38. Contradicciones

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La comunidad del anillo de Ovack estaba compuesta por creadores, lectores o conectores

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La comunidad del anillo de Ovack estaba compuesta por creadores, lectores o conectores. Era como un prerrequisito poseer alguna cualidad para pertenecer a aquella secreta agrupación. Los miembros eran nobles o plebeyos de edades diversas, siendo el mayor un anciano llamado Gleo Faztes. Era el líder de esa comunidad y el responsable de haber convocado a todos y cada uno. Era alguien a quien incluso Ovack respetaba.

—¿Es también un creador? —inquirí con curiosidad. Lax me miró como si hubiese soltado una barbaridad.

—Él fue el maestro de idzen Ovack —aclaró—. En realidad, él forma parte de la familia real de una rama inferior. Y ha sido maestro de creación de muchos príncipes y princesas.

—Oh... es Obi Wan Kenobi —comenté con ligereza. Aunque esa información sí me alarmó un poco. ¿Él le había enseñado a Ovack todo lo que sabía? Ahora entendía por qué inspiraba respeto. Aunque lo que debía inspirar era miedo.

—¿Es qué? —inquirió Lax confundido.

—Nada... Sigue contándome.

Entendí que, a pesar de no ostentar el título de príncipe, Obi Wan era una figura de cierto peso en la familia real. Tenía contactos y gozaba de una reputación intachable. Según me había aclarado antes Aluxi cuando lo busqué para interrogarlo, había sido incluso vital para establecer una coartada creíble para justificar la prolongada ausencia de Ovack de la supervisión del Consejo.

—Es una suerte que el Consejo tampoco quiera saber nada de Ovack —había agregado. Lo cual no entendí en su momento.

Aquellos días habían sucedido una serie de reuniones de la comunidad. Pero ninguna con todos los miembros presentes. Sino que eran encuentros puntuales con uno u otro. Pero en todas las ocasiones, Ovack y Obi Wan presidían estas juntas. Mientras que yo merodeaba por las inmediaciones esperando que Lax me informara lo que estaba sucediendo. O más bien, me regalara las migajas de lo que Ovack le permitía decirme.

Me hubiera encantado seguir extendiéndome con el tema, pero Ovack había aparecido de pronto en el umbral del recinto, como una inusual sombra blanquecina. Estaba sumergido en una quieta charla con su maestro, pero en un momento, detecté sus ojos virando hacia mí.

Tarsit —musité con naturalidad, dejando a Lax en súbito, y seguidamente me retiré del salón. Al marcharme, pude sentir la mirada de Ovack clavada en mi espalda.

Hasta donde me había indicado Lax, lo que había dicho significaba «Con permiso». No tenía ninguna certeza de que mi estancia en ese lugar sería corta, así que no estaba de más aprender algunas palabras para ser más educada. 

Habían transcurrido dos días luego del interrogatorio a Míro, y Ovack no había venido a verme. Ninguno de los dos habíamos cruzado palabras luego de lo que había ocurrido. De las veces que habíamos discutido, siempre él había sido el de la iniciativa para solucionar nuestras diferencias. Pero esta vez fue distinto. Tal vez él no quería discutir, tal vez no sabía qué decir, tal vez quería que yo me disculpara para variar. No entendía bien la razón, ni me interesaba. No era que esperara que él viniera. La verdad, no tenía ninguna intención de ir corriendo hacia él para tener una charla reveladora. Y simplemente, supuse que para él sería igual. Un silencio bastante esclarecedor.

Plenilunio (versión revisada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora