¿Crees que es fácil cuidar niños? Para T/n no lo era, ya que nunca en su vida había cuidado uno.
¿Pero qué tal si tiene que cuidar a cinco chicos? ¿Y si son todos adolescentes? ¿Y si le comienzan a gustar los cinco a la vez?
No, ella nunca imaginó...
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Sin despegar la mirada de la pantalla de mi celular, porque estaba jugando una partida online, fui a mi habitación pero antes de llegar... Un golpe seco y dolor en mi cabeza.
—¡Auch! Ugh, ¿quién puso una puerta aquí? —me quejé tocando el golpe en mi cabeza—. Pff, perdí.
Abrí la puerta de mi habitación distraído y entré arrastrando los pies.
Tiré el celular a la cama, pero rebotó y cayó al suelo.
—¡Ugh, vamos! ¡Solo tenías que caer en la cama! ¿¡Tan difícil era?!
Luego de mi “descarga” de frustración, me percaté de que estaban Kai y Tae en la habitación.
—¿Y ustedes dos qué? —pregunté confundido.
—¿Si sabes que para pasar por una puerta, hay que abrirla primero no? —se burló Taehyun con una sonrisa.
—Serás... —murmuré y lo fulminé con la mirada.
—¿Estás de mal humor? —preguntó Kai poniéndose de pie.
—No, como creen —solté sarcásticamente, poniendo mis brazos en jarras.
—Te ves muy tierno cuando te enojas. Pareces un niño pequeño... —dijo Taehyun y lo reconocí aflojando los hombros.
—¿Qué hacen aquí? Su habitación está justo al lado...
—Vámonos, Tae... No somos bienvenidos aquí —soltó Kai fingiendo estar dolido.
—Par de tarados —susurré para mí mismo.
Escuché los quejidos de Min Ah desde la oficina y, como no tenía nada mejor que hacer, fui a ver qué pasaba.
Toqué la puerta y me dejó pasar.
—¿Estás bien?
—¿A ti qué te parece? —gritó en medio de sollozos.
—¡Yo no te hice nada! ¿Por qué me tratas así? —me quejé yo también, histérico.
—Lo siento... Tienes razón, no me hiciste nada. ¡Fue Yeonjun, él tiene la culpa! —exclamó y fingió limpiar lágrimas que ni siquiera estaban ahí.
«¿Cree que por ser actriz puede engañar a todos?»
—¿Qué hizo ahora? —preguntéintentando mostrar interés.
—Me dijo cosas horribles. Hasta trató de chantajearme... ¿Cómo se atreve a hacerme algo así?
—No creo que sea para tanto... ¿De qué estaban hablando?
—De la universidad.
—Entonces sí es para tanto —murmuré comprendiendo la situación e hice una mueca.
