2. Una falla porcentual

201 31 40
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



Cuando nos equivocamos en resolver algún ejercicio de matemática o calculamos mal un salto en un taburete, no importa

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cuando nos equivocamos en resolver algún ejercicio de matemática o calculamos mal un salto en un taburete, no importa. Lo volvemos a hacer y listo. Incluso los profesores dicen que está bien equivocarse, pues así tenemos la grandiosa oportunidad de aprender de nuestros errores. Claro, si lo hacemos durante un examen, las cosas son distintas.

Pero qué sucede cuando alguien más se equivoca y su error afecta a otra persona de forma irremediable. ¿Se puede rehacer?

En el momento en que desperté, ignoraba por completo que lo que me acababa de suceder estaba computado como una falla porcentual menor al uno por ciento. Es decir, el número de personas que había atravesado por las mismas circunstancias que yo se podían contar con los dedos de una mano. Ese resplandor no debió haber aparecido ante mí y yo no debí haber visto lo que había visto.

Una falla menor al uno por ciento, eso era yo.

Escuché unas voces. Bisbiseos confusos. Parecían algo lejanas al principio pero luego se tornaron claras y hasta un poco estridentes. Eran dos hombres y una mujer que estaban discutiendo y hasta donde pude entender, la discusión se trataba de mí.

—Dejemos que Recursos Humanos lidie con esto —dijo uno de ellos.

—De ninguna manera —objetó la voz femenina—, ¿qué crees que harán ellos con esta chica? ¿Devolverla a su casa?

—¿Tienes otra idea? Además el protocolo indica que hagamos eso.

—Eso no indica el protocolo, el protocolo no indica nada ante estos casos —contrapuso otro sujeto.

—Entonces podemos ser originales —dijo el primero—. Podemos decir que no vimos nada. Nos van a hacer llenar una montaña de papeleo...

—Silencio.

La última voz que habló era una nueva. Le pertenecía a un muchacho, pero sonaba más calmo que el resto y debía haber algo particular en él porque todos callaron al instante.

Cuando abrí los ojos, cuatro siluetas estaban observándome. Aquella escena se me antojó tan claustrofóbica e invasiva que por un momento pensé en abducción alienígena hasta que uno de ellos habló.

Plenilunio (versión revisada)Where stories live. Discover now