Respuesta confusa

9.3K 1.1K 1.2K
                                    


Itadori le propusó amarrarse a una silla antes de liberar a Sukuna. Amarrarse las manos, los pies. Su amigo se puso bastante creativo a la hora de pensar formas de mantener inmovilizado a Sukuna.

Y Megumi solo pudo decirle que hacer aquello solo haría enojar a la maldición y las cosas serían peores, que lo mejor era dejarlo tranquilo.
Y por esa razón, el castaño le dió miles de instrucciones de seguridad a las que podía recurrir si la situación se le escapaba de las manos. Asegurándole que con solo un grito suyo lo iría a salvar, que no tenía que sacrificarse y pelear, que el podía manejarlo y que solo le daba veinte minutos para su "conversación"

Itadori solo le dió veinte minutos para realizarle preguntas a Sukuna y que este le responda, si el tiempo pasaba y él no respondía nada, pues lastimosamente no lo volverían a repetir. Aquella era una oportunidad de solo una vez.

Itadori se mantuvo sentado en la cama de Megumi, y al pelinegro le indicó que se mantenga en su lugar junto a la puerta, del que no se había movido desde su agradable charla.

- Fushiguro, estoy listo - comentó, tragando pesado, dando una última bocanada de aire - va a empezar.

Y Megumi sintió todo.

Sintió la variación del aire, el brote de energía maldita a niveles descomunales, la sed de sangre, la maldad derramándose, el aura pesada.
Todo su cuerpo se tensó por instinto manteniendo la postura de ataque que tenía,  y todo en él gritaba que el que estaba sentado en su cama ya no era Itadori Yuuji.

Las marcas se pintaron en los pedazos de piel que se veía a traves de las prendas de su amigo, en sus brazos, en su rostro, transmitiendo la pesada vibra de la existencia de Sukuna. Como un recordatorio de que; al que tenía en frente era él, el rey de las maldiciones.

Y le sonreía con burla, con sus orbes de color sangre fijos en su persona.

- Debes estar tan desesperado para insirtirle tanto al mocoso en verme, Megumi. - el nombrado levantó una ceja con confusión ante la familiaridad con la que le llamó. Por lo general, Sukuna se dirigía a ellos como "mocosos" utilizando otros apelativos que delataban la superioridad que imponía en sus palabras, en su mera presencia, en todo él que te doblegaba y sometía.
Sin embargo, fue realmente extraño el como pronunció su nombre, casi como si saboreara las letras, una por una, de ese para nada masculino nombre.
- Tengo que decirlo, me sorprendí, aunque tú siempre me sorprendes, Megumi.

Cuando Sukuna se irgió en toda su altura, Megumi retrocedió. Con la garganta seca, con sus piernas temblando, con todo su ser vibrando por el miedo del peligro encarnado respirando tan cerca, en una habitación, solos, sin nadie a la vista, solo hechicero y maldición.

Y Megumi realmente se cuestionaba el porque había pedido aquello si estaba aterrado de esa manera.

- necesito que me respondas unas preguntas - no supo como su voz no temblo, pero no se dió mucho tiempo para pensar en ello cuando Sukuna comenzó a pasearse por su habitación, pasando sus uñas largas por la madera de su escritorio provocando un sonido desagradable que no hizo más que alterarlo.
- y quiero que seas sincero.

- Me diste un momento de libertad, así que puedes preguntar.

- ¿por qué me salvaste?
Le vió sonreír mientras tamborileaba sus dedos sobre las repisas de su librero, en las partes vacías que sus textos no alcanzaban a ocupar.
Y sus ojos penetrantes en intensos tonos rojos se fijaron en él, y como todo un idiota desvió los suyos al piso, sintiendo que la mirada de la maldición le quemaba, consumiéndolo poco a poco.
- ¿que ganabas con eso?

Y lo sintió cada vez más cerca, como si lo estuviera
acechando, acorralándolo en su propio territorio.

- ¿por qué te salve? - repitió, acercándose aun más, haciendo al pelinegro retroceder hasta sentir la pared chocar contra su espalda.        La maldición lo acorralaba, mantendiéndolo en su lugar, bloqueando todo escape con su cuerpo, tomando su barbilla y obligando a las mareas intranquilas atrapadas en los ojos del muchacho a fijarse en los filosos orbes de la maldición. - ¿que gané de eso?

¿Qué te interesa de mí?Onde as histórias ganham vida. Descobre agora