¿Crees que es fácil cuidar niños? Para T/n no lo era, ya que nunca en su vida había cuidado uno.
¿Pero qué tal si tiene que cuidar a cinco chicos? ¿Y si son todos adolescentes? ¿Y si le comienzan a gustar los cinco a la vez?
No, ella nunca imaginó...
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El silencio en mis oídos me daba miedo.
Quise acercarme a la mirilla para ver si ese mismo alguien seguía ahí esperando en la puerta, pero nuevos golpes empezaron a resonar con mucha fuerza contra ella y me acobardé.
—Chicos, ya bajen —dije elevando el tono de voz para que me escuchen—. Ya llegó la comida.
Y al darme cuenta de que mi mentira no funcionó y no recibí ninguna respuesta por parte de ellos, me alarmé.
Rápidamente decidí subir las escaleras sin importarme si hacía ruido. Ellos eran mi responsabilidad y no sabía ni siquiera dónde o cómo estaban.
Pasé de largo mi habitación para ir a la habitación al fondo del pasillo pero, antes de llegar, sentí una mano tapar mi boca y otra jalarme hacia atrás sujetando mi cintura.
—Ni se te ocurra gritar —susurró Yeonjun en mi oído.
Mi cuerpo se relajó al escuchar esa voz familiar y asentí varias veces con la cabeza para que me soltara.
—¿Qué están haciendo aquí? —pregunté en un susurro.
Yeonjun cerró la puerta detrás mí con sumo cuidado y en absoluto silencio.
—Alguien quiere entrar en la casa —explicó Taehyun preocupado.
—Sí, ya lo sé, los estuve llamando. Alguien estuvo golpeando la puerta como si fuera a romperla.
—Lo vimos desde la ventana del baño —asintió él sin mirarme.
No pude evitar bajar mi mirada hacia las manos de Tae, que intentaban ni temblar ante la situación. Puse mis manos en sus hombros para reconfortarlo pero fue bastante difícil ya que yo también estaba temblando.
—¿Se ve algo desde esta ventana? —pregunté intentando acercarme a la abertura de vidrio.
Pero antes de que pudiera hacer nada, el ruido de una ventana rompiéndose resonó en nuestros oídos, sobresaltándonos.
—Noona... Tengo miedo... —murmuró Kai mirándome con ojos vidriosos.
—Ven aquí —susurré y extendí mis brazos para envolverlo en ellos.
Notaba perfectamente como él estaba temblando, así que lo apreté más en mis brazos y mordí mi labio inferior para no llorar.
—Si rompió el ventanal de abajo, ya está adentro —soltó Beomgyu como pesimismo—. Cualquiera pasa por ahí.
