Salven a Feng Xin pt. 2

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Después de una breve charla con Pei Ming la cosmovisión de Feng Xin estaba hecha pedazos.

Él ¿Iba a ser el sujeto de coqueteo de Mu Qing?

¿En qué se había metido?

— ¿Entonces tú serás quien lo ayude de ahora en adelante? — preguntó Pei Ming con una sonrisa divertida

Feng Xin asintió.

— ¿Pero te desmayaste con solo una mirada? — continúo Pei Ming.

Feng Xin volvió a asentir, esta vez con su orgullo herido.

Pei Ming explotó en risas.

— Ve a por ello, entonces. — alentó Pei Ming en tono burlón.

Feng Xin dejó escapar un gruñido y regresó a su templo de mala gana.

Él era el alabado dios del sexo, la lujuria y el placer eran parte de su dominio, todos los días escuchaba rezos desvergonzados y debía contestarlos, y aún así se había desmayado con una sonrisa de Mu Qing.

¡Era Mu Qing! ¡¿Por qué se había alterado de esa forma?!

Tenía que controlarse, ya había tomado el lugar de Pei Ming como conejillo de indias y no se arrepentía, algo en su estómago se revolvía con la sola idea de que Pei Ming pudiese tener esa clase de atención de Mu Qing.

Sin embargo, cuando Feng Xin recordaba la dulce voz con la cual Mu Qing había pronunciado su nombre algo en él se resignaba a tener cualquier clase de autocontrol.

Mu Qing era realmente hermoso, con una personalidad altiva pero discreta y Feng Xin encontraba cierto placer en hacerlo enfurecer para ver cómo esa capa de hielo en sus ojos se derretía. Pero ahora, tenía algo de curiosidad sobre si esa capa se podría derretir de otras formas.

Feng Xin rápidamente detuvo ese tren de pensamientos.

Mierda, no. Él no pensaría sobre el bastardo de Mu Qing de esa forma.

Feng Xin estaba seguro de que Mu Qing debía estar regodeandose en su templo por la reacción que obtuvo de él más temprano y no lo seguiría permitiendo. Él definitivamente pediría una segunda oportunidad.

Decidido se encaminó al templo del dios de la belleza con los últimos rayos del sol sobre sí.

Entró sin tocar, como le era costumbre, y encontró a Mu Qing probando lujosos accesorios frente a un gran espejo de bronce enmarcado con delicados ornamentos.

El templo del dios de la belleza era de un hermoso mármol blanco, destacaba por su pulcritud y delicadeza, dando un aire tan frío como el de su dueño.

— ¿Oh? ¿Que haces aquí? — preguntó Mu Qing a la vez que se daba la vuelta para enfrentar a Feng Xin.

Feng Xin intentó desviar su atención de los nuevos aretes en sus orejas y esa voz en su cabeza que deseaba besarlos.

— He venido a reanudar la práctica de esta tarde. — declaró Feng Xin.

Mu Qing rodó los ojos.

— ¿Quien te ha dicho que eres tú quien decide cuándo reanudarla?

Feng Xin se acercó a paso decidido.

— ¿Hay algún problema con hacerlo ahora?

Mu Qing rodó los ojos nuevamente. Habría preferido evitar a Feng Xin el resto de la semana, pero ya que estaba aquí...

— Ven aquí. — ordenó Mu Qing. Una vez que Feng Xin se acercó lo suficiente volvió a colocar sus brazos alrededor de su cuello, esta vez subiendo sus manos lentamente por los hombros de Feng Xin y deleitándose con la mala mirada que este le dedicó. — No te vayas a desmayar de nuevo.

Feng Xin sintió la furia comenzar a arremolinarse en su interior.

— ¡Yo solo estaba sorprendido! — intentó defenderse.

Mu Qing dejó escapar una pequeña risa y el corazón de Feng Xin se estremeció.

Mu Qing había pasado el resto de la tarde releyendo sus rollos de papiro y había decidido que una de las principales causas del amor era el deseo, así que primero, debía controlar el deseo.

¿Que podía desear Feng Xin?

Siendo que Feng Xin era el dios del sexo, Mu Qing pensó que a Feng Xin le gustaría alguien atrevido.

— Feng Xin, tus brazos se ven realmente fuertes ¿Puedo tocarlos? — susurró Mu Qing acercándose al oído de Feng Xin.

Feng Xin estaba en pánico por milésima vez este día. Instintivamente se alejó un poco para poder ver el rostro de Mu Qing, inmediatamente se arrepintió.

Mu Qing tenía una sonrisa burlona en su rostro que lo hacía lucir como el demonio más cruel y a la vez como el ángel más inocente que solo estaba pasando el rato.

— Sí. — la afirmación se deslizó de los labios de Feng Xin antes de que pudiese ordenar sus pensamientos.

Ahora Mu Qing estaba en pánico. No esperaba que Feng Xin aceptase, en realidad, Mu Qing no esperaba que Feng Xin tuviese una reacción diferente a empujarlo y comenzar una nueva pelea. Pero ahora no podía retroceder, Feng Xin pensaría que estaba siendo un cobarde y su ego aumentaría.

Manteniendo la expresión juguetona que le estaba costando toda su concentración Mu Qing deslizó una de sus manos desde los hombros de Feng Xin, bajando lentamente por su brazo y dando un suave apretón en su bíceps.

Oh, realmente se sentía más firme de lo que esperaba.

Una pequeña chispa de curiosidad genuina se encendió en Mu Qing. Por supuesto, Mu Qing era consciente de la gran fuerza del otro dios gracias a sus constantes peleas, sin embargo, nunca había pensado en sus definidos músculos.

Olvidándose por un momento de su objetivo, Mu Qing apartó la vista del rostro de Feng Xin y dirigió toda su atención al brazo que ahora sostenía con ambas manos.

Feng Xin se sentía un poco desconcertado y desplazado, ¿Era su brazo más interesante que el resto de él?

Sus quejas desaparecieron rápidamente de su mente cuando sintió los hábiles dedos de Mu Qing deslizarse dentro de su manga dejando pequeñas caricias sobre sus músculos. 

— Tienen la forma ideal. — escuchó murmurar a Mu Qing.

Por supuesto el dios de la belleza estaría interesado en esta clase de cosas. No todos los hombres musculosos tenían músculos ideales y Mu Qing sabría apreciar detalles como estos. 

Feng Xin sintió una ola de electricidad recorrerle donde los dedos de Mu Qing acariciaban mientras Mu Qing se preguntaba si el resto del cuerpo de Feng Xin también sería ideal.

Mu Qing tomó una de las manos de Feng Xin entre las suyas para observarla detenidamente.

— Uñas bien cuidadas, dedos largos con nudillos pronunciados y con la fuerza para un agarre firme...

Al mencionar "agarre firme" la mente de Feng Xin se encendió con una idea, Mu Qing no debería ser el único en poder jugar.

Sigilosamente Feng Xin deslizó su otro brazo alrededor de la espalda de Mu Qing atrayendolo hacia él y ubico su mano en la cintura de Mu Qing dando un pequeño apretón.

— ¿Así de firme está bien? — preguntó con una sonrisa al ver la sopresa en el rostro de Mu Qing.

•°Pretty boys god°• fengqingWhere stories live. Discover now