48. Colosos

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Aquella escena parecía ficticia

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Aquella escena parecía ficticia. Inventada.

Si alguien me hubiera dicho unas semanas atrás que esto iba a suceder, jamás lo hubiera creído. Pero allí estaba yo, extendiendo mi mano hacia él, y él, respondiendo a mi amenaza sin manifestar ninguna conmoción ni parpadeo.

Él iba en serio, no estaba pretendiendo nada. Y yo tampoco.

Nunca se me habría ocurrido que este supuesto podría suceder, pero ahora que estaba aconteciendo, me pregunté qué rayos iba a hacer. ¿Acaso repelería todos sus ataques todo el día? ¿Iba a poder? Él fue quien me enseñó todo lo que sabía. No había nada que yo pudiera hacer que pudiera sorprenderlo. Él había velado por mi crecimiento como creadora desde las lecciones más básicas.

Pero no podía permitir que esas dudas asaltaran mi resolución. Debía detenerlo, tenía que. Sabía que si es que nadie se le oponía, se convertiría en una persona distinta, y no quedaría solo con este primer ajusticiamiento. Y yo debía hacer lo correcto aunque significara enfrentarme a él. No solo por su bien, sino por el de todos.

Fue Ovack quien hizo el primer movimiento y me sorprendió lo presto que fue al reponerse de la idea de que a quien iba a encarar era a mí. Como si fuera un enemigo más.

Giró levemente la palma y tardé en reaccionar. De repente una gran bóveda de la forma de un dedal se materializó a mi alrededor, como una prisión súbita, perdí toda vista de Ovack por un momento. Por toda respuesta, cerré ambos puños por inercia, estiré ambos brazos y unos taladros enormes aparecieron a mis flancos y empezaron a funcionar de inmediato, perforando aquellas paredes lisas.

Emergí de ese contenedor como un bólido, levitando sobre una placa de vidrio grueso y elevándome para tener una mejor visión. Ovack ya se estaba disponiendo a continuar con la ejecución de los traidores, así que no dudé para materializar un iglú de un material grueso y negro que protegiera a Míro y a su padre de cualquier ataque.

Escuché que Ovack soltó un resoplido, y seguidamente también se elevó con presteza en aire, como si hubiera decidido que primero debía encargarse de mí de una vez para que ya no pudiera franquear sus acciones.

Los otros creadores parecieron también querer seguirlo para apoyarlo, pero él les hizo una seña con el brazo, y los dos se contuvieron en sus lugares.

Tanto mejor para mí. Aunque solo Ovack representaba de por sí un grave problema.

—¡Tienes que escucharme! —vociferé a la distancia—. Si es que continúas...

Pero él extendió su mano a una velocidad brutal sin replicar nada, una esfera oscura empezó a rodearme. Esta vez reaccioné de inmediato y generé un par de aspas que cortaron esa circunferencia de manera limpia, las mitades cayeron pesadamente al suelo, sólidas como rocas. Entonces levité hacia atrás para alejarme de él.

Estaba claro. Cero pláticas.

Realmente él estaba empecinado en matar a esas personas. Sabía que él pensaba que la razón estaba de su parte, que era su deber y su prerrogativa, sabía también que estaba dolido por las personas que había perdido, por las veces en las que había fallado. Todas las cosas que me había dicho me dejaban divisar esa postura implacable. Él no iba a ceder.

Plenilunio (versión revisada)Where stories live. Discover now