Capitulo 10: Todo el mundo odia a Cyrell Bernard (Parte II)

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“Deprisa Lyla, Barb me pidió que nos encontráramos aquí”

Henry Bass, tomo la mano de su media-hermana y arrastro el diminuto cuerpo de bailarina de Dalila; por en medio de una multitud completa de reporteros, que esperaban por ellos, como hienas hambrientas en la entrada del imponente palacio. Lyla dejo que las suaves manos de Bass se fundieran con las suyas, como si hubieran sido perfectamente creadas para estar entrelazadas por el resto de sus días. Sintió el brillante piso de mármol bajo las suelas de sus zapatos baratos y giro su vista hacia todos lados, para poder darle un ligero vistazo al hermoso lugar en el que ella había aterrizado.

Para los que a muchos les parecía un sobrio, ruidoso, estresante y conglomerado lugar. Para Lyla, se convertía rápidamente en el lugar más hermoso que ella visto en su vida.

Aunque Dalila había vivido toda su vida, en el destino número uno de los insoportables turistas. Ella nunca había llegado a visualizar los maravillosos monumentos arquitectónicos que tenía su ciudad, tan de cerca.

Toda su vida, había transcurrido de la manera más rápida y trágica posible, Dalila no había tenido un solo segundo para disfrutar de su infancia, ni mucho menos  de su adolescencia. Ella había estado tan ocupada tratando de sobrevivir, que a la pequeña rubia se le había olvido por completo lo que realmente era vivir.  

Ella debía ser dulce y amable bajo cualquier circunstancia, porque nadie podría querer a un perro callejero con rabia como el miembro más reciente de su nueva familia. Callada, pulcra y obediente, porque había una larga vara de madera que esperaba por ella bajo el mugriento suelo de algún sótano. Irrelevante, invisible y sin pensamientos propios; porque quien querría escuchar los inalcanzables sueños de una triste bastarda.

Había una inmensa línea que separaba los recuerdos más oscuros de Dalila, de los que hacían iluminar el inmenso cofre polvoriento en la cabeza de la chica.

Como cuando su madre le había prometido que pasarían su cumpleaños número siete, fuera de un deprimente cuarto de hospital.  

La noche anterior a su cumpleaños, Eva se las había ingeniado para esconderse junto a su pequeña, en uno de los coloridos arbustos del jardín de Versalles.  Ambas habían pasado la noche en vela, susurrando canciones francesas de cuna y contando las luciérnagas que se posaban sobres sus pálidas cabelleras. Sus cuerpos habían sido calentados por las hermosas gardenias que las rodeaban a sus lados y sus estómagos se habían alimentado con brillantes estrellas que iluminaban todo el cielo parisino en esa noche de septiembre. Dalila aún recordaba las últimas palabras de su madre le había dicho esa noche: “Hazle saber al mundo quien eres mi amor. Tú has sido bendecida con talento y esa, es una de las grandes cosas que ellos jamás te podrán arrebatar”.

Los ojos de Dalila, aún se llenaban de lágrimas al recordar esa noche. La última noche que ella había visto sonreír a su madre. Y la noche anterior en la que los ojos de Eva, habían perdido su brillo al igual como lo habían hecho las hermosas estrellas con la llegada de la alborada.

“Un minuto, ¿Acaso no es este el lugar, en donde se está llevando a cabo la audiencia de nuestra directora? “Pregunto Dalila, con la mirada fija sobre el lindo rostro de su medio-hermano “Bueno, supongo que eso explica las hienas hambrientas que nos esperaban en la entrada” Henry giro sus profundos ojos marrones hacia la iluminada comisura de los labios de Dalila y pudiendo morder los suyos, el respondió: “La retorcida mente de Barb, siempre quiere estar en el obligo del mundo. No me preguntes a mí, yo solo culpo a Jack y a Georgina” Lyla fruncía su seño y sus ojos azul cielo, eran casi invisibles bajo la luz de la inmensa araña del siglo XVI. “¿Jack y Georgina?” Bass casi se atragantaba con su propia lengua, él había quebrantado una de las reglas principales de la lista de cosas prohibidas que él había elaborado en su inestable cabecita. Si, él le había hablado a Dalila de sus familiares, SUS FAMILIARES en letras mayúsculas. “Ellos son mis tíos, los padres de Georgina. Ya sabes, la chica castaña que te visito mientras estabas en el hospital” Lyla comenzaba a asentir lentamente con su cabeza. “¿Sabes qué? Te dejo la historia para otro día. Ahora, creo que debemos enfocarnos en encontrar a Barb”.

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