Salven a Feng Xin

3.6K 695 745
                                    

— Entonces... ¿Tú y Pei Ming...? — murmuró Feng Xin después de un rato de estar tirados en el suelo en silencio.

La sangre del cuerpo de Mu Qing se reunió en su rostro.

— ¡POR SUPUESTO QUE NO!

Feng Xin sintió un inexplicable alivio al escuchar a Mu Qing negarlo tan energéticamente.

No es que le importase lo que Mu Qing hiciese con su vida de todas formas.

— ¿Entonces son algo casual...? — intentó de nuevo para despejar sus dudas.

Mu Qing quería cavar un agujero y enterrarse a si mismo.

— ¡Tampoco! — respondió cada vez más avergonzado.

Feng Xin estaba nuevamente confundido.

— Si no es así, ¿Por qué estabas...? — una mano tapó su boca antes de que pudiese continuar.

La otra mano de Mu Qing se aferró a la túnica de Feng Xin con fuerza mientras lo miraba desafiante.

— Sigue creando esa clase de teorías y dejaras de ser el dios del sexo para convertirte en el dios de la esterilidad. — susurró Mu Qing amenazante.

A Feng Xin le parecía divertido como Mu Qing podía verse como un ángel incluso en esta clase de momentos.

Mu Qing emitía un aire frío e inalcanzable, sin embargo Feng Xin sabía que su piel debía ser caliente por el sonrojo que se extendía por su rostro cuando se molestaba o avergonzaba. Mu Qing se paseaba por el Olimpo con sus vestiduras ondeantes de hombros descubiertos que le daban la imagen de ser una ilusión, sin embargo su presencia era inconfundible y su llegada muchas veces estaba acompañada por el tintineo de la gran cantidad de joyas que lo adornaban, él era realmente la inalcanzable belleza personificada, pulcro e inmaculado desde cualquier ángulo y Feng Xin se preguntaba si podría haber una situación en la que se viese menos elegante y más salvaje.

— Jodido imbécil, ¿Me estás poniendo atención? — gruñó Mu Qing.

Feng Xin dejó de divagar por un momento para intentar entender la situación ante él.

— Sí. — mintió.

Mu Qing rodó los ojos.

— Como decía, es por eso que le pedí ayuda a Pei Ming.

¿Ah?

La mente de Feng Xin emitió un mensaje de "error" antes de parecer desconectarse.

¿Mu Qing le había estado explicando algo?

— Ya veo. — aunque no veía nada.

Mu Qing volvió a suspirar.

— Yo... Esto debería mantenerse como un secreto. — pidió.

Por supuesto que se mantendrá como un secreto, pensó Feng Xin, porque ni siquiera sé que dijiste.

Feng Xin decidió no pedirle que le repitiese la historia, apreciaba su vida y ponerla en riesgo admitiendo que no le había estado prestando atención a lo que Mu Qing decía sería muy peligroso.

En su lugar decidió cometer un error.

— En lugar de pedirle ayuda a Pei Ming, ¿Por qué no me dejas ayudarte?

Feng Xin pensaba que, fuese lo que fuese, era preferible ayudar él mismo que dejar que Pei Ming lo hiciera.

Los ojos de Mu Qing se oscurecieron por un momento antes de iluminarse. Si bien detestaba muchas cosas de Feng Xin, este no se había burlado de él y parecía querer ayudarlo de forma sincera, además era probablemente más confiable que Pei Ming así que incluso si su ayuda no fuese sincera todavía, para su pesar, la aceptaría.

No lo malinterpreten, Mu Qing realmente preferiría lidiar con esto por si mismo, sin embargo, necesiataba obligatoriamente un compañero para esto.

— Si es así, ¿Que te parece si me dejas probar contigo lo que intentaba probar con Pei Ming? — propuso Mu Qing.

Feng Xin estaba cada vez más confundido.

— Por supuesto. — respondió fingiendo tener todo bajo control.

Entonces Mu Qing se puso de pie y Feng Xin lo siguió. Estando ambos de pie en el centro del templo Mu Qing se acercó a Feng Xin y, siguiendo el consejo dado por Pei Ming, colocó sus brazos alrededor del cuello de Feng Xin.

Feng Xin inmediatamente se puso rígido y comenzó a pasar de un blanco fantasmal a un rojo carmesí y viceversa.

¿Por qué estaba Mu Qing tan cerca? ¿Por qué lo estaba viendo de esa forma? Mierda, Mu Qing no debería estarle sonriendo de esa forma, no debería estar agitando sus hermosas pestañas así ¿Por qué Mu Qing de repente olía tan endemoniadamente bien? Feng Xin quería esconder la cara en su cuello para olfatear un poco más.

— ¿Feng Xin? — llamó Mu Qing con una voz terriblemente dulce.

En ese momento Feng Xin creyó que su alma iba a abandonar su cuerpo y volvió a caer inconsciente al suelo.

Mu Qing estaba sorprendido.

— ¿Tan mal lo he hecho? — mumuró para sí mismo antes de pasar por encima de Feng Xin y salir del templo dejando que la vergüenza poco a poco calase en sus huesos.

•́  ‿ ,•̀

Cuando Feng Xin despertó seguía en su templo, solo que esta vez no habían señales de Mu Qing por ningún lado, solo su estúpido arco nuevo olvidado en un rincón.

Cuando recordó los eventos anteriores sintió su cara enrojecer y se levantó de un salto para dirigirse al templo de Pei Ming, él definitivamente podría darle algunas respuestas.

Una vez llegó al templo solo se encontró con un inmenso lobo durmiendo: Pei Su, dios de los animales, la caza y la luna, el cual prefería tomar siestas en su forma animal a plena luz del día.

Por alguna razón Pei Su pasaba más tiempo en el templo de su familiar Pei Ming que en el suyo propio, pero Feng Xin había dejado de cuestionarlo.

Con paso cauteloso se acercó al gran animal y habló en voz tranquila para no sorprenderlo e invitarlo a atacar.

— Pei Su, ¿Dónde está Pei Ming?

El lobo abrió los ojos pero no parecía estar interesado en responder.

— ¿Estás de mal humor? ¿Que tan malo puede ser para que no quieras hablarme? — cuestionó Feng Xin.

— Todos sabíamos que te hacía falta algo, Feng Xin, pero nunca creímos que era tanto como para discutir con los animales. — declaró Pei Ming mientras aguantaba la risa al entrar a su templo para ver a Feng Xin cuestionar a un lobo.

Feng Xin se dió la vuelta para fulminarlo con la mirada.

— No es un lobo es... ¡¿PEI SU?! — su sopresa no se hizo esperar al ver al dios Pei Su entrar junto a Pei Ming.

Así que este lobo no era Pei Su, solo uno de sus animales de compañía.

— Deja de molestar a Hércules que la cacería de anoche le ha dejado agotado. — demandó el dios de los animales.

Feng Xin inmediatamente se alejó del animal.

— ¡Yo creí que...! Ah, como sea. Pei Ming, debo hacerte algunas preguntas.

•°Pretty boys god°• fengqingUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum