Capitulo 8: Si Mahoma no va a la montaña...

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 VISTOS

L H  dentro del lujoso Lamborghini negro cromo del chico. Preparándose mentalmente para  la entrada de ambos, en la famosa academia.  C frente al casillero de B introduciendo una nota de papel por las pequeñas aberturas del rectángulo.  S en compañía de Sebastien y la voz de su ocupada madre saliendo de manera estruendosa por el altavoz de su teléfono celular.  Mientras ambos beben un par de capuccinos antes de entrar a la clase de la Srta. Blanchard y Stass escribe demasiadas veces Anastasia Fountenuir en la parte trasera de su servilleta.

“No tenías por qué haberme traído” Dalila Noel, le decía a su medio-hermano desde el asiento del copiloto en el maravilloso auto de Henry Bass. Con sus piernas cruzadas y tensas, sintiendo como la magnífica textura del asiento importado de cuero, se iba fundiendo lentamente con cada centímetro de su trasero. “Digo, mis riñones aún están un poco afectados, pero mis piernas siguen funcionando perfectamente”

 “yo solo… yo solo quería hacerlo” Respondió Bass, clavando sus profundos ojos marrones sobre su media-hermana. “Está bien, Señor Bass.  Pero,  ¿Podríamos bajarnos de una vez por todas de este automóvil?  Eh…  no creo que mi trasero este acostumbrado a estar sentado tanto tiempo, en cosas tan lujosas como estas” una pequeña carcajada salía de las cuerdas vocales de Henry Bass y su media-hermana, rápidamente apostaba  por golpear el brazo derecho de Henry, como símbolo dé que él,  jamás se debía meter con una fuerte e independiente mujer parisina.

“Aun no, primero… necesito que veas algo” Henry retiraba su mirada de la de su hermana, y la llevaba hacia la guantera de su auto. Tomaba una caja mediana color turquesa del compartimiento, y con sus vibrantes ojos marrones volviéndose a conectar con los de Lyla, el desplazaba el pequeño regalo hacia las delicadas manos de Dalila “¡Ábrelo! ¡Es para ti!” Las pupilas de Dalila se habían dilatado, como las de un  gatito recién nacido, que es capaz de sentir el amor de su madre por primera vez. “¿Tiffany’s?  Y esto se supone que sea… no lo sé ¿El nombre de una chica?” Bass volvía a sacar una sonrisa de su rostro. “Solo... ábrelo… ¡Solo hazlo!” Lyla frunció su seño, y fundio su mirada en el brillante color turquesa del paquete. “¿Una diadema? ¿Que se supone que haga con esto? Por dios… ¿Cuántos años crees que tengo? ¿Nueve acaso?” Lyla, creía que Bass la miraba de la misma manera de la que todos acostumbraban a hacerlo: Como un Frágil y trasparente pedazo de cristal, que podría quebrarse y romperse con tan solo un pequeño movimiento en falso. “Se supone…” Henry tomaba la diadema de la caja, y con uno de sus dedos tomaba un retazo del cabello rubio pálido de la chica y lo acomodaba detrás de su oreja. “Que lo pongas en tu cabeza y puedas lucirlo de la misma manera que lo hace, una reina que es recién coronada” la chica seguía mirando a Henry con rabia y el incrustaba delicadamente  el hermoso accesorio en la cabeza de la rubia. “En mi familia, este pequeño accesorio tiene mucha historia. Mi madre solía utilizarlo cuando tenía nuestra edad en sus días de secundaria, y para ella... siempre fue como su firma más clásica” Dalila conectaba sus brillantes ojos azules con los de su medio-hermano  y Bass,  simplemente quería tomar los jugosos labios de Lyla y poder fundirlos con los suyos por el resto de sus días…

Pero ahora, eso había cambiado. Ella era su hermana, Oh bueno… ella lo había sido por toda su vida, pero hasta ahora el pobre chico había recibido la gran cubeta de hielo en su cabeza.

Toda su vida había dada un inmenso giro de 350 grados. El ya no era el magnífico hijo perfecto de Chuck y Blair Waldorf-Bass;  ya no vivía en su adorada residencia con Dorota y los demás empleados cumpliendo cada uno de sus caprichos. No podía llamar a Papa y Mama,  y esperar que ellos le resolvieran todos sus problemas. 

Este; era definitivamente uno del que él no podía escapar. Era como recorrer desesperadamente un inmenso laberinto esperando poder encontrar el brillante Cáliz al final del pasillo.

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