¿Crees que es fácil cuidar niños? Para T/n no lo era, ya que nunca en su vida había cuidado uno.
¿Pero qué tal si tiene que cuidar a cinco chicos? ¿Y si son todos adolescentes? ¿Y si le comienzan a gustar los cinco a la vez?
No, ella nunca imaginó...
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—¡Soobin! ¡Ven aquí un segundo!
Soobin me miró confundido por unos segundos y luego se acercó a mí.
—Yo... Quiero decirte algo importante.
Me miró expectante, con ese silencio que tanto lo caracterizaba. Una idea pasó por mi cabeza y traté de ocultar la sonrisa que se desbordaba por mi rostro.
—Necesito que cierres los ojos y cuentes hasta tres en voz alta —le pedí con una inocente sonrisa.
Me miró confundido pero no tardó en hacerme caso. Cerró los ojos y noté como mi respiración se aceleraba.
—Uno... —comenzó y me acerqué más a él.
No podía creer que estuviera en aquella situación, con la persona que más quería y a punto de besarla.
—Dos... —siguió y respiré hondo.
Me acerqué aún más en silencio y ví cómo sus mejillas estaban ruborizadas. Pero yo sabía que no tanto como las mías, porque las sentía arder.
Estaba muy nerviosa pero a la vez anhelante.
«Quiero hacerlo... Voy a hacerlo».
—Tres —terminó.
Antes de que pudiera abrir sus ojos, me acerqué a él y junté nuestros labios con suavidad. Mis manos sostenían su rostro con delicadeza.
Mi corazón martileaba contra mi pecho y casi podía notar el de Soobin también. Sentí su mano posarse tímidamente en mi espalda, mandando un cosquilleo por ésta.
Nuestros labios respondían con timidez y ternura.
Me separé de él con gesto tímido y evité mirarlo a los ojos.
Estaba tan avergonzada que sentía que podía ponerme a llorar, pero en realidad estaba muy feliz de haber hecho eso.
Por fin, me atreví a mirar a Soobin y me centré en sus hermosos ojos, que brillaban de manera extraña.
—¿Por qué hiciste eso? —cuestionó casi completamente serio, pero alcancé a ver por un segundo un ademán de sonrisa.
—¿Todavía no te das cuenta?
—Bueno... Tengo una idea pero no quiero arriesgarme a que sea errónea.
—Entonces lo voy a dejar claro y en palabras... Estoy enamorada de ti —confesé mirándolo apenada.
—¿Podrías despertarme?
—¿Qué?
—Lo siento... Es que esto parece un sueño —dijo en voz baja. y sonrió—. ¿Pero entonces qué vamos a ser?
