Capitulo 13: Dilema

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"¡Henry! ¡Henry! ¡Henry! ¡Henry! "

La mente de Henry estaba sumergida en un profundo e inmenso trance. Sus pupilas se abrían y se perdían entre los cuatro planos de escenas que ellos estarían observando. Su cuerpo permanecía estancado en el suelo como un pedazo de chicle que arruinaba la esperanza de sajarse de todos sus líos. Y su lengua, bueno, su lengua, todavía estaba devorando la de Belle Fournival como un vegetariano lo hacía tras haber probado el más jugoso y suculento pedazo de animal muerto y celestial.

"¡Henry! ¡Henry!" Volvió a exclamar la multitud.

¿Pero en realidad se trataba de una multitud? Henry solo podía escuchar esos pequeños alaridos que se trasladaban desde la parte trasera de su cabeza hasta el orifico más pequeño de sus oído. Él todavía podía sentir la lengua de Belle Fournival entre la suya, como si de alguna manera ellas estuvieran bailando entre sí en una especie de suave, húmedo, muy lento y erótico vals al ritmo de su palpitaciones.

"¡Henry! ¡Henry ¡¡Henry!" Los alaridos se convirtieron en trillizos, Henry parpadeo y se encontró con la mano acalorada de Regina Archibald tras haber quedado perfectamente impresa sobre su rostro. Las pupilas de los ojos color esmeralda de su antigua novia, parecían haber mutado con los de una cobra venenosa que estaba a tan solo segundos de devorarlo. "¡Hijo de perra! ¡Hijo de perra! ¡Te voy a matar! ¡Te voy a matar!" El cuerpo de Regina Archibald estaba en estado de exorcismo. William Humphrey y Barbarella Bass sostenían las extremidades de la rubia artificial como dos guardaespaldas en custodia del narcotraficante más buscado del país.

Sus labios finalmente habían sido despegados de los almohadones carnosos que Isabelle presumía con su típico labial rosa pastel. Henry giro sus cabeza y visualizo las figuras de sus padres observándolo entre una distancia de diez pasos sin tener la más remota idea de lo que estaba pasando.

La chica rubia de cabello pálido lo observaba en un rincón del vestíbulo con su apariencia de inocente y dulce muñeca de porcelana, mientras una pequeña y cristalina gota se derretía desde los icebergs que Dalila contenía en sus ojos y bajaba hasta el final de su barbilla, borrando para siempre la felicidad en la triunfante bailarina.

¿Por qué carajos él la estaba besando? ¿Qué estaban haciendo sus labios unidos con los de una chica que ni siquiera le gustaba? ¿O en realidad si le gustaba? Y esa llama que ardía sobre su mejilla, todavía le dolía y nunca se hubiera imaginado que su educada ex novia ¿o debería de decir novia? Como sea... que la rubia oxigenada tuviera en sus manos las garras de un leopardo.

¿Qué mierda estaba sucediendo con su vida? ¿Por qué todo parecía tan... tan... confuso?

O déjame iluminarte querido Henry, porque al parecer tu cabecita se ha convertido en un ardiente desastre...

"Señor Bass..."

5 horas antes...

"Señor Bass..." Henry volvía a despegar sus pupilas del mensaje impreso en la pantalla de su teléfono celular. Observando el rostro de su insoportable prima sobre los asientos del sillón color caramelo. "Señor Bass, lamentamos informarle que su auto ha sido encontrado en las profundidades de un lago al oeste de la ciudad de París. La carrocería fue gravemente destruida y el sistema operativo presenta daños irreparables" Barbarella fijo sus ojos azules sobre las uñas sin pedicura de su pie izquierdo y tomo la pequeña brocha del esmalte de uñas sobre la mesa de cristal, para comenzar a retocarlas sin ningún remordimiento. "Nuevamente Barb, ¿¡Me puedes explicar que mierda le sucedió a mi auto!?" Barb subió su mirada y con su típica sonrisa siniestra, continúo esparciendo el color violeta con destellos rojizos de nombre Poison Apple sobre su dedo meñique. "¿Sabes qué? Se me antoja un Bloody Mary. Llamare a tu novia/hermana Bass-tarda para que me haga el humilde favor de traérmelo hasta la habitación"

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