Un día donde no hay nadie.

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La primera clase había concluido, y su mejor amigo no hacía acto de presencia. Una vez que el profesor dejó el salón de clases, tomó su celular  y no reparó en el número de llamadas. Tomó todo su tiempo que tenía para que llegara la siguiente clase para insistir pero no hubo una respuesta diferente al buzón.
Al finalizar la última clase del día, Donghyuck tomó sus cosas pero se percataba que las contantes miradas de Jaemin continuaban. El pelinaranja ocupaba un lugar de las primeras filas del aula, era muy popular en el colegio debido a que su novio era el hijo del director. Jeno era un chico reservado y muy empeñado en demostrar que no gozaba de privilegios por tener parentesco con la máxima autoridad. Por lo contrario, su pareja era constantemente acarreado por el pelinegro para cumplir con sus deberes escolares, antes de que iniciara su noviazgo era bien conocido por acumulación récord de inasistencias.
A diferencia de las últimas miradas, el chico que se sentaba a pocos pupitres de distancia, se atrevió a sonreírle y saludarle. Donghyuck devolvió automáticamente el gesto apenas sacudiendo un poco su palma. La extraña situación acabó cuando Jeno regresó y jaló un poco de su saco escolar, insistiendo que dejará de molestar al moreno para poner atención a lo que le iba a explicar referente a la clase.
Tan pronto como salió del colegio, emprendió su camino hacia la dirección del departamento del mayor que no quedaba muy lejos de ahí, sin embargo, la notificación de un mensaje hizo que desistiera de su apresurada desición. El texto electrónico era de Taeil, le indicaba que Yuta lo estaría esperando junto con el servicio de mudanza para que se dirigieran a su casa por las cosas para su habitación, como habían acordado.
Resignado, regresó para llegar a la parada de autobuses. Mientras esperaba se percataba de que la pareja que empezaba a identificar un poco más, también espera a un escazo metro de distancia. Esta vez fueron ellos que parecían estar en su mundo, Jaemin acariciaba las mejillas de Jeno y este sostenía la cintura del chico que le regalaba una enorme sonrisa o se deshacía de ella cuando depositaba un beso en sus labios.
Se aproximó un vehículo color negro para intercambiar algunas palabras, el pelinegro quiso abrir la puerta del vehículo pero lo detuvo su pareja para acercarse a la ventana y decir algo. Pocos segundos después, descendió del automóvil un adulto joven con una expresión bastante seria. Manipuló el objeto para que la pareja subiera y enseguida la regreso a su estado original.
El moreno supuso que se trataba de un servicio particular de transporte que el padre de Jeno había contratado, ya que la situación económica de Jaemin era más bien que conocida.
Inmediatamente cuando desaparecieron, el bus llegó y solo tomó su cartera para pagar e ir a su casa temporal.
Al cruzar la calle se percató de que la puerta estaba abierta, la situación pudo causarle miedo pero dedujo rápido que el amigo de Taeil ya se encontraba en el interior.
Fue una enorme sorpresa ver descender por las escaleras a un joven muy delgado, piel pálida y un rostro difícil de olvidar, sonriendo al instante al verlo.
-¡Pequeño Moon!- apresuró su paso para atraparlo y abrazarlo.
-¿Disculpe?- el menor trataba de romper el contacto pero fallaba por no poder superar la fuerza del extraño.
-Pero si te pareces mucho a Taeil- recogía una pequeña mecha de cabello de Donghyuck.
-Lo siento, soy Lee Donghyuck, mucho gusto- se separó y ofreció su mano derecha.
-Winnie, sabes a qué hora llegar...- no terminó su pregunta al ver al moreno muy confundido mientras su novio moría de ternura.
- Hey, que bueno que llegas- se aproximó hacía el par- Me presento, Nakamoto Yuta, y mi novio Dong Sicheng- tomó la pequeña cintura del chino.
-Mucho gusto- saludo cordialmente.
-Amor, no me dijiste que era igualito a Moon- regresaba a examinar al menor.
-Win, no creo que le guste que lo estés mirando de esa forma- lo tomó del brazo para atraerlo hacia él y terminar con la incomodidad del menor.
-Apresuremos, nos iremos en mi camioneta- el japonés indico al tomar las llaves.
El trayecto fue para nada silencioso, Donghyuck no tuvo que verse en la necesidad de preguntar para saber todo de la pareja que lo acompañaba. Gracias al chino se había enterado que Yuta era el mejor amigo de su tutor, con 25 años estaba en proceso de titulación para ser abogado y que cumplía un trámite de horas sociales que solicitaba su universidad en el despacho del mayor.
Por su parte, Winwin era el primogénito de una familia muy bien posicionada en China pero que en un acto de rebeldía abandonó la mayoría de sus comodidades y decidió probar suerte como modelo en el extranjero. El modelaje no era su pasión, de hecho afirmaba no tener el interés de dedicar su vida a lo que muchos acostumbrar a llamar ocupación profesional. Había elegido estar enfrente de las cámaras porque se le hacía divertido y quería sentir cómo era ganarse su propio dinero.
Fue gracias al taller de fotografía que voluntariamente el japonés tenía que cursar que ambos se conocieron. Cómo proyecto final cada estudiante tenía que realizar un álbum fotográfico en donde un objeto o persona fuera el protagonista de la escena sin que esté perdiera la conexión con su entorno.
Muchas agencias habían rechazado su solicitud de que pudiera tomar algunas fotos a uno de sus modelos. Yuta creía que podía destacar su trabajo si lograba superar la superficialidad con la que las personas miran a los modelos, capturar escenas tan auténticas que provoquen al espectador admirar toda la escena en conjunto y reconocer la belleza como un todo de elementos y no como una característica singular.
Muy cerca de darse por vencido porque en la última agencia su solicitud también había sido denegada, decidió comprar muy cerca del lugar un café. Esperaba la entrega de su pedido cuando se percató del chico que estaba sentado en una de las mesas jugando un videojuego en su celular. La autenticidad de la escena hizo que el japonés involuntariamente dispusiera de su cámara e hiciera la captura. Para su mala suerte el personaje principal de la imagen lo notó y de inmediato abandonó su lugar para ir a enfrentarlo. Tan pronto como se encontraron cara a cara, el japonés se disculpo mil veces. Winwin lo consideraba innecesario, estaba acostumbrado a miles de fotos clandestinas pero lo que no le había sucedido es que uno de esos extraños le pareciera muy atractivo.
Así el trato fue cerrado rápido, el chino aceptó ser el modelo para Yuta. Con el paso de las sesiones y ajustes en el álbum, la citas fuera de lo estrictamente escolar se fueron dando y la pareja estaba próxima por cumplir 4 años de noviazgo.
-¿Y nuestra familia amor?- no olvidó preguntar al conductor tras ese pequeño recordatorio cortesía de su relato. 
El japonés había prometido que tan pronto se graduará y consiguiera un buen trabajo, empezarían a planear la boda y la adopción.
Desde que el japonés empezó a salir con Winwin, este mostraba un clara afinidad por los niños. Su más grande sueño era tener su propia familia y el mayor número de hijos. Dentro de su círculo social no podía ocultar su anhelo de paternidad, siempre se encontraba muy cerca de los pequeños que tuvieran sus amistades, llenándolos de regalos y ofrecer sin falta su servicio de niñero 24/7.
Era por lo anterior que en los últimos meses esa pregunta pareciera estar programada para decirse cada ocho horas. Al chino le molestaba cada que una oferta de trabajo le llegaba, lo veía como un obstáculo para formar su familia. Cada vez que aceptaba alguna campaña o pasarela, era inmediato advertir a sus contratores que tan rápido como fuera padre, renunciaría.
El siguiente tema en el auto era los preparativos de la boda que pronto se aproximaba. Pero el menor ya no pudo poner atención debido a que estaban en la calle de la casa de sus padres. Pocos minutos después el japonés se encontraba estacionándose enfrente e indicándole al camión que había estado persiguiéndolos, que se detuviera.
-Bien, pequeño Moon, llegamos- el pelinregro descendió para abrirle la puerta al moreno.

 
Ten comenzaba a frustrarse por tener que calcular la porción de los condimentos para la sopa, Taeyong lo veía con ternura y se acercaba para ayudarlo, salvandolo de la tarea al indicarle que mejor se dedicara a ordenar la mesa. Entre risas y besos la pareja completaba la cena, en el tiempo de degustación los tres platicaban acerca de como había estado la escuela o el trabajo.
Ahora, cada mueble está protegido contra el polvo por gruesas capas de plástico que aguardan a ser utilizados nuevamente.
Durante la selección de los objetos prioritarios para la habitación, el semblante de Donghtuck mostraba no otro sentimiento que fuera pena provocada por los dolorosos recuerdos.
Winwin constantemente apoyaba la palma de su mano en el hombro del menor para ofrecerle apoyo y consolación.
La descarga y acomodo de la cama, muebles, electrónicos, entre otras cosas en la habitación temporal del menor fue breve. Pronto el personal de traslados se retiró y solo quedaron la pareja y Donghyuck.
El chino no había dejado de abrazarlo y disponerle de pañuelos para secar sus lágrimas, el trayecto de regreso fue silencioso. Yuta no se opuso a la idea de que su novio fuera en el asiento de atrás con el menor para que no se sintiera solo.
-Cariño, préstame tu teléfono- se separaba un poco para tomar el celular que el moreno le entregaba.
- Listo, no dudes en llamarme- devolvió el aparato con su contacto guardado.
Asintiendo lentamente se dirigió a uno de los sofás para sentarse.
-Amor, ¿no crees que deberíamos llevarlo? No lo podemos dejar en ese estado y mucho menos aquí- consultaba con el japonés.
-Oye, puedes acompañarnos. Hablaremos con Taeil para que te quedes con nosotros está noche- se inclinaba para ofrecerle al menor. Además, sabía que era un hecho que su amigo no aparecería en la casa.
-Estaré bien- alzó su rostro para forzarse a sonreír.
-De acuerdo, tienes el número de Winnie- tocó su mejilla suavemente y lo abrazó. Lo mismo hizo su pareja que adicionó un tierno beso en su frente.
Se tiró a la cama, tal vez a su tutor no le importaría la verdadera razón por la que eligió traer casi todo de su antigua habitación. No se trataba del ahorro económico, pensó que si traía un poco de la escena familiar, podría sanar más rápido. Se prometió no mostrarse vulnerable pero ahora se arrepentía, no había podido llorarle a sus padres. Esa contención de emociones provocaban que su pecho y  cabeza doliera, que sus manos temblaran y que su cuerpo se deshiciera de la calidez. Eso lo dejaba muerto en vida, por lo que no despertaría hasta el día siguiente para averiguar el paradero de Mark.
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Elegía los electrodomésticos que había visto en la cocina de Johnny esa mañana. Cuando se encontraba con productos que desconocía, buscada en  la plataforma de vídeos referencias de éstos y eso le ayudaba a dictaminar si lo compraba o no.
Casi por terminar sus compras, una pestaña apareció. Se trataba de ella, Taeil respiró profundamente y tomó la llamada.
-Buenas noches- saludaba con forzada cortesía.
-¿Está contigo?- la voz de la mujer preguntaba.
-No, yo me encuentro aún en el despacho-
-Esta bien, terminas y vienes. Necesito que me platiques su actitud nefasta cuando nadie lo recibió- un modesta risa se escuchó en la línea.
-Así que lo planeó, pudo haberme avisado. Tanto mi asistente como yo estábamos muy confundidos- cuidó cada palabra.
-Eso no te importa, y date prisa porque para mí no es agradable verte. Al menos que me sorprendas con la noticia de que te has curado- terminó la llamada.


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Gracias por leer.


Juntos por la razón equivocada (Taehyuck).Where stories live. Discover now