Detrás de la puerta

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La noticia del escape del recipiente de Sukuna con uno de los estudiantes de primer año de la escuela de Tokyo se había esparcido más rápido de lo que hubiera podido imaginar.
Su nombre y el de su amigo habían sido colocados en la lista de traidores por atrapar.

Por eso, los peces gordos organizaron una reunión.

Habían sido horas tortuosas esperando a que el director regrese con los por menores de aquella reunión de emergencia.

Y ahora estaba el hecho, de que estaba evitando a Itadori.

Después de que el castaño volviera, le había hecho un montón de preguntas. Estaba preocupado, entendía bien eso, pero simplemente no podía contarle lo que había ocurrido con Sukuna cuando ni él mismo sabía que mierda había sido eso.

Por lo que su amigo dejó de bombardearlo con preguntas cuando se dió cuenta que sería imposible sacarle palabra y le ayudó a recostarse en la cama, cuando el chico tocó su espalda no pudo evitar gemir de dolor y hacer que el otro se ponga alerta, aunque no lo presiono para que le contara, solo le dejo recostado en la cama con una mueca amarga, evitando que su espalda tocara el colchón para después arroparlo con las mantas, se agachó a su lado y le quitó los mechones azabache que cubrían su frente, le dio un pequeño beso y finalmente se fue, dejándolo solo, con una lista interminable de preguntas y crisis existenciales que solo obligándose a dormir dejaron de molestarle.

Y desde que amaneció comenzó su ardua tarea de evitarlo. Se levantó temprano para escapar a algún lugar en el que Itadori no pudiera hallarle, aunque no podía salir de la escuela esta era lo suficientemente grande como para perderse un rato. Se la pasó así toda la mañana, irritado e impaciente por saber que mierda estaban diciendo en esa bendita conferencia. Tratando de no pensar en lo que había ocurrido en su encuentro con Sukuna.

Odiaba estar huyendo de Itadori pero no tenía de otra, la noche anterior no lo obligo a contarle lo que había ocurrido, pero ahora era distinto, ya le había dado tiempo para pensar por lo que ya no podría escapar de las preguntas de Yuuji, Sukuna era una fibra sensible que su amigo sentía como su entera responsabilidad y el estado en el que lo había encontrado le había dejado claro al castaño que definitivamente algo grave entre ellos había ocurrido.
Y no lo iba a dejar guardarselo para sí. Él trataría de sacarle la verdad de esa noche como sea.

Resopló cansado, tratando de esconderse cuando vio la cabellera castaña pasearse cerca mirando a los lados buscando algo.

O más bien, a él.


***

Estaba anocheciendo cuando recibió un llamado del director.

De hecho, ya se había enclaustrado en su habitación a esa hora, y de la nada toques en su puerta se dejaron oír. Cuando abrió la puerta se encontró con uno de los peluches feos pero lindos a la vez (como solía decir Itadori) esperándolo fuera. El muñeco comenzó a caminar y Megumi solo se dedicó a seguirlo, echando una pequeña mirada a la puerta cerrada de la habitación de su amigo antes de marcharse.

Al encontrarse con el director no se contuvo con las preguntas, y el hombre tampoco se mostró receloso en contestarlas, le comentó que negó la estadia de ambos muchachos en la escuela, que muchos hechiceros estaban ansiosos por eliminar a Itadori, y todos estaban preocupados por su profesor que seguía sin aparecer.

Todo fue normal, cosas que esperaba que serían tratadas en esa reunión, nada fuera de lo común, al menos hasta que el director volvió hablar.

- Los Zenin están como locos buscándote.

Megumi se encongió de hombros. Desinteresado totalmente sobre todo lo que implica a ese clan.

- bueno, es normal ¿no? Entre a su propiedad, vencí a sus hechiceros, y me lleve a Itadori, deben estar furiosos.

¿Qué te interesa de mí?Where stories live. Discover now