntos entre amistosas discusiones y rondas de afecto dónde ambos se acurrucaban juntos sobre la manta para seguir bromeando.

Feng Xin descubrió que Mu Qing en realidad era mucho más expresivo de lo que él suponía en lo referente al contacto físico. Había una mirada para "quiero un abrazo ahora o te pateare" y otra para "beso ¿Por favor?" Y el dios de la arquería aprendió a diferenciarlas rápidamente.

Al anochecer, ambos movieron la manta para poder observar las estrellas desde el centro del claro. Feng Xin estaba acostado boca arriba con uno de sus brazos extendido, el cual Mu Qing estaba utilizando como almohada. Si el dios de la arquería giraba ligeramente la cabeza, podía observar el hermoso perfil de Mu Qing, quien parecía estar tan satisfecho como él.

Feng Xin no quería arruinar este momento, de verdad no quería. Todo había salido incluso mejor de lo que podría haber imaginado y Mu Qing parecía gozar de una paz tan grande ahora mismo que si Feng Xin lo molestara no podría perdonarselo.

Sin embargo, Feng Xin sabía que era hora de hablar. Quería volver a salir con Mu Qing, quería pasar muchos días más de esta forma con él, pero no quería hacerlo sin que el otro dios supiese porqué lo hacía. Incluso si Mu Qing no le correspondía, Feng Xin debía decírselo.

— Mu Qing... — llamó el dios de la arquería y Mu Qing giró la cabeza para encontrarse con su mirada.

Mu Qing enarcó una ceja esperando a que el otro continuase.

Feng Xin había preparado al menos 3 discursos dónde le explicaba a Mu Qing el terrible revoloteo de los nervios en su cuerpo cada vez que le veía, la forma en la que no podía dejar de pensar en él y como había estado mintiendose a sí mismo creyendo que esto era solo producto de sus constantes discusiones, también le explicaba que ya era capaz de nombrar esa terrible incomodidad que le inundaba cuando lo veía ser especialmente atento con otros dioses, que ya podía llamarle por lo que era: celos, le quería decir cuánto disfrutaba besarlo y tenerlo entre sus brazos, que le encantaba mimarlo y ver cómo sus orejas enrojecían, que quería hacerlo sonreír cada día porque tenía la sonrisa más hermosa de todas y que su corazón latía velozmente tanto cuando discutían cómo cuando se sentaban juntos en silencio disfrutando de la presencia del otro.

Sin embargo, al final, la mente de Feng Xin se vació al perderse en la mirada de Mu Qing y solo pudo decir una frase.

— Mu Qing, tú realmente me gustas.

•°Pretty boys god°• fengqingWo Geschichten leben. Entdecke jetzt