Dos pares de anillos

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Antes de responder, Feng Xin comenzó a mover sus manos frenéticamente sobre su ropa en busca de algo.

La curiosidad estaba plasmada en el rostro de Mu Qing, pero sus dudas se resolvieron rápidamente cuando Feng Xin encontró lo que buscaba y se lo mostró.

Dos hermosos anillos yacían en la palma del dios de la arquería.

Una alegre y victoriosa risa escapó de los labios de Mu Qing.

— ¡Pero yo te lo pedí primero! — estableció el dios de la belleza, quien ahora también era el dios del amor.

Feng Xin no se quedó atrás.

— ¡Pero de seguro yo obtuve los anillos primero!

El par de dioses eran lo suficientemente tontos como para planificar pedirse matrimonio el mismo día y, ahora, tenía dos pares de anillos de compromiso.

Después de reír y de que Mu Qing hiciese a Feng Xin admitir que él ganó esta vez, ambos intercambiaron anillos.

Feng Xin colocó dos anillos en el dedo anular de Mu Qing con suma devoción y Mu Qing hizo lo mismo por Feng Xin.

— Supongo que estamos doblemente comprometidos. — comentó juguetonamente Feng Xin antes de inclinarse para dejar un suave y cariñoso beso en los labios de su, ahora, prometido.

— Espero que no intentes escapar. — respondió Mu Qing.

Feng Xin decidió responder sin palabras y se abalanzó sobre el dios del amor para rodearlo en un fuerte abrazo mientras llenaba su rostro de besos. Feng Xin estaba seguro de que no tendría razones para querer alejarse de Mu Qing y esperaba que Mu Qing tampoco quisiera alejarse de él.

Los preparativos para la boda comenzaron esa misma semana, todos los dioses del Olimpo estaban ansiosos por poner sus manos sobre los planes de la célebre pareja.

Shi Qingxuan se encargó de los invitados y sus ubicaciones, al dios de los vientos no se le pasaba un nombre y sabía a qué deidades y criaturas juntar para garantizar una amena celebración. Discretamente aprovechó esta oportunidad para ubicarse a sí mismo en la misma mesa que He Xuan.

Pei Su, Ling Wen y Xie Lian fueron designados a la decoración (dado que eran los únicos con la suficiente paciencia para seguir cada una de las instrucciones de estética dadas por Mu Qing).

Yushi Huang se ofreció a preparar los bocadillos como regalo para la feliz pareja, junto a dos asistentes algo desastroso: Yin Yu y Quan Yizhen, la diosa de la lluvia aseguró que todo estaría bajo control en cuanto a la comida.

Y luego estaba Pei Ming. El pobre dios de la promiscuidad había sido asignado a la tarea más difícil: mediar entre el dios del sexo y el dios del amor a la hora de escoger las vestiduras para la ceremonia.

Esta tarea era especialmente agotadora dado que Feng Xin era, en realidad, bastante simple y Mu Qing era terriblemente quisquilloso con la apariencia, más si se trataba de su propia boda. Pei Ming tuvo días terribles mientras acompañó a los otros dos dioses en esta tarea, sin embargo, logró que no se estrangularan mutuamente. 

Y entonces, tres meses después, el esperado día llegó.

— Creo que voy a vomitar, ¿Los dioses pueden vomitar? ¿Que pasa si vómito sobre Feng Xin? — murmuraba Mu Qing, quien caminaba de un lado a otro con todo su cuerpo hormigueando a causa de los nervios.

Detrás de él iba Xie Lian, quien intentaba poner una corona sobre la cabeza del otro dios. 

Mu Qing había entrado en pánico esa mañana y había decidido que únicamente Xie Lian podía ayudarlo a arreglarse.

Xie Lian realmente era el dios de la paciencia y estaba haciendo honor a su título en este momento, yendo de un lado para el otro colocando todos los accesorios sobre Mu Qing y dándole palabras de consuelo.

— Todo saldrá bien, no vas a vomitar sobre nadie.

Cuando Mu Qing se dió la vuelta para ver de frente a Xie Lian, su expresión era de la más profunda tristeza.

Xie Lian se asustó, hasta que el otro dios habló.

— ¿Que tal si Feng Xin se retracta hoy y decide que no me quiere a su lado?— expresó Mu Qing, quien de tan solo imaginar la situación sentía que su existencia se tornaba del más gris de los grises.

Xie Lian le brindó una reconfortante sonrisa.

— Mu Qing, Feng Xin renunciaría cien veces a su inmortalidad antes de rechazarte o hacer algo para lastimarte. — consoló el dios de las flores con palabras de las que no dudaba ni en lo más mínimo.

Mu Qing parecía debatirse ahora entre la dicha extrema y la preocupación absoluta.

Xie Lian suspiró, él solo quería terminar con los accesorios.

— ¡Me voy a casar! — vitoreaba Feng Xin en otro lugar.

Pei Ming rodó los ojos, seguro de que su cabeza explotaría si escuchaba a Feng Xin decir esa frase una vez más.

— Mu Qing será viudo antes de casarse si continúas con eso. — amenazó Hua Cheng, quien estaba tan cansado como para ni siquiera fingir una sonrisa.

Feng Xin frunció el ceño y estaba listo para responder cuando fue interrumpido por Shi Qingxuan, quien también se estaba encargando de ser el anfitrión.

— ¡Feng Xin, ya debes salir! — anunció el dios de los vientos.

Feng Xin intentó que los nervios no se apoderasen de sus extremidades y comenzó a caminar para posicionarse en el altar.

Estando en el altar observó a su alrededor y se maravilló, su futuro esposo definitivamente tenía buen gusto.

Habían escogido uno de los palacios sagrados de Feng Xin para la ocasión. Los asientos para el salón de la ceremonia habían sido dispuestos en filas y no había silla vacía en el lugar. El techo era adornado por preciosas pinturas hechas para la ocasión, dónde se ilustraban varias leyendas de romances felices en tonos brillantes pero equilibrados, las paredes eran cubiertas por fina seda dorada y blanca y el pasillo principal estaba repleto de pétalos de flores que reposaban plácidamente.

Y entonces apareció.

Al final del pasillo y caminando hacía él se encontraba su nuevo sol, Mu Qing.

Feng Xin estaba seguro de que podía llorar.

Mu Qing se veía resplandeciente con su larga y elaborada toga blanca de bordes dorados, con accesorios delicados y el cabello trenzado, emanando el aura del dios más satisfecho del universo cuyos ojos brillantes se llenaron de felicidad al ver a Feng Xin esperando por él.

Mu Qing también estaba maravillado al ver a su arquero de pie en el altar, vistiendo una elegante toga dorada que acentuaba tremendamente su hermosa piel, con accesorios plateados que aún siendo hechos con el mejor material no podían brillar tanto como brillaba la sonrisa de Feng Xin.

Mu Qing y Feng Xin intercambiaron miradas y confirmaron que habían encontrado su lugar.

•°Pretty boys god°• fengqingWhere stories live. Discover now